Hace unos días, tomé una clase para entender mejor las necesidades de mis alumnos. Descubrí algo interesante: nuestro cuerpo está sostenido por fascias. Nuestros músculos y órganos tienen una pequeña tela que los cubre y los sostiene. Para poder entenderlo, hagamos juntos un ejercicio de imaginación. Somos como una naranja.
Puede sonar algo excéntrico el ejemplo, pero es bastante claro. Cuando abrimos una naranja, podemos ver que está cubierta por una tela blanquecina, cada uno de los gajos que la componen están cubiertos a su vez por ella para que podamos notar sus divisiones internas. Si tomamos un gajo y lo partimos, también ahí hay pequeñas divisiones que cubren un pedazo más pequeño. Es más, si quitamos toda la pulpa, nos quedaremos con esa estructura divisoria.
Lo interesante es que esa pequeña tela sostiene y delimita pequeñas partes que hacen el todo de la naranja. Así es nuestro cuerpo. Cada órgano, cada músculo, nuestra piel, tiene este tejido que funciona como una red que envuelve todos los demás tejidos de nuestro organismo y los conecta entre sí. Sin entrar en muchos detalles, la fascia es nuestro canal sensitivo más importante pues gracias a él podemos activar nuestras defensas y mantenernos seguros frente a cualquier microorganismo dañino.
Qué importancia puede tener saber esto para una clase de yoga, me pregunté. Una vez que experimenté la práctica me di cuenta que al estar conectado todo nuestro cuerpo por este tejido, que pudiera no ser tan importante, podemos trabajar varias partes de nuestro cuerpo con solo hacer un movimiento de tracción en un punto del cuerpo. Por ejemplo, si coloco mi mano en la parte media entre mi codo y mi muñeca, aprieto ligeramente la piel y la jalo hacia la muñeca, puedo hacer que todos los músculos del brazo hasta el hombro o incluso hasta el cuello trabajen de manera conjunta. ¡Es magia! Y lo más interesante es que no es necesario hacer esfuerzo para que el trabajo interno se realice.
A veces pensamos que necesitamos hacer un gran esfuerzo para hacer trabajar a nuestro cuerpo, para que se vigorice o se haga más fuerte. Saber estos pequeños detalles, me han dejado ver que un movimiento ligero, presión en un punto adecuado, puede llevarnos a experimentar el mismo beneficio que un trabajo arduo que muchas veces también nos lleva a rebasar límites y lesionarnos.
En otra emisión, les platicaré un poco más sobre esto. Por lo pronto, si son curiosos como yo, indaguen un poco más sobre este tejido. Seguramente se sorprenderán tanto como yo. Si alguien quiere imaginarlo de otra manera, podrá encontrar muchos ejemplos sobre órganos de animales de consumo cotidiano. La verdad, yo no quise ver.