El popular «juego de chinos» parece tener su origen en el año 1787 en un pequeño pueblo de León, Bercianos del Real Camino y fue creado por un pastor de esa localidad, Felipe Valdeón Triguero.
Las reglas no pueden ser más sencillas: en cada ronda cada jugador guarda a escondidas entre ninguna y 3 monedas en su mano, que a continuación muestra cerrada al resto de jugadores, con el brazo estirado delante de sí. Entonces cada jugador por turno dice una cifra, intentando adivinar cuantas monedas suman todas las manos. Normalmente no se puede repetir una cifra ya dicha por otro. A continuación se abren las manos y se determina quién ha acertado, y se pasa a la siguiente ronda.
Las partidas pueden ser 'a la caída' (el que gana se retira hasta que sólo queda un perdedor), pueden ser a un marcador de 3 (el que gana 3 se retira hasta que sólo queda un perdedor), etc. El motivo de que los perdedores sigan jugando es que el último suele pagar la ronda.
Clásico a dos manos
Se reparten los tres chinos en ambas manos.
Los jugadores podrán apostar a los que hay en las manos derechas o los que hay en las manos izquierdas, pudiendo haber dos ganadores.
Cada jugador deberá empezar el mismo número de veces que el resto para compensar la diferencia de información disponible entre jugadores según su orden en el juego.
Chinos de colores
Requisitos: chinos de tantos colores como jugadores.
Cada jugador tiene dos chinos de cada color de los cualesguardará una cantidad en su mano. Las apuestas se han en dos rondas:
En la 1.ª ronda cada jugador intentará adivinar el número de un color determinado.
En una 2ª ronda que se efectuará en orden contrario (esto es, el último jugador hablará primero), cada jugador intenta adivinar el número de chinos totales.
Así, cada jugador podrá ganar hasta dos puntos por partida.