Alabado sea el Señor, que por medio del Espíritu nos inquieta, a orar, hablar, y trabajar en este apasionante tema del “Ecumenismo”. Hay quienes no les gusta llamarlo “Ecumenismo” sino “Unidad del Cuerpo de Cristo”.
Si estamos hablando de “Unidad”, es porque reconocemos que los cristianos nos hemos ido dividiendo a lo largo de los siglos, hemos ido perdiendo nuestra Unidad y esto es un gran pecado, un gran antitestimonio, un escándalo para nuestra fe. Estamos contradiciendo la Voluntad de Dios Jesús, en Juan 17, 21, ora al Padre, diciendo: “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”.
Personalmente pienso y siento que, antes de hablar sobre la Unidad del Cuerpo de Cristo, tengo que mirar, si yo, en mi interioridad soy “Uno”. ¿Qué quiero decir con esto? Nosotros somos, según la definición Bíblica: “Cuerpo-Alma-Espíritu”. Lo leemos I Tesal 5, 23: “Que Dios mismo, el Dios de paz, los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo”
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Es bueno preguntarnos… ¿Vivimos esta unidad de manera armoniosa en nuestra interioridad? Si nos fijamos bien, tenemos que reconocer, que nuestros pensamientos pueden ir por un lado, nuestros sentimientos por otro… ¿y nuestro espíritu por dónde va? Es bueno que vayamos incorporando estas reflexiones en nuestro interior, para nuestra propia unificación y así, ayudar también a otros a unificarse, para dar buenos frutos en la tarea de la Unidad del Cuerpo de Cristo.
Se trata de vivir el Ecumenismo en este tiempo… Y ¿qué es el Ecumenismo y por qué es importante para mí? Ecumenismo es buscar restablecer la Unidad del Cuerpo de Cristo. Es una “aventura del Espíritu”, en la que Jesús nos invita a orar y trabajar, mediante un diálogo de Amor, o sea, “sin polemizar con nadie”. Para esto, desde el Concilio Vaticano II, tenemos un Vademecum, un material, y creo que cada iglesia o comunidad eclesial, también lo tiene.
Y puntualmente, conocer y tender hacia el “ecumenismo espiritual”. Leemos en el Decreto sobre Ecumenismo, del Vat. II, en el Nro. 8, lo siguiente: “Esta conversión del corazón y santidad de vida, juntamente con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, han de considerarse como el alma de todo el movimiento ecuménico, y con razón puede llamarse ecumenismo espiritual”.
Entonces el “Ecumenismo Espiritual” se expresa en “las plegarias privadas y públicas por la unidad de los cristianos”. Es un proceso que nos vincula a unos con otros… La Unidad, es un “Don de Dios”, y la tenemos que pedir con insistencia; y nosotros tenemos que trabajarla en oración. El camino hacia la reconciliación y la comunión, se va abriendo cuando los cristianos reconocemos que tenemos una dolorosa “herida de división” y cuando sufrimos esta herida.
Quienes estamos aquí reunidos, somos llamados a vivir como “Carismáticos y Ecuménicos”, ya que así nació la RCC. Somos “Pueblo de Dios” que camina, junto a hermanos de otras tradiciones cristianas, orando y dialogando desde el amor y sin polemizar… ¿Qué buscamos? Como ya dijimos, la Unidad del Cuerpo de Cristo. Aclaro que también hay otro tipo de diálogo que le compite a los teólogos y no a nosotros. Ellos ya lo vienen haciendo, y estamos avanzando.
- La Iglesia Católica dialoga con cada una de las iglesias y comunidades eclesiales, que:
· creen en la Sma. Trinidad y bautizan en nombre de ella,
· creen en Jesús como Salvador y Señor que murió y resucitó por nosotros,
· y que tienen en común la Biblia, la Palabra de Dios, el Credo Nicenoconstantinopolitano.
· Nuestros teólogos católicos, dialogan con cada iglesia cristiana en particular, ya que las
diferencias son diversas con cada iglesia particular.
...Qué bueno experimentar que, a nosotros, como renovados por el Espíritu, Dios nos eligió para confiarnos esta hermosa tarea de orar y clamar, por la “Unidad del Cuerpo de Cristo”. Tenemos que “encontrarnos para conocernos, conocernos para amarnos y amarnos para unirnos”. Esta Unidad, que Jesús quiere, es don del Espíritu Santo y tarea nuestra.
