El ejército y la política en Sudamérica

Durante las décadas de 1960 y 1970 América Latina vivió un proceso de militarización y en 2019 el ejército hizo renunciar a un mandatario latinoamericano

Autor de imagen: Telesur
Jorge Zavaleta
13 de noviembre del 2019

El pasado domingo 10 de noviembre de 2019 las fuerzas militares de Bolivia por medio de una conferencia sugirieron la renuncia del presidente Evo Morales para la “pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia” por las elecciones acontecidas el 20 de octubre. Al cabo de unas horas el presidente boliviano renunció. De acuerdo con Felipe Victoriano en su artículo “Estado, golpes de Estado y militarización en América Latina: una reflexión histórico política”, durante las décadas de 1960 y 1970 América Latina vivió de manera sistemática y estratégica un proceso de militarización, el cual utilizó como acto político de expresión la forma del golpe de Estado. La literatura política acuño este término para referirse a la intrusión de gobiernos que son asociados a un determinado tipo de autoritarismo. El término expresaba la captura del Estado por instituciones militares a partir de un acto material (movilización del ejército) y simbólico (toma de cedes de gobierno, universidades, etc.). Algunos de estos golpes de Estado fueron los siguientes: Bolivia, en 1971; Chile y Uruguay, en 1973; Argentina, en 1976, la mayoría fueron realizados en Sudamérica.

¿El ejército en la política?

Emilio Serano Villafeñe menciona en su libro “El Ejército, institución social, jurídica y política” que el ejército puede entenderse mediante dos de sus características, el institucional y el orgánico. La característica institucional se refiere a la fuerza militar nacional, de tierra, mar y aire, organizada para la defensa exterior del Estado y la conservación del orden interior, mientras que la segunda se refiere al Ejército en su aspecto “humano”, mira a sus elementos personales como miembros componentes de un organismo estatal y estudia al militar como persona física encargada del servicio de la defensa nacional. Dentro de la característica institucional Villafeñe menciona que, dada su función de fuerza militar de la nación para la defensa exterior del Estado, la misión vital del ejército es mantener la subsistencia de este, es decir, es el soporte del Estado, una relación simbiótica en donde una no existe sin la otra.

Villafeñe destaca que el ejército no es un poder soberano, sino una institución encuadrada en la administración general del Estado, es una prolongación del poder ejecutivo (cuya figura máxima es el presidente) y encarna la idea de defensa, organizada jerárquicamente, de la libertad entendida como la seguridad interior, del orden institucional y la paz pública. El Ejército no puede entrar en el proceso democrático por su misma organización jerárquica, no se puede elegir mediante votos a un general, esto desarticularía toda su estructura y sería un caos, menciona Villafeñe, sin embargo, siguen siendo el soporte mismo del Estado. Son políticos sin ser democráticos. En el caso de Bolivia el ejército dejó de apoyar a Evo en el poder, lo que trajo su renuncia, no tenía respaldo.

Sin embargo, el ejército no solo es un agente político. Al mantener cierto control, a través de la protección del orden, permite el desenvolvimiento de las actividades económicas, llegando incluso a insertarse como eje de estas en determinados períodos, es por ello necesaria el mantenimiento de las fuerzas militares, el nivel que se le preste es decisión de cada país. De acuerdo con la CEPAL el gasto militar es aquel que va dirigido a la protección de las fronteras geográficas de cada país contra las amenazas externas. En los siguientes mapas se observa el nivel del gasto militar en Sudamérica.

Gasto militar como porcentaje del gasto del gobierno central, 2018

Gasto militar como porcentaje del PIB, 2018

Fuente: Elaboración propia con datos de Banco Mundial

Los mapas se leen de la siguiente manera: entre más oscuro sea el color, mayor porcentaje de gasto hay, salvo por el color negro que significa que no hay datos. Como se puede observar en los mapas, los países que se encuentran en la franja del pacifico son los que mayor gasto tienen en la región sudamericana: Chile, Perú, Ecuador y Colombia, a estos le siguen Brasil, Bolivia, Guyana y Uruguay, y siendo el de menor gasto Argentina. En Chile la herencia de estructura militar de la dictadura de Pinochet mediante la nueva constitución es lo que permite explicar el gasto tan alto en comparación con los países de la región. En Colombia la lucha con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARCS) es lo que explica el gasto tan alto en el país. Perú y Ecuador han tenido roces en sus fronteras; en 1981 fuerzas ecuatorianas colocaron puestos fronterizos en territorio peruano y el presidente peruano Fernando Beláunde ordenó la intervención del Ejército y la Fuerza Aérea, siendo desalojados los invasores. En 1995 hubo un conflicto armado contra las fuerzas ecuatorianas en la cuenca del Río Cenepa, Perú culminando con la intervención de Argentina, Chile, Brasil y los Estados Unidos.

Como se mencionó anteriormente los conflictos del siglo pasado fueron temporales, los golpes de estado cesaron por un tiempo, los conflictos por el manejo político del país se trasladaron a peleas contra los cárteles de droga, revueltas o conflictos con países vecinos (como el caso de Perú y Ecuador). Sin embargo, durante los últimos dos meses el estallido de presiones guardadas en la región sur ha traído de vuelta el tema del ejército y la política. En Chile se utiliza para la represión contra las manifestaciones de la población, y recientemente la renuncia de Evo Morales por presiones militares ponen un mal ejemplo para los países vecinos. No es necesario realizar un gran gasto militar, como en el caso de Bolivia, para que el ejército sea quien marque la agenda política.