USMCA el nuevo tratado de Norteamérica ¿Tratado comercial, político o económico?

Pese a que el nuevo acuerdo es totalmente comercial según las autoridades de las tres naciones, no cabe duda que hay un trasfondo de otra clase y que impacta directamente en favor de los intereses de EU, sin que se especifique para México si las nuevas condiciones del acuerdo son mejores.

Alfredo Ocampo
5 de octubre de 2018

Después de largos meses de negociaciones México, Estados Unidos y Canadá han llegado a un acuerdo trilateral. El USMCA, por sus siglas en inglés, llega a reemplazar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El acuerdo se da en un entorno lleno de hostilidades comerciales, donde Estados Unidos busca fortalecer alianzas tal como lo está haciendo China.

A principios de año la administración Trump comenzó con una serie de represalias en el comercio de aquel país. Los aranceles han venido a tomar de nuevo una importancia que hace años no se veía. Las dos principales economías mundiales se han llenado represalias arancelarias hasta los dientes.

En este contexto, merece la pena la interrogante de cuáles han sido realmente las motivaciones de los negociadores, es decir, se debe leer entre líneas a la hora de mirar el nuevo tratado trilateral. Por un lado, en México se está por concluir el sexenio actual, a escasos dos meses uno de los motivos podría ser, entre otras cosas, político.

Por otro lado, el caso estadounidense. En medio de la guerra comercial con la potencia asiática que cada vez se torna más áspera, uno de los motivos puede ser la búsqueda de alianzas, lo cual queda plasmado en el artículo 32.10 del USMCA, donde prácticamente se establece la imposibilidad de realizar acuerdos comerciales con países que no lleven a cabo el libre mercado.

Si lo decimos en otras palabras, podríamos estar muy seguros y sin equivocarnos, que Estados Unidos es aquel de los tres que implementó dicho artículo. Resulta evidente cuando se piensa en la situación por la cual está pasando con respecto a la guerra comercial, la estrategia es cerrar el mercado norteamericano, es decir, es una más de sus represalias. Por último, si pensamos en Canadá no nos queda muy claro cuáles han sido los motivos reales.

Otro de los artículos del nuevo acuerdo que merece una especial mención es el 33 Política macroeconómica y cuestiones del tipo de cambio, en dicho apartado se propone el establecimiento de un comité macroeconómico encargado de la supervisión de la implementación correcta de dicho artículo.

Entre las cuestiones que llaman la atención son “reafirmar el compromiso de las Partes para cumplir los lineamientos del Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar la manipulación de los tipos de cambio o del sistema monetario internacional […] lo cual ayude a obtener una ventaja competitiva desleal”

No quedan claras las limitaciones que esto impondrá al Banco de México (BdM) en cuanto al tema. Pues si bien en teoría México tiene libre flotación cambiaria, lo que en realidad se lleva en la práctica es que cuando el mercado cambiario tiende a la depreciación del peso, BdM interviene a fin de evitar efectos de segundo orden que atenten contra su objetivo de inflación.

Algo rescatable de dicho apartado es la procuración de la estabilidad económica que impone la restricción de no manipulación del tipo de cambio. Pues en cierta forma condiciona a la próxima administración a una conducción de política económica que genere estabilidad y confianza, pues de otro modo dicha cláusula podría exponer a la economía nacional y hacerla más vulnerable.

Como siempre, se nos vende la idea de que cada acuerdo contiene una fórmula mágica que llevará a mayor bienestar y que se estará mejor. De este modo siguen surgiendo algunas preguntas de si este acuerdo es mejor que el anterior. Para quién es mejor o en qué aspectos. Solo el tiempo evidenciará los aciertos y errores de los negociadores nacionales en dicho acuerdo.