El papel esencial que juegan aquellos supervivientes en la educación moral de una sociedad.
Carmen Velázquez
Queriendo o sin querer, hoy en día hemos hecho un nuevo sistema para indicar fechas,
momentos o situaciones. Cuando hablamos de algo que ocurrió en el pasado, los
situamos en un antes o después de una guerra. “Nada más acabar la Guerra Civil…”,
“Unos años antes de que comenzase la Segunda Guerra Mundial…” y como éstos,
numerosos ejemplos más. Pero finalmente ¿qué queda de los conflictos?, ¿sólo fechas
que marcan nuestra historia? No debería de ser así, pues no son fechas lo que queda
únicamente, también lo hacen las miles de vidas que se llevan. De hecho, lo principal de
la guerra son las víctimas. Las víctimas son aquellas personas que sufren un daño
mental o físico como consecuencia de algo ocurrido, en este caso la guerra. El miedo es
un sentimiento que todas las víctimas comparten, al igual que finalmente la derrota. Las
víctimas también aguantan humillaciones por parte de aquellos que tienen el control
total de sus vidas.
En definitiva, la memoria de las víctimas es fundamental para evitar que otra tesitura
similar vuelva a acontecer. Y ya no solo es fundamental el recuerdo sino el papel
esencial que juegan aquellos supervivientes en la educación moral de una sociedad. Por
ejemplo, Raphaël Esrail y Jacobo Drachman, testigos de las barbaridades de la Segunda
Guerra Mundial y supervivientes del Holocausto, apuestan por la educación de las
nuevas generaciones, dándoles a conocer todo lo sucedido hace apenas 75 años al
mismo tiempo que les enseñan la importancia de la lucha por la democracia. Drachman
además relata la relación de verdugos y víctimas. Cuenta cómo los alemanes eran
respetados como si de dioses se tratasen. Raphael cuenta que ni siquiera les podía mirar
a la cara, pues suponía una pena de muerte. Estas son las víctimas humilladas que tratan
de sobrevivir.
Es importante analizar estos testimonios para ser conscientes de que no siempre los
finales son felices, ni que todo lo que tenemos actualmente ha aparecido por arte de
magia, porque esto que tenemos se debe en gran parte a las miles de vidas que quedaron
por el camino; todos aquellos que lucharon y se sacrificaron por darnos lo que ahora sí
podemos llamar “vida”.
CARMEN VELÁZQUEZ.
Perdonar pero no olvidar
Lucía Villamor
Cuando los besos se transforman en gritos, los abrazos en armas y cuando los zapatos dejan de ser
la fina línea que separa los pies del tacto del suelo para convertirse en lo que los une a un suelo
lleno de cadáveres, es entonces cuando comienza la guerra. Y no simplemente la guerra, con ella
también empieza el miedo y la barbarie. La desolación de un alma que nace como ser humano y
muere como víctima, porque eso fue lo que una sociedad autoritaria y deshumanizada llevó a cabo, y
lo único que queda es el nombre de miles de víctimas.
Cuando hablamos de víctimas hablamos de personas a las que les fue arrebatado el derecho a la
palabra libre por la simple discrepancia ideológica. La violencia les condujo a convertirse en
personas sin sentido de pertenencia; vivieron hundidas en la oscuridad que les proporcionaba la
sombra del dolor y el sufrimiento. Fueron humilladas, perseguidas y maltratadas; arrebatadas de sus
familias y obligadas a perderse o bien en la vida infernal o bien en la muerte.
Lo que agrava dicho atentado contra la humanidad es el hecho de que este suceso fuera llevado a
cabo por personas que perdieron el don que les correspondía como seres humanos y se convirtieron en
monstruos morales. Llámese Franco, Adolf Hitler o Mussolini, llámese soldado, llámese pistola o
bala de repuesto, da igual cómo se llamen, todos cometieron el mismo crimen: agujerear el alma de
las víctimas.
Perdonar pero no olvidar. La capacidad de resiliencia que muestran las víctimas del fascismo es un
símbolo de resistencia que sirve a la sociedad actual como ejemplo para poder enfrentarse a sus
problemas. Es importante hablar del pasado para poder cerrar heridas que suponen traumas en unas
vidas destrozadas. Es fundamental reconocer los logros y los méritos que tuvieron lugar en un
pasado que no pudo ser reconocido. Recordar es un derecho que todos tenemos y un deber que
implica el ser capaces de perdonar los antiguos traumas colectivos. Superar el pacto del olvido
implica asumir que el consenso social de “olvidar” debe ser sustituido por el de“recuperar”. Si la
democracia de hoy en día nos permite echar la vista atrás no es para remover el pasado, sino para
intentar ayudar a reconstruir y transformar el dolor en dignidad. Si el silencio fue callado, ahora es
el momento de que grite y exprese la libertad que nunca tuvo.
Para que exista una víctima, debe haber injusticia, y ese es el signo que marca la condición de víctima.
