Los avances científicos y tecnológicos
La llegada del hombre a la luna en 1969 fue consecuencia de la carrera espacial que se libraba en el contexto de la Guerra Fría. El interés científico y tecnológico para que se lograra el alunizaje siempre fue secundario. Los profesionales que participaron en el proyecto, tuvieron que enfrentarse a desafíos sin precedentes y solventar muchos problemas e incógnitas, para que la hazaña llegase a buen término. No se sabía cómo afectaría a los astronautas estar expuestos a un ambiente sin gravedad y a altas radiaciones. Era imprescindible desarrollar nuevos sistemas de comunicación, ordenadores más potentes y materiales que pudieran soportar las temperaturas y presiones extremas del espacio.
En el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) se construyó el ordenador de navegación del Apolo, que incorporó microchips, un gran logro en lo que se refiere a la miniaturización de los componentes electrónicos y que ha contribuido a la rápida evolución de la tecnología.
Los técnicos que diseñaron el objetivo de la cámara, con la que los astronautas inmortalizarían el aterrizaje, desarrollaron un sistema para proteger la óptica de la radiación solar y un nuevo proceso de lubricación, pues en las condiciones en las que se iba a usar, el lubricante convencional se evaporaba y el objetivo permanecía sucio.
Los ingenieros de la NASA tuvieron que idear un mástil para la bandera que ondearía en la luna, para que como la luna carece de atmósfera pareciera que estaba ondeando.
Todo este esfuerzo derivó en posteriores transferencias tecnológicas que revolucionaron la vida cotidiana en la tierra, además de incrementar las vocaciones científicas y la inversión de recursos en investigación y tecnología. Los materiales traídos por los astronautas, fundamentalmente rocas, fueron de gran utilidad para el conocimiento de la historia de la Luna y de la Tierra.
Las innovaciones derivadas del Programa Apolo afectaron a campos tan diversos como la ingeniería mecánica, ingeniería eléctrica, la industria aeroespacial, la informática, las telecomunicaciones, la industria alimentaria o la medicina.
Algunas aportaciones significativas fueron las siguientes:
Mejora de los sistemas de propulsión: en la aeronáutica y cohetería.
Materiales aislantes: Estos nuevos materiales que protegieron del calor y la radiación a los astronautas y a los instrumentos más delicados en las naves Apolo, se usan en sistemas de aislamiento de edificios, en oleoductos, en embalajes de alimentos y en mantas térmicas.
Tejidos ignífugos: Después del accidente del Apolo 1, en el que murió toda la tripulación, la NASA desarrolló tejidos resistentes al fuego que hoy en día se utilizan para proteger a bomberos, pilotos militares o de carreras, soldados, etc.
Ropa con refrigeración interna: Los astronautas del Apolo 11 estrenaron trajes con un sistema de refrigeración interna que bajaba la temperatura corporal mientras exploraban la luna. Actualmente esta tecnología la utilizan técnicos de reactores nucleares, trabajadores de astilleros, pilotos de carreras, enfermos de esclerosis (el calor impide el buen funcionamiento de las fibras nerviosas) y niños con trastornos genéticos como la displasia ectodérmica anhidrótica, que también requiere evitar una exposición incontrolada a temperaturas elevadas.
Diseño y fabricación de calzado: La tecnología y los materiales de las botas de los astronautas, sirvieron para mejorar el diseño de las suelas y los procesos de fabricación de zapatillas de deporte.
Filtros de agua: La tecnología de purificación del agua ideada para el Programa Apolo, permitió el desarrollo de aplicaciones para eliminar bacterias, virus y algas en los sistemas de abastecimiento de agua y en las torres de refrigeración.
Comida liofilizada y deshidratada: Resolvió el problema de la alimentación en el espacio, sobre todo en los viajes de larga duración como las misiones Apolo, al conservar los nutrientes y las propiedades organolépticas, además de ocupar menos.
Conservación de alimentos cocinados: Muchos hospitales emplean, para conservar los alimentos calientes, mantener su valor nutricional y su apariencia, un sistema basado en los circuitos eléctricos usados en el Programa Apolo. Otra ventaja es el ahorro de energía en el proceso, consecuencia de las exigencias del programa espacial tripulado.
Detectores de gases: Se desarrollaron sistemas que detectan la presencia de gases tóxicos en refinerías, plataformas petrolíferas, industrias químicas, etc.
Mejora en lubricantes: Se mejoraron los revestimientos y los procesos de protección de los metales frente a la corrosión.
Máquina para diálisis: Desarrollada a partir de un proceso químico para eliminar toxinas empleado en las misiones lunares. El proceso ahorra electricidad y elimina la necesidad de un suministro continuo de agua permitiendo al paciente una mejor calidad de vida.
Aparatos para entrenamiento y rehabilitación: Similares a las máquinas que utilizaban los astronautas en el espacio para mejorar su estado físico y cardiovascular.
Décadas después se inició la explotación comercial del espacio y el lanzamiento de satélites de telecomunicaciones, de teledetección, meteorológicos, etc. Posteriormente las misiones espaciales han seguido contribuyendo al avance científico y tecnológico, pero nunca al ritmo de la época del Proyecto Apolo.
Buzz Aldrin pisando la superficie lunar
y junto a la bandera USA
La tripulación del Apolo 11 haciendo ejercicios de entrenamiento