Los documentos fundacionales de una biblioteca son mucho más que papel y tinta; son testigos silenciosos de un acto de creación cultural. Su preservación y estudio no solo enriquecen la historia de la institución, sino que también nos ofrecen valiosas lecciones sobre el poder del conocimiento compartido y el compromiso de una sociedad con su propio desarrollo intelectual y cultural. Son un patrimonio inmaterial tangible que merece ser cuidado y difundido.