Andrés Manuel López Obrador: Un maestro de la política.

No es secreto que el presidente mexicano flaquea en muchos aspectos, no obstante, el mandatario se posiciona como uno de los más grandes actores políticos que ha dado la historia de nuestro país.

Foto: Portada de la revista RollingStone, junio del 2018

Haziel Ángeles Juárez
24 de septiembre de 2019

Andrés Manuel dio un grito “magistral y magnánimo”, así lo expresaron personajes de la oposición como Denisse Dresser o Enrique Krauze. Formidables o no, son personajes líderes de opinión que representan el matiz discursivo dentro de la oposición al gobierno obradorista. Es, por lo tanto, increíble que desde su postura adulen la habilidad política del presidente.

Andrés Manuel es un experto en el juego de la política. Según Weber (1994) “Quien hace política, aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas)” En eso, AMLO, es un profesional. Se hizo de la figura del Estado más representativa del poder: la presidencia.

Lo común dentro de la actividad política mexicana era que esta se diera por medio de ciertas influencias. Cargos de la APF se asignaban por medio del dedazo, desde banquillos en el congreso hasta la presidencia nacional. Si Andrés Manuel representa un caso sui generis es porque logra, gracias a su habilidad política, sobreponerse ante esta práctica que había imperado tanto tiempo dentro de la derecha política.

Andrés es un fenómeno ininteligible sin hacer un breve recuento de su pasado: Inició su carrera política en el PRI, al ser director del Instituto Nacional Indigenista del estado de Tabasco en el año 1977. Para el 83 AMLO ya era jefe del partido revolucionario institucional para el mismo estado. A partir de ahí, ha ido escalando hasta lograr ser parte de las oposiciones y coaliciones más formidables de los años subsecuentes con el PRD, el PT y Convergencia, lo cual le valdría el cargo de Jefe de Gobierno del entonces llamado Distrito Federal, hoy CDMX. Finalmente, terminado su gobierno, funda su propio partido en el año 2014, MORENA. Dicho partido es la expresión de un actor político emancipado; no satisfecho con la relación obtenida de todos los partidos por los cuales transitó y militó, decidió emprender su propio proyecto. De forma casi inverosímil, su movimiento político barrería no sólo a los partidos de derecha, sino que sustituiría aquellos de la izquierda. En cuatro años, AMLO y su MORENA se consolidarían como el principal partido político de México. El haberse mezclado, codeado e infiltrado en varios partidos políticos a lo largo de su carrera parece haberle dado la pericia necesaria para, posteriormente, herirlos de muerte.

Arsenal Obradorista

Dentro de sus principales herramientas de las cuales se ha valido Andrés Manuel está su capacidad para evadir temas incómodos; irónicamente, su pobre de cadencia verbal le ha sido útil más de una vez para salirse por la tangente con comentarios como: “interpreten mi silencio”, “lo que diga mi dedito” y el “me canso ganso”. La lectura inmediata es la de una persona falta de conocimiento, ignorante. Sin embargo, no son otra cosa que técnicas de evasión, con las cuales se escabulle y se hace a un lado. El interlocutor se queda ofuscado. No sabe qué acaba de escuchar ¿Fue eso una respuesta? No importa, Andrés Manuel pasa a la siguiente pregunta.

Otra de sus armas es su capacidad —aprendida a lo largo de los años— de unificar oposiciones políticas y de clases. Andrés Manuel lo supo más tarde que temprano, pero lo advirtió: si quería cumplir su sueño de ser presidente tenía que hacer y rehacer alianzas. No es accidental que personajes de partidos presuntamente enemigos sean parte del equipo morenista. Casos como el de Manuel Barttlet o Porfirio Muñoz Ledo.

Pero no sólo tuvo que reconciliarse con antiguos enemigos, sino que también tuvo que eliminar de él todo vestigio que lo posicionara como un aspirante “socialista” o “comunista”. Desde la conformación de morena y durante toda su campaña, no terminaba de enfatizar que sería amigable con la clase empresarial y ha hecho declaraciones que lo colocan como un firme simpatizante del capitalismo.

Finalmente, el arma más poderosa de su arsenal es la capacidad que tiene para simpatizar con el pueblo. Posiblemente no haya habido ningún presidente en la historia de México que haya sabido encantar los corazones de la población. En esta tarea, su pasado humilde lo apalanca. La gente se identifica, por vez primera, con un mandatario.

En efecto, su primer grito de independencia fue magistral; magistral porque fue emotivo y emotivo porque fue magistral. La potencia con la que gritó “¡Viva México!” encantó, a amigos y enemigos, de la misma forma. Eso es política.

No se malentienda: decir que Andrés Manuel es un maestro de la política no hace alusión a su personalidad sabia, benevolente e inteligente. Hace alusión a su capacidad de saberse mover, combatir, injuriar y halagar cuando sea el caso. A su capacidad de escabullirse, conectar y hasta bromear Todo eso con un único fin, el cual, ya logró: el poder. Andrés Manuel podrá ser un mal funcionario, pero no un mal político.


Bibliografía: Weber, Max. (1919) La política como vocación.