En estos tiempos revueltos en los que parece que cada vez somos más individualistas, más localistas y más nacionalistas, proyectos como los de Agrupaciones de centros educativos nos permiten abrirnos a los demás, conocer otras perspectivas, otras realidades diferentes y a la vez muy parecidas a las nuestras. Compartirlas de norte a sur nos permite crecer como personas, mejorar como ciudadanos del mundo y superar prejuicios e ideas falsas y preestablecidas.
El proyecto de Co-periodismo se presentaba como un reto. Un reto a nivel personal, profesional, de centro, de ciudad e incluso de país. Tal y como viene en nuestro título de Co-periodismo, el resultado de coordinación, compromiso, coeducación, colaboración y concienciación, ha sido excelente, superando con creces las expectativas que los tres centros nos habíamos hecho. Los y las participantes han aprendido y se han concienciado sobre los problemas a superar de tres colectivos vulnerables de mujeres; gitanas, artistas y rurales. A nivel profesional, han trabajado en equipo, han investigado, entrevistado y reflexionado juntos, han abierto sus mentes, se han convertido en más tolerantes, en más curiosos, han aumentado sus capacidades y habilidades sociales y laborales (sobre todo algunas que es imposible trabajar en el aula). Asimismo, se han conocido, se han relacionado con naturalidad y han experimentado las vivencias que nos hacen a todos ciudadanos españoles y europeos, reconociéndonos en los que nos parecemos y en lo que nos diferencia y enriquece.
El balance es de lo más satisfactorio. A pesar del papeleo, las reuniones, la planificación, las gestiones económicas, sanitarias, de logística, etc.; a pesar de las dificultades propias de unir a tres centros y coordinarse con otras comunidades autónomas, los chicos y chicas han acabado felices de lo vivido y compartido. En cuanto a los equipos de profesores, nada nos hacía preveer que íbamos a coincidir en nuestros objetivos y metodología, que íbamos a trabajar tan bien juntos, que íbamos a lograr desarrollar un proyecto tan completo y enriquecedor y, sobre todo, que íbamos a ganar amigos de verdad en este proyecto que se presentaba al principio como puramente educativo.
Este proyecto ha sido un auténtico regalo. No solo por los lugares que visitamos —Lanzarote, Jerez y Cantabria—, sino por todo lo que compartimos entre personas tan distintas, pero a la vez, tan iguales. Nos juntamos para hablar de mujeres: la que cultiva la tierra, la que espera frente al mar, la que pinta y la que hace arte con su vida, la que cuida y lucha cada día. Y acabamos hablando también de nosotros, de cómo miramos, de cómo escuchamos y de lo que queremos cambiar.
Cada encuentro fue una sacudida, un abrir los ojos. Nos llevamos voces que no olvidaremos, historias que duelen y otras que inspiran, abrazos, carcajadas y preguntas que aún no tienen respuesta. Y sobre todo, nos llevamos la sensación de que algo dentro ha cambiado. Que ahora entendemos un poco más. Que ya no somos exactamente los mismos que al principio.
Proyectos como el de “Agrupaciones de centros” hacen posible esto: que el aula se ensanche, que las paredes desaparezcan y que la educación se llene de vida, de experiencias, de personas. Ojalá nunca dejemos de cruzar puentes como este.
Y eso, quizá, sea lo más bonito.