La trampa contradictoria de la tributación en México.

Actualmente, México se ve atrapado en un sistema tributario arcaico que no ayuda ni al crecimiento ni al desarrollo de nuestro país.

Imagen tomada de Diario Contrapeso Ciudadano

Haziel Ángeles Juárez
13 de Diciembre de 2019

La importancia de la tributación en las economías capitalistas es innegable; la acumulación de capital propia de este modo de producción empujó a la sociedad a una organización de tal suerte que fue necesaria la inauguración de lo que hoy conocemos como estado, cuya función en un principio, dice Jaime Ros, era la de ser paladín de la propiedad privada. La afirmación no es original; es bien sabido por no pocos científicos de la sociedad que el fin último del estado es salvaguardar la propiedad privada. Pero conforme se fue desplegando el capitalismo por el planeta y las problemáticas que genera éste, el estado tuvo necesariamente que reconfigurar sus tareas. De esta forma, el estado es obligado a convertirse en una especie de órgano arbitrario y, dice el autor, un estado benefactor. Por una parte, una clase capitalista continúa amasando riqueza1 y, por el otro lado, una clase trabajadora con menores ingresos para la subsistencia. Es así y por este motivo que la llamada redistribución del ingreso por medio de los impuestos es una medida necesaria para liberar presión entre estas dos fuerzas hostiles entre sí; además, la tributación cumple otras dos funciones: 1. La creación de los activos del estado necesarios para el cumplimiento de estas tareas y 2. De ser fondos monetarios para la estabilización de los ciclos económicos (estabilizadores automáticos).

La situación tributaria en México es paradójica, extraña, absurda, y finalmente, una trampa. La carga fiscal comparada con los parámetros internacionales es escasa, recaudando incluso menos que países latinoamericanos considerados económicamente menos fuertes que México, como Honduras y Nicaragua (de ahí el epíteto del principio de este párrafo: absurdo). derivando en un incumplimiento de los tres principales objetivos a cumplir de los impuestos. Ni redistribuye, ni funge como estabilizador ni como generador de activos estatales.

Por otro lado, la carga fiscal no soluciona otra problemática: la de su estancamiento. La carga tributaria mexicana es arcaica, pues es equiparable a la carga fiscal estadounidense, británica, sueca y francesa de hace 100 años (BOSCH, 2015, pág. 58) Para cuando dichos países alcanzaron un nivel económico (medido en PIB per cápita) equiparable al mexicano actual, ya habían aumentado su carga fiscal considerablemente. Esta aversión al aumento en la carga fiscal, sugiere el autor, es acaso explicado por los ingresos petroleros, cuyos ingresos incentivan a no aumentar los impuestos. Y es en esta parte de la problemática donde nos estrellamos con la paradoja y la trampa.

La teoría económica ortodoxa, -evoca Roberto Valencia-, supone que los impuestos son una distorsión en el mercado, es decir, choques que alteran el equilibrio y buen funcionamiento del mismo, por lo que un aumento en la carga tributaria en la nómina provoca que el equilibrio se rompa, causando que los poseedores de medios de producción opten por el reemplazo de capital variable (trabajadores) por capital constante (maquinaria y equipo). Además de ignorar que este reemplazo de trabajo por más medios de producción es una tendencia intrínseca del capital, independientemente de haya o no “distorsiones en el mercado”, ignora también, como advierte el autor que “no suele ocurrir así con las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyme), que por su naturaleza suelen realizar actividades que requieren menores procesos de automatización y preponderantemente inspirados en una mayor fuerza de trabajo” (Arriaga, 2015, pág. 65) Es entonces cuando la contradicción se hace evidente: México se encuentra gravemente rezagado en materia fiscal y, a la vez, encadenado por una planta productiva y de servicios débil que se ve gravemente afectada por una gravación. La contradicción sugiere entonces, que hay otros factores más profundos que nos llevaron a esta trampa, uno de ellos es que la alta desigualdad en el país no sólo es entre trabajadores y capitalistas, sino entre los mismos capitalistas.

La concentración de capital, sugiero, es un gran factor causante de esta problemática, puesto que es por esa gran concentración de capital que es urgente implementar medidas redistributivas más rígidas, pero son estas medidas, a su vez, las que pueden entorpecer el crecimiento y desarrollo de las MiPYMES. Por lo que de implementarse medidas más robustas, estás deben de estar plenamente focalizadas a los capitales más fuertes, y evitar en la mayor medida de lo posible las trabas a los pequeños capitales para fomentar su crecimiento y propia acumulación de capital. Sin embargo, conforme estos capitales pequeños vayan fortaleciéndose y la acumulación se incremente, sería imprudente no ejercer mayor presión tributaria. De esta forma, México podría hacerle frente a las dos problemáticas que amenazan al país con el estancamiento económico.