Gladiator (2000): es una obra de Hans Zimmer y Lisa Gerrard. Esta partitura no pretende seguir ni la senda clásica en los títulos de romanos ni evocar con sus melodías la suntuosidad de los peplums. En realidad, el camino tomado ha sido el de dar vigor al espectáculo de la película, aportar una doble lectura dramática sobre el personaje principal (según se le vea como humano o como leyenda) y recrear el entorno. Lo más notable, el contratema aplicado al emperador Cómodo.