Que lindo poder llegar a decir como lo dijo Job un día: “Hasta ahora, sólo de oídas te conocía, pero ahora te veo con mis propios ojos. Por eso me retracto arrepentido, sentado en el polvo y la ceniza”. Job 42, 5-6. Muchas veces, sólo de oídas conocemos a nuestros hermanos de otras tradiciones cristianas… y nos tenemos que arrepentir porque no nos hemos amado a causa de nuestras divisiones, ni reconocido que Jesús murió y resucitó por toda la humanidad.
También nos dice Jesús en Juan 10, 16: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; y también a ellas debo traerlas. Ellas me obedecerán, y formarán un solo rebaño, con un solo pastor”. Leemos también en Juan 15, 5: “Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada”. Lo que nos une es mucho más que lo que nos separa.
También nos dice el Doc. Lumen Gentiun del Vat II: “Fuera de los límites visibles de la Iglesia Católica, se encuentran bastantes elementos de santificación y verdad, que como dones propios de la Iglesia de Cristo, empujan hacia la Unidad”.
Hilda Hurmuz
UN POCO DE HISTORIA
Es bueno que conozcamos un poco de la historia del Ecumenismo, aunque sea desde fines de del siglo XIX, por no irnos más lejos, ya que siempre, a lo largo de la historia, Jesús quiso arreglar este tema de nuestras divisiones.
A fines del s. XIX - la Beata Hna. Elena Guerra, escribió cartas confidenciales al Papa León XIII, pidiéndole conducir a la Iglesia de vuelta al Cenáculo, con una predicación renovada sobre el Espíritu Santo. Atendiendo a este pedido, León XIII publicó en 1895, una carta apostólica, solicitando a todos los fieles, que celebren una novena solemne al Espíritu Santo entre las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, por la intención de la “unión de los cristianos” y que lo hicieran de manera perpetua. Y en 1901 consagró el siglo XX al E. Santo.
En 1906, comenzaron nuestros hermanos pentecostales con su “avivamiento” en la calle Azusa, California, que se transformó en un fuerte mover del Espíritu Santo en el mundo.
En 1908 Spencer Jones y Paul Watson, dos sacerdotes episcopalianos, tuvieron la inspiración de orar por la Unidad de los Cristianos, y establecieron la “Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos”, un “Octavario para la Unidad de los Cristianos” y así se fue extendiendo esta oración hasta el día de hoy.
A su vez, las Iglesias Ortodoxas y Evangélicas, también venían buscando sus “caminos de Unidad” desde antes, desde el encuentro que tuvieron en Edinburgo en 1910.
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En 1935 el abad Paul Couturier, sacerdote dominico, promovió en Francia, una “oración por la unidad de los cristianos” basándose en Juan 17, 21. Hoy, hacemos nuestra esta oración:
Señor Jesús, que en la víspera de morir por nosotros,
oraste para que todos tus discípulos sean perfectamente uno…
haznos sufrir dolorosamente la infidelidad de nuestra desunión. …
Concédenos encontrarnos todos en Ti, a fin de que,
de nuestras almas y de nuestros labios,
suba incesantemente Tu oración por la Unidad de los Cristianos,
tal como Tú la quieres, por los medios que Tú quieras. …
Así, las iglesias cristianas se reúnen a orar y a realizar tareas en común, desde 1910. Nosotros, Iglesia Católica, fuimos invitados a sus encuentros y enviamos observadores.
Mientras tanto…
- en 1940 el Hno. Roger Schultz, evangélico, buscando la reconciliación de los cristianos, creó la “Comunidad ecuménica de Taizé”
- Y en 1943, Chiara Lubich, laica-católica creó el “Movimiento de los Focolares”, que en sus objetivos está “el promover la unidad y la fraternidad universal en el amor”.
- En 1948 las iglesias cristianas formaron lo que se conoce como “Consejo Mundial de Iglesias”.
En 1961 en vísperas del Vaticano II que se abrió en 1962, y junto a observadores de otras iglesias cristianas, San Juan XXIII, oró diciendo entre cosas: «Renueva en nuestro tiempo los prodigios como de un nuevo Pentecostés, y concede que la Iglesia santa, reunida en unánime y más intensa oración en torno a María, Madre de Jesús, y guiada por Pedro, propague el reino del Salvador divino, que es reino de verdad, de justicia, de amor y de paz. Así sea»
Además. creó un clima nuevo desde su primer encuentro con los observadores de otras Iglesias, que habían sido invitados por él, al Concilio. Y les dijo:
"Aquí no tratamos de hacer el proceso del pasado, no deseamos probar quién tenía la razón y quién no la tenía. Todo lo que queremos decir es eso: Reunámonos de nuevo y pongamos fin a nuestras divisiones". El Vaticano II hizo ver claramente que "el Espíritu sopla donde quiere" y reconoció la riqueza de Su presencia en las Iglesias o comunidades cristianas fuera de su seno.
