Estimadas y estimados miembros de nuestra comunidad del Campus San Carlos:
Quiero reafirmar el compromiso firme que tenemos con la seguridad de todas las personas y de nuestras instalaciones. Cada decisión que tomamos busca garantizar un entorno confiable y protegido, donde podamos desarrollar nuestras actividades con tranquilidad.
El retorno gradual se está llevando a cabo con responsabilidad, siguiendo protocolos y medidas que priorizan el bienestar colectivo. A algunos les parece exagerado. Sin embargo, nuestro objetivo es que cada paso sea seguro y ordenado, manteniendo la confianza que caracteriza a nuestro TEC.
Gracias por su colaboración y por ser parte activa de este proceso. Unidos, seguimos construyendo un campus seguro y preparado para el futuro.
Oscar López.
Regla de Oro de Información Urgente: "DÓNDE, QUÉ y QUIÉN"
¿DÓNDE? → Tu ubicación exacta.
¿QUÉ? → Qué está pasando y qué peligros hay.
¿QUIÉN? → Cuántas personas están heridas o atrapadas.
Marcar 3191 desde teléfono interno
Marcar 2401-3191 desde cualquier celular
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Sistema de Emergencias: 911 desde cualquier teléfono
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Cruz Roja: C.Quesada (506) 2460 7880
Bomberos: C.Quesada (506) 2460 0502
Instituto Nacional de la Mujer, Delegación de la Mujer 2527-3761
Centro de Información y Orientación en Derechos del INAMU (CIO) 2527-1911
Instituto WEM: Línea de apoyo para hombres 2234-2730
Patronato Nacional de la Infancia: Central telefónica 2523-0800 / 2523-0900
Línea para niños, niñas y adolescentes 1147
Línea para adolescentes madres y sus familiares 800-226-2626
Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica: Línea Aquí estoy 2272-3774 Atención psicológica 1322
Actúa con C.A.L.M.A.:
C - Conservar la Calma: El pánico nubla el juicio y lleva a decisiones erróneas. Respira profundamente. Su mente clara es su mejor herramienta.
A - Alejarse del Peligro: Identifique la amenaza principal (fuego, edificio colapsado, inundación, cable caído) y aléjese de ella hacia un lugar abierto y seguro.
L - Llamar al Número de Emergencia: Una vez en un lugar seguro, llame a los servicios de emergencia. En Costa Rica, el número único es 911.
¿Qué decir? Su ubicación exacta, el tipo de emergencia (incendio, derrumbe, etc.), y si hay personas heridas o atrapadas.
M - Mantenerse a Salvo: No regrese por pertenencias. No use ascensores. Aléjese de ventanas y objetos que puedan caer.
A - Ayudar a Otros (si es seguro hacerlo): Solo si no se pone en riesgo, puede ayudar a niños, personas mayores o con discapacidad a ponerse a salvo. Su seguridad primero.
Cuando llame al 911 o hable con un rescatista, esta información es ORO:
Tu Ubicación Exacta (Lo más Importante):
Dirección específica, puntos de referencia (frente a qué lugar, color del edificio).
Si estás atrapado, indica en qué piso y en qué habitación o zona del edificio.
La Naturaleza de la Emergencia:
¿Qué pasó? (Sismo, incendio, explosión, inundación).
¿Hay riesgos inminentes? (Fugas de gas, olores raros, chispas eléctricas, peligro de más derrumbes).
Situación de las Personas:
Número de heridos y su estado aparente: ¿Están conscientes? ¿Sangran abundantemente? ¿Tienen dificultad para respirar?
Personas atrapadas o desaparecidas: Es vital saber si hay gente bajo escombros o de la que no se tiene noticia.
La identificación personal es el primer filtro para garantizar la seguridad en el campus. En la nueva normalidad, este hábito debe convertirse en parte de nuestra cultura institucional. Para ello:
Portar siempre el carné institucional: Es obligatorio para estudiantes, funcionarios y personas autorizadas. El carné debe estar visible durante toda la permanencia en el campus.
Documento de identidad vigente: Debe mantenerse a mano para casos de verificación adicional.
Respeto a los puntos de control: Seguir las indicaciones del personal de seguridad en los accesos y durante revisiones preventivas.
Ingreso ordenado y seguro: Prever tiempo suficiente para el ingreso, especialmente en horarios de alta afluencia.
Uso de credenciales temporales para visitantes: Toda persona externa autorizada debe portar un gafete temporal emitido en el punto de control.
Verificación digital: Cuando sea posible, utilizar sistemas de validación como códigos QR o aplicaciones institucionales para agilizar el proceso.
Cultura de corresponsabilidad: Entender que estas medidas no son restrictivas, sino preventivas para proteger la vida y la continuidad de nuestras actividades.
Conocer y aplicar los protocolos de emergencia es fundamental para actuar con rapidez y seguridad ante cualquier situación crítica. Esto implica:
Identificación de rutas de evacuación: Cada persona debe saber dónde están las salidas de emergencia y los puntos de reunión seguros en su edificio y campus.
Participación en simulacros: Estos ejercicios no son opcionales; son esenciales para familiarizarse con los procedimientos y reducir el riesgo en una situación real.
Números de emergencia institucionales: Memorizar o guardar en el celular los números específicos del campus (internos y externos) para reportar incidentes sin demora.
