Después de compartir mi experiencia sobre el suelo pélvico y la práctica de hipopresivos en un Live muy atrabancado y nervioso, me he quedado con la sensación de que hubo algo que no dije, y quiero aprovechar ese hueco para expresar, desde este lugar en el que me siento más cómoda, una idea que me viene dando vueltas desde hace varios meses.
Quiero empezar por contarles una historia que llamó mi atención. Alguna vez un fisioterapeuta se acercó a una instructora de Yoga y le preguntó si se realizaban hipopresivos en su disciplina. La instructora lo miró con unos ojos que lo yo describo como una especie de ternura ante una pregunta ingenua. A continuación, ella respondió que desde hace muchos años -por lo menos desde la Edad Media quiero añadir- existe esta práctica como parte de la higiene y desintoxicación de los yoguis. Sin más, el fisio sonrió y siguió la plática hacia otra dirección.
Este breve relato, despertó en mí una duda: ¿por qué no había caído en la cuenta de que los instructores de yoga sabemos enseñar esta técnica ya que la practicamos todos los días? Pues, una buena práctica de yoga incluye satkarmas (purificaciones) y los hipopresivos forman parte de ellos.
Y ¡cayeron los veintes! El primero fue que en el yoga, el nauli kriya (hipopresivo) se practica para mantener el cuerpo sano, por lo que no es un remedio. El segundo (el que me lleva a responder la pregunta que intitula esta reflexión) es que además de la contracción abdominal y la depuración intestinal, esta práctica va acompañada de algo que en Yoga es muy importante: los bhandas, aquellas llaves energéticas que hacemos para redireccionar el prana (la energía vital) y revitalizarnos, y los pranayamas, el control del prana a través de la respiración.
Sé que estoy usando muchos términos que pueden ser confusos o no hacer mucho sentido, pero basta con eso para explicar(me) que más allá de una práctica física, los hipopresivos en el Yoga tienen un carácter sutil. ¡Bingo!
Es cierto que uno se pregunta qué ofrece un instructor de yoga cuando los fisioterapeutas tienen todos esos conocimientos de anatomía, biomecánica, padecimientos, etcétera, etcétera. También en cierto que como instructores aprendemos sobre estos temas aunque no en la misma dimensión; pero lo interesante es que lo aprendemos desde otro lugar: comprendiendo que somos multidimensionales y que, por lo menos, tenemos un cuerpo físico, un cuerpo sutil (la mente) y uno muy sutil (energía vital).
Esto me lleva a la respuesta. Los hipopresivos tienen una dimensión física y una dimensión sutil, pues aunque no lo sepamos reconocer, sentimos los efectos en distintos niveles.
Si hoy me preguntan qué ofrece un instructor de yoga que pretende enseñar esta habilidad, puedo decir que por supuesto enseñará a alinear la columna vertebral, a expandir la caja torácica y aumentar la capacidad pulmonar, a mejorar la postura, a fortalecer suelo pélvico, pero también compartirá las claves para acceder a esos otros niveles de comprensión de uno mismo: observación interior (lo que implica dejar los juicios a un lado), concentración (para calmar la mente) y reconocimiento (ver las cosas tal como son)… Bueno, ¡por lo menos tendría esa pretensión, creo yo! O ya de menos, mostrará que hay un plus en la práctica de hipopresivos y es que la combinación de la respiración y la contracción abdominal nos lleva a estados de tranquilidad y ecuanimidad que son tan necesarios para todos en estos tiempos; sobre todo, para nosotras que estamos experimentando cambios tan monstruosos como el postparto.
En fin, me saqué la espina.
Espero que esto les de una razón más para practicar.
Shanti Om