En 1964 aparece publicado el “Decreto sobre Ecumenismo” Unitatis Redintegratio, del Vaticano II donde, se habla en el Nro. 1: “Promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos es uno de los fines principales que se ha propuesto el Sacrosanto Concilio Vaticano II, puesto que única es la Iglesia fundada por Cristo Señor, aun cuando son muchas las comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo.”
A cada paso el Señor añadía nuevas gracias de Unidad…
También en 1965 Su Santidad Pablo VI y Su Beatitud el patriarca Atenágoras I del Patriarcado de Constantinopla, firmaron un “Documento conjunto”, perdonándose y levantando las sentencias de excomunión que se habían dado mutuamente, entre Roma y Constantinopla, al producirse la división en el año 1054. Este Patriarca, hombre de Dios, hombre de oración, ungido por el Espíritu, había expresado en una oportunidad, la siguiente reflexión-oración que la vamos a hacer nuestra, para permitirle al Señor trabajar nuestro corazón:
"Hay que hacer la guerra más dura contra sí mismo,
hay que lograr desarmarse.
Yo hice esa guerra durante años y fue muy terrible,
pero ahora ya estoy desarmado.
Ya no tengo miedo de nada.
Estoy desarmado de la voluntad de tener razón,
de justificarme descalificando a los otros.
Ya no estoy a la defensiva,
celosamente crispado sobre mis riquezas.
Acojo y comparto,
no me aferro especialmente a mis ideas, a mis proyectos.
Si me presentan mejores, o, más bien,
no mejores sino simplemente buenos, los acepto sin pesares.
Ya renuncié a comparar;
lo que es bueno, verdadero, real, es siempre para mí, lo mejor.
Por eso ya no tengo más miedo. Si uno se desarma, si uno se despoja,
si uno se abre al Dios–hombre, que hace todas las cosas nuevas,
entonces, Él borra el pasado malo
y nos devuelve un tiempo nuevo donde todo es posible".
Semana de oración por la Unidad.
Algo ya mencionamos con anterioridad. Lo que se venía orando de manera informal, desde 1968 se viene orando de manera formal cada año, y en dos fechas diferentes, por esta intención. En el Hemisferio norte se ora en la semana que va del 18 al 25 de enero, entre las fiestas de San Pedro y San Pablo y en el Hemisferio Sur, entre las fiestas de Pentecostés y Sma. Trinidad. El esquema de esta oración, la prepara cada año un país distinto. El de este año la preparó Malta y en el 2003 la había preparado Argentina. El país que lo prepara, lo presenta a una Comisión formada por el “Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos” por parte de la Iglesia Católica y la Comisión “Fe y Constitución” del Consejo Mundial de Iglesias.
2º DOCUMENTO DE MALINAS: “ECUMENISMO Y RENOVACIÓN CARISMÁTICA”
Cardenal Joseph Suenens en 1978
Comentando un poco este Documento, sabemos que el Papa Paulo VI en 1974 confió la RCC al Cardenal Suenens. Y él, al comienzo de su libro, se pregunta y responde: ¿Cuál es la finalidad del movimiento ecuménico? La finalidad del movimiento ecuménico es reunir de nuevo a los cristianos divididos. Y nosotros estemos o no en la RCC, tenemos que ver qué podemos aportar al movimiento ecuménico. Es un imperativo para cada cristiano en virtud del bautismo común a todos los seguidores del Evangelio.
El deber de la unión tiene hoy una nueva urgencia por causa del estado de angustia moral y descristianización del mundo. Ahora bien, tenemos que continuar preguntándonos: ¿Qué es la corriente ecuménica? Y la respuesta sería que es la reunión de los esfuerzos de cristianos que, bajo el impulso del Espíritu, desean, en obediencia a Palabra de Dios “Que todos sean uno” (Juan 17, 21), restaurar la unidad visible de la Iglesia de Jesucristo. Lo que suscita una serie de preguntas:
- ¿Qué entendemos por "unidad" que hay que "restaurar"?
- ¿Qué entendemos por unidad "visible"?
- ¿Qué entendemos por "la Iglesia de Jesucristo"?
Estamos llamados al “ecumenismo espiritual” teniendo en cuenta también la importancia de la acción ecuménica en otros sectores, como el social, el económico o el político. Parece que la Providencia asigna a la Renovación Carismática un papel específico, haciéndola instrumento de fraternales y profundos encuentros entre cristianos que se unen "perseverantes y unánimes" en oración, cuyo prototipo fue la del Cenáculo en Jerusalén en la vigilia de Pentecostés.
