Texto 2.1 Los actos morales. Libertad y responsabilidad

Supongamos que un grupo de andinistas está escalando una montaña cuando se produce un alud, y una piedra golpea a uno de ellos, matándolo. ¿Diremos que la piedra asesinó al andinista? No, ni juzgaremos "mala" a la piedra; hablaremos de un accidente. En cambio, si dos miembros del grupo entablan una pelea, y uno de ellos golpea al otro con tal fuerza que lo mata, ¿qué juicio nos merece el asesinato de un ser humano? Advertimos una diferencia fundamental entre la piedra y el andinista. Ambos provocaron la muerte de un ser humano, pero la piedra cayó por efecto de un fenómeno natural que la causó (el alud), y se desplazó en cierta dirección y con cierta velocidad en función de leyes físicas a las que la piedra no podría resistirse; en cambio el ser humano eligió participar de la pelea, y golpear a su compañero con cierto grado de fuerza.

Los actos humanos suponen intenciones subjetivas, y dependen de nuestras elecciones, mientras que los fenómenos naturales dependen de sus causas de una manera invariable. Es decir que los seres humanos somos libres, mientras que los otros seres vivos y los objetos inanimados están determinados, sujetos a leyes naturales. Sólo de los seres libres se puede decir que actúan bien o mal, porque son los únicos que conocen las consecuencias posibles de sus actos, que eligen realizarlos (o no realizarlos), y que, por ello mismo, son responsables de lo que hacen. Esto no significa que todas las conductas humanas sean intencionales. Si uno de los andinistas se desmayara, y al caer golpeara a un compañero, lesionándolo, esta conducta no sería intencional, y por eso mismo el daño inferido podría considerarse un accidente, tal como la caída de la piedra.

Los seres humanos ¿podemos elegirlo todo? En principio, nadie puede elegir el lugar donde nacer, o la época, o tener ciertos padres o familiares, o gozar de una buena salud, etc. Cuando elegimos, lo hacemos a partir de ciertas circunstancias que nos son dadas. Un niño que se ve sometido a privaciones físicas (de alimento, de vivienda, etc.), o psicosociales (un ambiente familiar poco afectuoso, falta de oportunidades educativas, imposibilidad de acceder a expresiones artísticas, etc.), ¿se encontrará en las mismas condiciones para realizar elecciones que otro niño que no ha sufrido estas privaciones? Las acciones de una persona sometida a condiciones de vida infrahumanas (sin techo, sin alimentación, bajo amenazas de muerte o tortura), ¿pueden ser evaluadas de la misma manera que si no se hubiera encontrado en estas condiciones? Y todavía cabría preguntarnos, aun si no se dan estas situaciones extremas, ¿somos realmente libres? ¿O estamos determinados? Quizá ocurra, por ejemplo, que aún no podemos predecir acciones humanas del mismo modo en que predecimos eclipses porque no conocemos las leyes que rigen la conducta humana, y sí conocemos las que rigen los movimientos planetarios. Si esto fuera así, no podríamos evaluar las acciones en términos de bondad o maldad, ya que sin libertad no hay responsabilidad.

Existe una gran variedad de posiciones filosóficas respecto del concepto de libertad, desde las que afirman que el hombre es absolutamente libre y por lo tanto totalmente responsable de lo que hace, hasta las que sostienen que el hombre está totalmente determinado, y la libertad no es sino una ilusión, pasando por posiciones intermedias que reconocen a los seres humanos un margen de libertad más o menos amplio. J. P. Sartre, por ejemplo, afirma que ya que Dios no existe, no hay normas prefijadas para los seres humanos; somos nosotros mismos quienes debemos "inventar" nuestra propia moral, pero a la vez que la inventamos, nos tornamos responsables de las normas que la componen, y de los actos que obedecen a ellas. Según Sartre, el hombre está "condenado a ser libre", porque no hacer elecciones es lo único que no puede elegir. En el otro extremo, el psicólogo estadounidense B. F. Skinner sostiene que el hombre está determinado, y que en la medida en que progrese la psicología científica, se podrán conocer las leyes que rigen la conducta humana y se la podrá condicionar mediante el aprendizaje, así como se condiciona la conducta de los animales.

Una posición intermedia es la que sostiene E. Fromm, quien afirma que, si bien el hombre está condicionado por su contexto sociopolítico, aún así sigue siendo libre y puede establecer por sí mismo las normas morales que rigen su conducta. Por ejemplo, un contexto como el de la Alemania nazi, puede exacerbar la agresividad natural humana; aún así esta agresividad resulta controlable, excepto en los casos en los que se da una destructividad patológica, y en consecuencia, los ciudadanos alemanes podían elegir adherir o no al nazismo. Fromm propone una ética humanista en el doble sentido de haber sido propuesta por seres humanos -no por una autoridad superior a ellos- y de tener como objetivo central lo que es bueno para los seres humanos -y no para otra entidad, como el Estado, o el Partido-.

