El espejismo del salario mínimo real

De acuerdo al Índice Nacional de Precios al Consumidor de la canasta alimentaria el crecimiento real del poder adquisitivo en el último sexenio fue de sólo 4.11%

Alfredo Ocampo
12 de diciembre de 2017

En esta segunda entrega respecto al salario mínimo hablaremos de algunos aspectos metodológicos que nos deja claro que el incremento en el salario mínimo no resultó significativamente favorable. El 1 de diciembre entró en vigor el nuevo salario mínimo general, con un incremento que representó un aumento en el poder adquisitivo del 16.76 % con respecto al que se tenía al inicio del sexenio, de acuerdo con la inflación anual anunciada el pasado 7 de diciembre, ¿pero qué pasaría si en lugar del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) general se utilizara un INPC de la canasta alimentaria, y así ver el impacto en el salario real?

El CONEVAL dio a conocer los últimos valores de las líneas de bienestar, los cuales contienen el valor de la canasta alimentaria mensual que debería ser consumida por una persona, en un ejercicio que realiza dicho organismo para analizar la pobreza desde su componente del ingreso. Antes que nada, debe recordarse que el INPC es utilizado en México para medir la inflación y en un esfuerzo por hacer de este el mejor indicador de lo que les pasa a los precios en la economía, se utilizan bienes y servicios representativos del consumo de hogares urbanos mexicanos, los cuales se ponderan de acuerdo a criterios que el INEGI establece, es decir, no todos los productos contemplados tienen la misma importancia en la determinación del INPC.

Esto significa que el aumento en los precios de la leche o huevo, por ejemplo, no afectarán en la misma proporción que el aumento en los precios de automóviles y/o servicios como hospedajes y viajes en avión. De tal modo que es una canasta que pretende ser representativa del consumo de un individuo promedio de la economía. El problema surge cuando se evalúa el consumo de un individuo que gana el salario mínimo; evidentemente, dicha persona que gana un salario mínimo, no será representada de la mejor manera por el INPC, ya que difícilmente podrá comprar un automóvil o podrá costearse un viaje en avión. De lo cual surge la siguiente interrogante ¿Por qué la CONASAMI utiliza este indicador a la hora de evaluar los aumentos al salario mínimo?

En la gráfica 1 se muestra un comparativo del INPC publicado por el INEGI contra una construcción INPC de la canasta alimentaria, esta última contempla únicamente la evolución de los precios de la canasta alimentaria, lo cual sería un indicador que representaría de mejor manera el consumo de alguien que gana el salario mínimo, pues es evidente que dicho ingreso se destina en su mayoría a alimentos, al ser estos de primera necesidad.

Como se observa, para noviembre de 2017, el INPC general llega a un valor de 130.0 mientras que el INPC de la canasta alimentaria llegó a un valor de 145.8, ambos base 2010. Esto quiere decir que los precios para una persona que consume casi la totalidad del ingreso en esta canasta alimentaria en el sexenio, han aumentado casi en un 15% más que los precios que se contemplan en el INPC general. La diferencia entre la inflación general y la inflación anual de la canasta alimentaria se agudizó en agosto pasado, donde la primera llegó a 6.66 y la segunda a 12.69 por ciento, para el último dato disponible (noviembre) la diferencia se redujo pero la primera está aún por encima, con valores de 6.63 y 8.87 por ciento anual respectivamente.

En la gráfica 2 podemos ver el resultado que se obtiene cuando se utilizan ambos indicadores, en rojo se observa que, utilizando el INPC general, durante el sexenio el salario mínimo ha recuperado su poder adquisitivo en 16.76 % en términos reales, mientras que, si hacemos el mismo ejercicio, pero contemplando únicamente los precios de la canasta alimentaria, el resultado es bastante más modesto, con sólo una recuperación de 4.11 % en el poder adquisitivo. Para poder entender mejor este punto, se tiene que, según datos oficiales, la inflación anual para noviembre fue de 6.37 mientras que la inflación anual en precios de la canasta alimentaria para el mismo periodo fue de 8.87.

El contemplar uno u otro indicador a la hora evaluar los aumentos al salario mínimo debería ser un tema de debate en el organismo encargado y los involucrados en el proceso si realmente se desea tener una recuperación en el poder adquisitivo del salario mínimo que sea significativo para aquellos que perciben dicho salario, pues de otra forma, se podría caer en la ilusión de tener resultados que no corresponden a la realidad de dichas familias.