- La corriente ecuménica recuerda a los cristianos que la Iglesia debe ser una, tanto para ser fiel a su mismo ser: "Sed uno como mi Padre y yo somos uno"; como para ser creída: "Para que el mundo sepa que Tú me has enviado" (Jn 17,21).
- La corriente carismática atraviesa las Iglesias cristianas y nos recuerda que el Espíritu es el soplo vital de la Iglesia, Iglesia Esposa de Cristo, siempre operante en la medida en que nuestra fe, esperanza y audacia le permitirle obrar.
Tenemos que reconocer y apreciar los valores realmente cristianos que tienen su origen en el patrimonio común y que encontramos entre nuestros hermanos de otras tradiciones cristianas. Es justo y saludable reconocer las riquezas de Cristo y su poder operativo en la vida de aquellos que dan testimonio por Cristo, llegando a veces incluso hasta el derramamiento de su sangre.
Creemos que la Renovación Carismática Católica está llamada a realizar una vocación ecuménica, pero asimismo creemos que el ecumenismo encontrará en aquélla (RCC) una gracia de profundización espiritual y, en caso de necesidad, un complemento o un correctivo. Sentimos que el E. Santo nos invita a comprender el vínculo profundo que une las dos corrientes, como si fueran dos brazos de un mismo río que nacen de una misma fuente, y riegan las mismas riberas, para dirigirse hacia el mismo mar. Hasta aquí son palabras del Cardenal Suenens.
Alabado seas Señor! Cuánto nos fuiste regalando en amor, a lo largo de todo este caminar en oración y diálogo, con hermanos de distintas tradiciones cristianas!
En 1992 nos llegó un regalito del Cielo: aparece el “Catecismo de la Iglesia Católica”, donde se se menciona el Ecumenismo.
En 1993 el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, emitió el “Directorio para la Aplicación de Principios y Normas del Ecumenismo”.
En 1995 San J. Pablo II nos hizo otro regalo: publicó la Carta Encíclica “Ut unum sint” – “Que todos sean uno” donde nos dice que: “El Ecumenismo es un camino irreversible de la Iglesia Católica”. Lo expresa de esta manera:
Como consecuencia del Diálogo de años, entre la Iglesia Católica y la Iglesia Luterana, el 31 de octubre de 1999 en Augsburgo, Alemania, se firmó la “Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación”.
En todos los Documentos posteriores de la Iglesia, siempre hay algo relacionado al Ecumenismo.
Y ahora, como RCC tengamos presente y recordemos con gozo, los encuentros de C.R.E.C.E.S. (Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo) en el Luna Park desde el 2006 en adelante y por varios años… con la participación del Padre Raniero Cantalamessa, Matteo Calissi fundador de la Comunidad de Jesús, el Pastor Traettino, el Pastor Marcos Witt, y otros invitados de honor del extranjero, a los cuales, se adhirió al poco tiempo, el Cardenal Bergoglio.
Recordemos los Pastores que hemos conocido, Jorge Himitian, Norberto Saracco, Carlos Mraida, Tato Himitian, entre otros… a quienes acompañaba el Padre Fernando Giannetti, de feliz memoria hoy, que estaba al frente de la Comisión Episcopal de Ecumenismo en ese momento, y estaba también al frente de la Comisión de Ecumenismo y Diálogo de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Hoy lo reemplaza el Padre Carlos White, Párroco de esta Parroquia de Santa Julia. Entre los nuestros, estaban Pino Scafuro y Julia Torres y todos los que acompañaron en el servicio.
Hubo también, encuentros fuera del Luna Park, y retiros entre sacerdotes y pastores… es poco lo que contamos. En realidad, todo esto comenzó más bien en 2003 cuando vino a la Argentina Matteo Calisi, que es el fundador de la “Comunidad de Jesús” en Bari y fue el Presidente de la Fraternidad Católica de las Comunidades y Asociaciones Carismáticas de Alianza, en dos elecciones consecutivas.
Recordar también que en el 2014, el Santo Padre Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé I de Constantinopla, también firmaron otro “Documento conjunto”.
Todos estos documentos conjuntos van acercando las relaciones entre las iglesias cristianas.
En 2017 para las Bodas de Plata de la RCC en Roma, no sólo hubo participación ecuménica junto al Santo Padre Francisco, donde los disertantes recordaron especialmente los encuentros del Luna Park en Buenos Aires, sino que hubo también un encuentro con nuestros hermanos judíos mesiánicos.
El PAPA FRANCISCO, continuamente dialoga con cristianos de otras tradiciones cristianas y nos moviliza para que lo hagamos.
Hilda Hurmuz