Conviene señalar que aceptar un determinismo total nos impide emitir juicios morales, ya que si no podemos elegir, nuestras acciones serán moralmente neutras (ni buenas ni malas), como los actos de los animales, o los fenómenos naturales. Ante un asesinato, por ejemplo, diremos que el responsable sufre de una enfermedad mental, o que dado el curso de los acontecimientos no podría haber hecho sino lo que hizo, y daremos por sentado que su acción no fue intencional, pues no eligió matar (y por lo tanto no podría ser condenado por ella).

En consecuencia, para que podamos considerar que un acto es bueno o malo, la primera condición es que haya sido realizado por un agente libre, y, por ende, capaz de asumir la responsabilidad de lo que hizo. Una segunda condición que debería cumplir -aunque no todos los filósofos están de acuerdo en este punto- es que este acto tenga consecuencias o efectos posibles sobre otras personas, es decir que no se trate de un acto exclusivamente privado, como puede ser un pensamiento que no se expresa, un deseo que no se manifiesta, un sentimiento que permanece ignorado por otros, etc.

Sartre, Jean Paul (1905-1980) Filósofo y escritor francés. Trabajó como profesor de Filosofía en la escuela secundaria. Durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial fue hecho prisionero. Liberado, fundó un grupo llamado "Socialismo y libertad", y se unió a la Resistencia, primer paso en una larga carrera de compromiso político, que incluyó la crítica a la Guerra de Argelia; el rechazo del Premio Nobel de Literatura (en 1960); la militancia contra la Guerra de Vietnam, la participación en los movimientos estudiantiles del Mayo Francés, etc. Hacia 1950 se acercó al comunismo, para luego criticar duramente a la Unión Soviética por la invasión de Hungría. Durante años, Sartre y su mujer, la escritora y filósofa Simone de Beauvoir (con la que mantuvo una relación "abierta"), fueron clientes habituales del Café de Flore, donde se reunían los representantes del existencialismo: escritores (como Albert Camus, cuyas obras El extranjero y La caída, presentan en términos literarios las ideas existencialistas), cantantes (como Juliette Greco) y filósofos. Sartre escribió tanto obras filosóficas (El existencialismo es un humanismo, El ser y la nada, Crítica de la razón dialéctica) como literarias (La náusea, Las moscas, A puertas cerradas). Casi completamente ciego, en 1970 inició un retiro de la actividad pública que duró hasta su muerte en 1980. La obra de Sartre ha tenido una enorme influencia filosófica y literaria sobre el pensamiento del siglo XX.

Skinner, Burrhus Frederic (1904-1990) Psicólogo norteamericano nacido en Pennsylvania. Defensor del conductismo, sostiene que las reglas del condicionamiento operante pueden emplearse para controlar y desarrollar la sociedad (propuesta que desarrolla en Waldendos); y que mediante estímulos positivos y negativos es posible modelar la conducta social, lo que haría innecesarios los conceptos de libertad y de dignidad humanas (Más allá de la libertad y la dignidad). Usted puede leer más sobre el conductismo en la Guía de estudio de Psicología, de Educación Adultos 2000.

Fromm, Erich (1900-1980) Filósofo y psicoanalista alemán nacido en Francfort. Entre 1929 y 1932 colaboró en el Instituto para la Investigación Social, fundado por un filósofo argentino, Félix Weil; y formó parte de la Escuela de Francfort (un grupo de filósofos alemanes, originariamente orientados hacia el marxismo, pero que luego generaron una investigación interdisciplinaria que dio origen a una tendencia propia: la teoría crítica). Otros miembros de la escuela: Theodor Adorno, Max Horkheimer, H. Marcuse. Ante el avance del nazismo, Fromm emigró a los Estados Unidos, donde enseñó en varias universidades, así como en la Universidad Autónoma de México. En 1941 publicó El miedo a la libertad, uno de sus libros más conocidos. Formuló una ética humanista, y naturalista, con fuerte influencia del psicoanálisis. Otras obras: Ética y psicoanálisis, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, El arte de amar

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Si te ha inquietado el tema te recomiendo:

• Fromm. "Ética y psicoanálisis", en el capítulo 3.2. El problema moral.

Parágrafo 3.2.2. ¿Qué es lo bueno?

• Sartre. "El existencialismo es un humanismo", en el capítulo 4.2. El problema antropológico. Parágrafo 4.2.1. ¿Qué es el hombre?

• Skinner. "Más allá de la libertad y de la dignidad", en el capítulo 3.2. El pro- blema moral. Parágrafo 3.2.2. ¿Qué es lo bueno?

Fromm. "Los valores de la sociedad industrial". En el capítulo XV. Un problema filosófico para el siglo XXI: el hombre y la técnica

• Fromm. "Ser, tener y amar" En el capítulo XVI. ¿Qué dicen los filósofos de las cosas cotidianas?"

• Sartre. "La moral del existencialismo" En el capítulo XIV: Los valores: objetividad y subjetividad axiológica

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