Hoy tuve la desfachatez involuntaria de recibir a la encargada publicitaria de un espacio holístico muy conocida por esta zona. Recibí una llamada mientras estaba trabajando en un nuevo proyecto de Filosofía en la escuela de mi hijo (que por cierto, me emociona mucho).
Por si no lo saben, cuando uno está con la mente en las nubes de las preguntas filosóficas, el mundo cotidiano se borra y uno pierde la noción de todo, y en este caso, de los modales. Por supuesto que mi “esposo” cuestionó negativamente mi atrevimiento de no hacer pasar a dicha persona, e inmediatamente, pensé en mi descortesía, aunque no dejé de cuestionarme por qué lo había hecho si entablar una relación comercial y publicitaria con una empresa podría traer beneficios a mi shala y, en consecuencia, a este hogar.
Quiero pensar que fueron dos cosas que motivaron a mi inconsciente, ambas personales e importantes. Una, tengo referencias de personas cercanas a las que aprecio enormemente que no es un espacio tan ético para los que laboran ahí y esto me parece sumamente importante porque construir un espacio holístico, espiritual, de salud tiene que ir de la mano con lo humano y básicamente con la empatía y el respeto hacia los demás, aun cuando las condiciones laborales impliquen tener que “prescindir” de los servicios de una persona, lo que actualmente se manejaría como “creemos que tu energía ya no armoniza con la nuestra y creemos que es mejor no ser un impedimento para crear tu propio camino”. Hay modos, aunque estos son demasiado rosas para mí... pocos &%$#, pero cada quien. La otra es que me doy cuenta de que he trabajado tanto en hacerme de un perfil con objetivos más claros que no me importó la manera en que recibí esta invitación. Quizá no me llamen y no me inviten a conocer sus instalaciones y demás; y agradezco que se haya dado esta experiencia así, porque me doy cuenta que así como el target de estas empresas es la gente interesada en los temas holísticos y del “ser”, así yo pienso en seguir procurando un espacio para que las personas vengan a aprender Yoga, mi muy particular forma de enseñanza inspirada en tantos maestros (habrá quien comulgue y quien no), hacer un espacio para hacer comunidad, uno en el que las personas se sientan a gusto, que se relajen, que se sientan mejor, que sientan que aprovechan ese tiempo que han dedicado a sí mismas, y sobre todo, seguir generando sonrisas, porque ese es mi mantra: ananda. Y ya de pilón, siempre pienso: ¿qué hay de fondo en este tipo de invitaciones? ¿dará paso sin huarache?