Algo tuyo aún vive
Algo tuyo aún vive
en la esencia
de este aroma
que conquista
el espacio que habito.
Algo tuyo vive aún
en la figura de
tu cuerpo ausente
que dibuja formas
en el hierro
candente de mi lecho.
Algo tuyo vive aquí
en tu voz que palpita,
vibración en el aire
que respiro incesante
sin encontrarte.
Tu esencia
permanece viva
tus huellas persisten
en los objetos que tocaste
como si la ausencia
fuera otra forma
de habitarme.
Lo que rozaron mis dedos
Se va por el desagüe
disolviendo todo afán,
arrastrando ansias
profundas de vida.
Estuvo tan cerca
de mis manos alargadas
que apenas rozaban
la realización genuina.
Huyó despavorida
como un perro de la muerte.
Deseo penitente
que como niño extraviado
cae en el abismo
de la incertidumbre:
lucha incesante
de los hechos por ocurrir
y que no ocurren.
La esperanza los aborta
como espejismos de agua
que se evaporan al tocarlos.
Vuelven las penumbras,
con ellas pesares y lamentos,
con el insomnio filoso
que horada los sueños
cultivados en tierra verde,
donde aún escucho
aquel jadeo huidizo
que cercena con desvelos
el último hilo de agua
que resistía tenaz
a hundirse en el abismo.
Y yo, inmóvil, contemplo
cómo se lleva también
fragmentos de mi nombre.
Desvanecimiento
Éramos dos
fundidos en pulso
aliento común
luz compartida
tiempo único
entre risa y risa.
Te volviste silueta
ya tenue
como agua sedosa
que escurre gélida
entre mis manos
ávidas de nada.
Me volví sonámbulo
buscándote ciego
por tierras yermas
repletas de ausencia
ignorantes de ti.
Mi voz enmudece
se desploma
en abismos de niebla
buscando ecos
de tiempos sin memoria
sin encontrarte.
Quedé inerte
verbo de piedra
templo cerrado
tiempo vacío
sin espera alguna
De tus huellas
brota silencio
labios de bruma
recitan mantras
mientras la noche
aniquila mi nombre.