En el tejido de las cobijas o sarapes yoreme se entrecruzan conocimientos y tecnologías originarios con materias primas y estilos resultantes del proceso colonial. Las piezas se elaboran con lana, utilizando herramientas y técnicas de origen prehispánico.
El primer paso es “pelar” o trasquilar a los borregos, después de lo cual la lana se expurga para eliminar residuos e impurezas y se lava con agua repetidamente. Después de secarla, se golpea con una vara para aflojarla y esponjarla. A continuación, se carda con cepillos de alambre, lo cual permite acomodar y emparejar las fibras, dejándolas listas para el hilado. La fibra se transforma en hilo al torcerla manualmente, tradicionalmente se utiliza un huso de madera de etcho, con un malacate del mismo material. Esta herramienta se apoya sobre un trozo de cerámica o directamente en el suelo; la hiladora va formando pequeños rollos de fibra que coloca en la punta del huso, la cual hace girar con su mano derecha mientras con la izquierda tuerce y estira el hilo que se va formando. Con este procedimiento se generan hilos de dos calibres distintos, unos más apretados y delgados para el ‘tendido’ o urdimbre y otros más sueltos y gruesos para la trama.
El teñido se hace con colorantes vegetales locales. Los colores más utilizados son el azul, que se obtiene al machacar y hervir con orina humana las hojas tiernas de chiju (un tipo de añil silvestre); el café, extraído de la madera de torote prieto o de la chúcata (resina o goma de mezquite); tonalidades de rojo que provienen del palo de Brasil, como el rosa, el vino y el guinda; el anaranjado y el amarillo, de la flor de san Juanico, y el negro, usando mayores concentraciones de chiju por un tiempo más prolongado. En general, el procedimiento de teñido consiste en hervir agua con la materia tintórea y sumergir en ella las madejas de hilo durante el tiempo suficiente para que el color penetre y se fije en la fibra.
El tejido se realiza en un telar horizontal ‘de piso’ (también llamado ‘de marco’ o ‘de estacas’), el cual se construye al fijar en el suelo cuatro huicas (palos) llamadas jioháuari (postes), de acuerdo con las medidas deseadas para la tela. En dos de los extremos se fijan los jiotoria, barras transversales que sirven para sostener y tensar la urdimbre. Esta se tiende en forma circular entre ambos travesaños, pasando la madeja por arriba y por abajo hasta cubrir toda la anchura del telar. A continuación, se introduce la choma (vara de lizo), a la cual se sujetan de manera salteada (de uno a uno) los hilos de la urdimbre, para movilizar por separado pares e impares al insertar la trama. Para mantener la separación entre ambas capas se utiliza el nacabujya (vara de paso), un largo carrizo que se coloca de forma perpendicular al ‘tendido’.
Para tejer, se abre una calada utilizando la choma y el nacabujya; esta apertura se sostiene con el sasapayeca (machete), hecho de una madera maciza y con bordes dentados, que sirve para mantener la distancia entre los hilos de la urdimbre y para apretar la trama una vez insertada. Esta se introduce de una pasada a todo lo ancho del lienzo con ayuda de una lanzadera, o bien, se va colocando por secciones, cuyos hilos se pepenan manualmente, para ir formando los diseños mediante la técnica de tapicería. Esta consiste en ir enlazando la trama solo en los segmentos necesarios para crear el diseño del tejido, alternando hilos de diferentes colores. Algunos de los motivos presentes en las cobijas o sarapes yoreme son: kamabácim (semilla de calabaza), ayawabácim (semilla de calabaza de cuello torcido), puséra (ojo), saka’áwim (alacrán), kwé’yo (diseño central), “culebrillo”, “pluma” y sewa (flor). En el caso de las fajas que utilizan los Pascolas, la técnica de tejido empleada es la sarga, que forma una textura con apariencia de líneas diagonales.