Su obra comprende 30 libros, entre los que se cuentan:
Los Hipócritas
Bajo los Hongos
Ecos
Incendio al Fondo
Mientras Llega la Hora
Luz Interior
El Umbral de la Paz
Album de oro
Cartas al infinito
Llamaradas de amor
EN ESTE LIBRO PUBLICARÉ DE MI AUTORÍA, 55 SONETOS DEDICADOS A BARBA JACOB, ADEMAS ,ESTARAN TAMBIEN MAS DE 40 POETAS CON SUS SONETOS AL BARDO.
Una muestra de Su admiración por el Bardo, atreverse a la "incorporación" en el Poema " La canción de la vida profunda" otro:
dos Poemas en uno: INCORPORACIÓN AL INFINITO
CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA Y EN ARMONÍA CON LA MUERTE
PORFIRIO BARBA JACOB – LUIS FLÓREZ BERRÍO
“Los Eternos iluminados”
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles
como las leves briznas al viento y al azar.
Los ruiseñores núbiles y las colmenas ebrias
se roban los efluvios del trigo musical.
Tal vez bajo otro cielo la gloria nos sonría…
la vida es clara, undívaga y abierta como un mar.
Y se vuelven trapiche las íntimas vivencias
y nimbos de susurro la fútil soledad.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
Los racimos bucólicos del álbum del crepúsculo
vislumbran los arpegios del alma el amor,
Bajo el influjo próvido de espirituales lluvias
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y quizás en las tardes se coloran los ámbitos
y danzan los ocasos en vez del girasol.
Y hay días en que somos tan sórdidos, sórdidos,
como la entraña obscura de obscuro pedernal:
Sin embargo las ansias con visos de topacio
respiran moribundas y vuelven a brillar,
La noche nos sorprende con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el bien y el mal.
La sombra tras el día cual palomas errantes,
le advierten a la luna su parto natural.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos…
-¡niñez en el crepúsculo! ¡lagunas de safir!-
Primaveras pletóricas de mimos y turpiales
son violines de brisa con arpas de carmín…
Que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y detrás de los cielos, más allá de los dioses,
las galaxias se pueblan de silencio turquí.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos
que nos depara en vano su carne la mujer:
Las caricias recorren abismos y colinas
y curvas pasionales… y combas de placer;
Tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y después de las nupcias, las alcobas felinas,
arrullan los deleites y hechizan el querer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres
como en las noches lúgubre el llanto del pinar.
Se filtran las alquimias con túnicas de cierzo
y en los trópicos brotan malarias de satán.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
El hombre vaga triste mientras huye sombrío
y busca inútilmente las huellas de la paz.
Mas hay también ¡oh tierra ¡un día…un día… un día…
en que levamos anclas para jamás volver…
Bajo el enjambre lento de perennes guadañas,
se pierde lentamente la voz del ideal…
Un día en que discurren vientos ineluctables.
un día en que ya nadie nos puede retener.
Ni nadie más podría brindarnos otra vida…
ni el mismo Dios daría la misión de volver.