Carlos Castillo
¿Quiénes son las víctimas? ¿Qué características tienen? ¿Qué las distingue de los verdugos? ¿Qué valor moral tienen las víctimas? Aunque el dolor se extienda y el sufrimiento sea el resultado de la guerra, no todos son víctimas, no todos tienen la condición de víctimas, ser un desgraciado no te da la condición de víctima. Estas son quienes, sin merecerlo, no tienen finales felices (más o menos). Por lógica, para que exista una víctima, debe haber injusticia, y ese es el signo que marca la condición de víctima. Junto con el dolor, esta es la característica que comparten las víctimas. Y una consecuencia que puede acarrear esta injusticia es la pérdida de libertad. No porque la hayas rehusado, sino porque te la han arrebatado. Ninguna víctima del franquismo, o si nos movemos a la Alemania nazi, o a cualquier régimen dictatorial, tuvo la oportunidad de ser libre. Tan arrebatada les fue la libertad que casi perdieron el derecho a pensar lo que quisieran, como si les pudieran controlar la mente. Así que estas víctimas, cuyo mayor sufrimiento era vivir en un sinsentido no consentido, no podían ganar: la muerte física y anímica o psíquica siempre les esperaba.
En segundo lugar, después de aclarar quiénes son las víctimas, me gustaría reflexionar sobre cómo los que no hemos participado en estos desastres comprendemos o sentimos su papel. ¿Cómo han quedado en el tiempo estas historias? ¿Se han olvidado? ¿Es necesario rememorarlas? Para responder a estas preguntas es necesario tener un conocimiento o una idea de lo que era y es la guerra y lo que conlleva. Una guerra, desde mi inexperto punto de vista, nunca es buena ni necesaria; sin embargo, a veces es irremediable. Si vivimos la guerra y somos conscientes de que finalmente todos terminamos siendo los perdedores (en mayor o menor medida), probablemente no busquemos otra más. Pero los que no hemos pasado por esa situación no tenemos una conciencia clara de la guerra, y tenemos que meditar por nuestra cuenta sobre el pasado para no cometer los mismos errores. En ese caso, podemos forjar esa conciencia de un modo muy sencillo: recordando a las víctimas. Cualquier ser humano, por muy miserable que sea, es capaz de sentir cierta empatía por el prójimo, y esta es en muchos casos la única manera de entender las penas de la guerra. Si hoy en día no se hiciera memoria en nuestro país, muchos viviríamos de forma egocéntrica sin darnos cuenta de que nos podría haber tocado a nosotros, y que por ello somos enormemente afortunados porque, seamos realistas, la guerra es odio, barbarie, destrozos, muerte, desesperación...
España no debe intentar desviar el tema cuando se habla del Franquismo
Cristian Caballero
Guerra. Las guerras han existido desde que existe la vida en este planeta, pero cuanto
mayor es el potencial de la especie mayores son las repercusiones de tal guerra. Una
guerra entre tribus del neolítico podía suponer poco más que la muerte de unas decenas
y la destrucción de algunas construcciones, sin embargo, a medida que avanza la
tecnología de los humanos las guerras se han vuelto más peligrosas y sobre todo más
crueles. Para tener conciencia de la crueldad que se vive en una guerra, debemos
aprender a recordar el pasado y no intentar solo enterrarlo. Igual que Alemania no
censura cualquier cosa relacionada con los nazis, aceptan su existencia y la usan de
ejemplo de qué es lo que no se debe hacer, España no debe intentar esconder este tipo
de cosas y desviar el tema cuando se habla del Franquismo. Solo así se pueden evitar las
corrientes de pensamiento que dieron lugar a estos fenómenos y que se generaron no
hace tanto tiempo.
Muerte. Compañera inseparable de la guerra, sin duda la mayor tragedia que puede
traer un conflicto. La muerte hoy en día está muy deshumanizada. Vemos estadísticas de
refugiados que mueren intentando buscar solo paz y los tratamos como números, de
igual manera que la gente muriendo por enfermedades no son más que simples cifras. Sin
embargo, debemos ver cómo la muerte de personas destroza familias y sociedades.
Obviamente hay muertes que son prácticamente inevitables, pero nuestras políticas
deberían amparar al débil que intenta protegerse de la vencedora real de cualquier
guerra, la muerte.
Hambre. No solo referida a la inanición, también al hambre de poder ambicioso,
también al hambre de imponer tus ideales, raza o decisiones. Además, es irónico como
en nuestro mundo vive gente con tal abundancia de dinero que tiene más que suficiente
para poder vivir 10 vidas, y por otro lado, gente que apenas sobrevive el día a día; todo
esto es culpa de sistemas que permiten el hambre de abundancia y no satisfacen el
hambre de supervivencia. Pero no queramos negar lo obvio, estos sistemas los creamos
los propios humanos y nosotros debemos cambiarlos para que al menos este mundo sea
un poquito más justo que antes. No solo hablando de lo económico, la gente también
puede tener hambre de afecto y respeto, no debemos ser los mayores activistas ni
grandes economistas para tomar parte, estos actos empiezan en nuestras relaciones con
los demás, en no prejuzgar a alguien porque viva en la calle, en no rechazar al
inmigrante ni tampoco pensar que el rico es malo por ser rico.