Protocolos ante amenazas específicas: Conocer qué hacer en caso de alerta por ataque armado, incendio, sismo u otra emergencia. Por ejemplo:
Mantener la calma y seguir instrucciones del personal autorizado.
No bloquear accesos ni generar aglomeraciones.
Comunicación clara: Usar únicamente canales oficiales para recibir y transmitir información durante una emergencia. Evitar rumores que puedan generar pánico.
Responsabilidad individual y colectiva: Cada persona debe asumir su rol en la prevención y respuesta, colaborando con las autoridades y respetando las indicaciones.
Una comunicación clara y oportuna es vital para prevenir riesgos y actuar con rapidez ante cualquier situación. Para ello:
Uso exclusivo de canales oficiales: Toda información relacionada con seguridad y emergencias debe provenir de Rectoría, Direcciones de Campus o la Comisión de Crisis. Evitar difundir rumores o mensajes no verificados.
Reportar situaciones sospechosas: Si observas personas, objetos o conductas inusuales, notifícalo de inmediato al personal de seguridad o mediante los números de emergencia del campus.
Disponibilidad de contactos clave: Guarda en tu celular los números institucionales de emergencia y tenlos visibles en tu lugar de trabajo.
Alertas institucionales: Presta atención a correos oficiales, mensajes en intranet y carteleras. Participa en las reuniones informativas cuando se convoquen.
Responsabilidad en redes sociales: No publicar información sensible sobre protocolos o incidentes que pueda comprometer la seguridad.
Cultura de prevención: Entender que comunicar a tiempo no es alarmar, es proteger. Cada reporte oportuno puede evitar una situación crítica.
La seguridad no depende únicamente de protocolos; requiere una actitud preventiva de toda la comunidad. Para fortalecer esta cultura:
Ingreso controlado: Evitar permitir el acceso a personas externas sin autorización formal. Toda visita debe estar registrada y validada.
Cumplimiento de disposiciones: Respetar las normas sobre actividades presenciales (listado previo, control de acceso, uso de carné).
Atención a señales de alerta: No ignorar comportamientos inusuales, objetos abandonados o situaciones que generen sospecha. Reportar de inmediato.
Participación activa: Asistir a capacitaciones y simulacros para conocer cómo actuar en caso de emergencia.
Prevención en espacios comunes: Mantener orden en aulas, oficinas y áreas abiertas para facilitar evacuación y reducir riesgos.
Responsabilidad compartida: Entender que la seguridad es tarea de todos. Cada acción preventiva contribuye a proteger la vida y la continuidad de nuestras labores.
Actitud proactiva, no reactiva: No esperar a que ocurra un incidente para actuar; anticiparse es clave para reducir riesgos.
La seguridad no solo se mide en términos físicos; también depende del equilibrio emocional de la comunidad. Las amenazas y cambios en la rutina pueden generar ansiedad, estrés o sensación de vulnerabilidad. Para cuidar este aspecto:
Reconocer las emociones: Es normal sentir preocupación ante una situación de crisis. Hablarlo es el primer paso para gestionarlo.
Acceso a apoyo profesional: El TEC ofrece espacios de escucha y atención psicológica sin cita previa, sesiones grupales breves y acompañamiento individual. Aprovechar estos recursos es señal de fortaleza, no de debilidad.
Promover la empatía: Recordar que cada persona vive la crisis de manera distinta. Evitar juicios y ofrecer apoyo mutuo.
Mantener rutinas saludables: Dormir bien, alimentarse adecuadamente y realizar actividad física contribuyen a reducir el impacto emocional.
Participar en actividades preventivas: La VIESA organiza talleres y espacios socioemocionales para fortalecer la resiliencia.
Comunicación positiva: Evitar mensajes alarmistas y preferir información clara y constructiva. La calma se contagia.
Cultura de cuidado colectivo: Entender que la seguridad emocional es parte de la misión institucional. Cuidarnos entre todos es tan importante como seguir protocolos físicos.
La seguridad institucional no puede ser rígida ni unilateral; debe adaptarse a las realidades de cada campus y a la dinámica de nuestras actividades académicas y administrativas. Para lograrlo:
Flexibilidad en la aplicación de protocolos: Ajustar procedimientos según las condiciones locales, sin perder trazabilidad ni control. Por ejemplo, permitir autorizaciones rápidas para actividades no programadas cuando existan justificaciones válidas.
Descentralización operativa: Delegar decisiones en las Direcciones de Campus y sus equipos, quienes conocen mejor las particularidades del territorio y pueden responder con agilidad.
Corresponsabilidad institucional: La seguridad no es tarea exclusiva de la Comisión de Crisis ni del personal de vigilancia; es un compromiso compartido entre autoridades, funcionarios, estudiantes y proveedores.
Comunicación permanente: Mantener canales abiertos entre Rectoría, campus y centros académicos para garantizar información oportuna y evitar duplicidad de esfuerzos.
Equilibrio entre seguridad y misión institucional: Las medidas deben proteger sin paralizar la docencia, investigación, extensión y vinculación con la sociedad.
Cultura de colaboración: Promover la idea de que cada acción preventiva es un aporte al bienestar colectivo, reforzando el sentido de comunidad y confianza.