ISABEL Y CARLOS
www.facebook.com/groups/gardelsiempregardel Autor: Canela Fava
ENTREVISTA A ISABEL DEL VALLE
Yo siento pudor en invadir su gaveta íntima con los recuerdos, con las cartas de amor, con las fotos que perpetúan los años felices de aquella juventud, pero doña Isabel parece rejuvenecerse con la evocación. Experimenta el mismo deleite de los actores que alguna vez fueron célebres cuando evocan sus veladas del gran aplauso; cuando muestran las notas de los críticos, las fotografías de las más festejadas creaciones... Doña Isabel habla de su hombre como si viviese, más allá de la muerte, más allá de la leyenda...
Cuando la señora Isabel cumplía los seis años, murió el papá y, por razones económicas, toda la familia Martínez del Valle se mudó al centro, a la calle Sarmiento esquina Carlos Pellegrini. Y fue justamente en esa esquina donde se conocieron con Gardel, donde se inauguró el romance cuando ella apenas había alcanzado los catorce años...
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-Y puedo decirle que fuimos muy felices. Todo, todo me lo confiaba, todo me lo consultaba... Mi gorda, me decía, también mi nena, y yo me sentía protegida, dichosa de compartir la vida con un artista tan popular, tan querido por la gente... Cuando él viajaba por sus compromisos, yo le hacía compañía a doña Berta, la mamá de Carlos, con la que fui muy compañera. De noche salíamos a comer por ahí, por todo ese Buenos Aires de los restauran-tes, de los cabarets, como el Chantecler, el que estaba en Paraná, y ese otro que estaba en Corrientes en el que se podía bailar en los palcos. El Tabarís, ¿no? Pero no crea mucho en eso de la vida noctámbula de Carlos ... Ni siquiera bebía. El único vicio que más lo preocupaba por la voz era el cigarrillo... "Gorda, el faso me va a fundir la gola", me decía cada vez que sentía alguna molestia...
Me cuenta que Carlos la abrumaba de requiebros con ese lunfardo que a ella tanto la conquistaba... Mi Gaucha, mi Gorda, mi Negra...
-Era un hombre muy alegre, con muchas ganas de vivir. Una vida que contagiaba ¿Sabe que digo siempre yo? Que era un predestinado, un elegido. Por eso, nunca necesitó un maestro de canto. Decían que había sido Bonessi, lo conoce? Pero Bonessi fue de Razzano. En un momento Carlos quiso abandonar el canto y ponerse a productor de espectáculos. Vivir de la voz lo angustiaba por la inseguridad, porque no se olvide usted que entonces no existía el sonido. Y fijese que hasta comentan que por eso de la voz tuvo un incidente con Le Pera. No sé, yo le repito lo que me contó Aguilar, que fue el único sobreviviente de Medellín, aunque murió después. Aguilar decía que Le Pera -que era el productor- lo hizo cantar a Carlos en un estadio al aire libre y, claro, sin sonido el público que no escuchaba bien hizo sentir sus protestas ... Eso a Carlos lo dejó muy mal de ánimo y decidió separarse de Le Pera.. Yo le repito lo que escuché de boca de Aguilar... Que Le Pera y Carlos discutieron en el avión y que sacó un arma y le disparó un balazo que, en vez de pegarle a Carlos le dio en la nuca al piloto, un tal Samper, y así el avión quedó sin gobierno... Yo no lo puedo asegurar, pero me lo dijo a mí, Aguilar, que fue el único que sobrevivió.
Carlos iba con Martino, una especie de secretario que conocía a mi hermano... Y apenas nos tropezamos, Carlos se me quedó mirando con los ojos asombrados mientras le comentaba a Martino... "Che, viejo, ¿esta papusa quién es?". Entonces, Martino nos presentó y al otro día mismo, Carlos, por invitación iría con y el consentimiento de mamá, fue a casa a comer un arroz a la valenciana...
En el relato, la señora Isabel no puede ocultar su vanidad femenina cuando usa ese vocablo papusa... ¿Cuánto hace que yo no lo escuchaba? ¡Papusa! Lunfardismo en desuso que alguna vez usé, pero que ahora me exhuma doña Isabel evocando cuando todavía era casi adolescente receptora del piropo gardeliano... "Che, papusa, oí los acordes melodiosos..." ¡Catorce años! ¿Y cuántos Gardel?, le pregunto.
-Treinta y cuatro, me llevaba veinte años justitos, pero yo era ya una mujer en mi figura. Además, ¿qué importaban los veinte años de diferencia? Le confieso que nunca reparé en esos aspectos. Me enamoré perdidamente de Carlos por la figura, por la ternura, por esa manera de ser.. Y sé que Carlos me amó también mucho, que fui el único amor de su vida a pesar de todos los amoríos que le adjudican...
-¿Cuánto duró la relación?
-Hasta que tuvo el accidente. Doce años, ¿qué le parece? ¿Usted puede creer que un hombre mundano como Carlos, que vivía en el espectáculo rodeado de elogios, de aplausos, de celebridad, podría mantener una relación de tantos años conmigo si no me hubiese querido? Cuando él murió yo tenía veintiséis años y créame que me resistí a admitir su muerte hasta que me convencieron Gardel con Isabel los amigos...
Nota de J. Lupic: Isabel del Valle nació 16 de marzo de 1907 y murió 4 de mayo de 1990 a los 83 años de edad