Relaciono la palabra "víctima" con "desgracia"
Marta Hernández
Sentirse derrotado debe de ser una de las peores sensaciones del mundo. Creo que la
palabra “víctima” la podemos relacionar con “desgracia”. Ambas producen gran dolor y
sufrimiento. El miedo, la soledad y el silencio están siempre presentes. El enemigo
golpea en cualquier momento y la libertad no existe para los que piensan de manera
diferente. Todos son vencidos dos veces: al perder la guerra y al ser humillados tras la
guerra. Tal vez no sean héroes épicos, pero las víctimas son héroes morales que
merecen ser integrados en la memoria colectiva española.
El cuadro que mejor recoge la noción de guerra y de víctima es el lienzo de Goya
“Fusilamientos del Tres de mayo”. La escena se desarrolla durante la noche, y está
iluminada por un gran faro situado entre el pelotón de ejecución y el grupo de los
condenados. En especial, destaca el hombre de camisa blanca que levanta los brazos, así
como el grupo de cadáveres que yacen en el suelo sobre un gran charco de sangre. Los
colores acentúan el trágico momento en el que las víctimas forman tres grupos
definidos: los que están a la espera de ser fusilados y que ven con horror su futuro, los
que están siendo fusilados y los muertos. ¡Qué horror!
Otro cuadro de Goya que puede ayudarnos a pensar la noción de víctima es “Duelo a
garrotazos”, una de las pinturas negras. ¿Cómo pudimos ser tan bestias los españoles?
La violencia estaba respaldada en aquella España por personas de ambos lados… El
presidente de la República Francesa Charles de Gaulle dijo: “Todas las guerras son
malas, porque simbolizan el fracaso de toda política. Pero las guerras civiles, en las que
en ambas trincheras hay hermanos, son imperdonables, porque la paz no nace cuando la
guerra termina”.
Para finalizar, la guerra civil ha sido uno de los conflictos más devastadores en España.
Es necesario que seamos conscientes y saber recordar estos tiempos difíciles y el gran
dolor causado por una cruel “guerra salvaje”. Esto conllevó una cosecha brutal de
sangre. Somos afortunados de no haber nacido unos años atrás, unos años muy difíciles.
Parece mentira que todos estos hechos hayan ocurrido hace menos de cien años.
Debemos valorar todo lo que tenemos, nuestra familia y amigos que nos quieren y sobre
todo vivir plenamente.
La memoria se debería de recuperar
Eugenia Franco
Es importante tener en cuenta que a día de hoy existen millones de víctimas de guerra, las cuales han vivido el sufrimiento que un conflicto armado genera. Llamamos a estas personas “víctimas” porque todas ellas han sido afectadas por las consecuencias que ha generado una actividad tan terrorífica como es una guerra. Miles de personas han sido ejecutadas sin motivo alguno, simplemente por presentar ideas (ya sean religiosas o políticas) diferentes a lo que ordenan horribles líderes políticos. Todas estas víctimas presentan algo en común, y es que, como bien se explica en el libro de “Los girasoles ciegos”, todas ellas se encuentran desorientadas, perdidas, y sin saber a dónde ir. Asimismo, tras intentar sobrevivir como pueden, deben rendirse. Se dan por vencidos porque sienten que es imposible seguir luchando, puesto que tarde o temprano acabarán siendo fusilados injustamente.
Muchos de los que estaban en el bando de los perdedores fueron los únicos vencedores morales porque no causaron ningún daño, ni fueron culpables de ninguna muerte. Solo intentaron sobrevivir como podían, sin perjudicar a los demás.
¡Qué extraña puede ser la relación entre víctimas y verdugos!Tenemos el caso del superviviente del Holocausto Jacobo Drachman que recuerda el día en que un nazi le perdonó la vida cuando él solamente tenía ocho años. Cuenta que un soldado nazi, teniendo la oportunidad de dispararle, no lo hizo. Aunque actualmente desconocemos los motivos por los que dicho alemán no le disparó, pienso que este soldado tuvo un momento de cobardía. Me pregunto si se le puede considerar un héroe, quizá no. Es difícil saber por qué actuó así.
Y por último, veo muy necesario que todas las personas que fueron víctimas de guerras deben ser recordadas. Pienso que la memoria se debería de recuperar, y que, igualmente, deberíamos de darle más importancia. Pues, entiendo que de esta manera se tendrían más en cuenta las secuelas que una guerra deja y, tal vez el número de guerras en el futuro será menor.