En este apartado del blog iremos trabajando la Literatura de los temas.
Debes ir entrando en los diferentes enlaces para leer los textos que he seleccionado.
El siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces debido a que los autores y autoras de la época tenían un espíritu muy crítico con respecto al mundo que les rodeaba. Esta mentalidad culminaría con la Ilustración. Es la época de las Enciclopedias, donde se recopilaba todo el saber conocido. Los autores opinan que debe prevalecer la razón sobre el corazón, y que todo es demostrable. Empiezan a cuestionarse ciertas teorías anteriores, desterrando el sentir en favor del razonamiento. Quieren alcanzar la felicidad, sí, pero no a través del corazón, sino de la cultura y la experiencia. Estas nuevas ideas hacen que el Arte se decante por un nuevo clasicismo, buscando las formas perfectas, un Neoclasicismo. Se vuelve la vista atrás, otra vez a los clásicos griegos y romanos del Renacimiento, buscando el equilibrio, armonía y perfección, perdidos durante el exceso del Barroco.
Los movimientos literarios del siglo XVIII son el Postbarroco, que continúa en la línea del Barroco del siglo XVII; el Neoclasicismo, que aglutina las nuevas ideas de prevalencia de la razón sobre el sentimiento; y el Prerromanticismo, el cual vuelve la mirada de nuevo al corazón, dejando atrás la razón.
Nos centraremos en el Neoclasicismo. Sus principales características son:
. Utilidad del Arte, se debe usar para enseñar, lo que delimita el contenido.
. Vuelta a las reglas clásicas.
. Imitación de la Naturaleza.
. Las obras deben ser creíbles.
Dentro de este género, el más importante es el ensayo, el cual es más apropiado como vehículo de expresión de ideas o pensamientos. Destacamos a Fray Benito Jerónimo Feijoo y Melchor Gaspar de Jovellanos.
El ensayo se publicó rápidamente en la prensa escrita, lo que hace que los periódicos disfruten de un considerable aumento debido a que no publicaban noticias de última hora, sino estas ideas y críticas del pensamiento ilustrado.
También tuvo éxito la edición del género epistolar, es decir, cartas. En este terreno destaca Cadalso, con sus Cartas Marruecas, en las que se alterna el punto de vista de los tres personajes principales que se intercambian correspondencia: Gazel, Ben Beley y Nuño.
Destacan la poesía bucólica o pastoril y las fábulas.
La lírica pastoril se dedica a ensalzar las virtudes de la amada en boca de un pastorcillo que se lamenta de no contar con los favores de su dama y ensalza al amor. Sobresale Meléndez Valdés.
El otro subgénero, la fábula, estuvo muy de moda en este siglo, dado que dos animales cuentan un problema o historia del que se extrae siempre una enseñanza o moraleja. Recordemos la Fábula de la liebre y la tortuga, por ejemplo. Los principales autores fueron Samaniego e Iriarte.
El teatro neoclásico sigue las normas válidas para el resto de géneros. La principal diferencia con el resto radica en que el asunto o tema de la obra ha de ser verosímil. Los autores se alejan de la fantasía barroca para poner en escena problemas de la época, problemas creíbles. Señalamos la figura de Moratín, quien fue de los pocos en romper una lanza a favor de la mujer y de lo que la "buena educación" esperaba de ellas en su obra El sí de las niñas.
Poemas de José de Espronceda
El Romanticismo surge como oposición a la mentalidad racionalista del Neoclasicismo; desdeña su espíritu práctico y capitalista. Propone la vuelta a los sentimientos y la libertad para expresarlos. Sus principales características son:
. Libertad por encima de todo: el individuo debe poder hacer y decir lo que desee.
. Expresión de los sentimientos reflejada en la Naturaleza: el autor romántico es inestable, superado por sus sentimientos, se ve acorralado por el sistema porque no puede expresarse.
. La medianoche, la oscuridad, las ruinas, la ciudad de noche, el misterio, son sus favoritos.
. Evasión: como se siente marginado de su sociedad, el escritor necesita evadirse de ella. Lo hará de dos formas: o buscará sumergirse en épocas remotas (prefiriendo la Edad Media) o en nuevos lugares exóticos a los que ir (Turquía y el mundo árabe, por ejemplo). Alguno llega incluso al suicidio al no poder soportar la presión.
. Sentimiento de nacionalismo: busca las raíces profundas de su folklore.
En La canción del pirata Espronceda resume los ideales románticos a la perfección. Escuchad esta versión con los ojos cerrados.
En El estudiante de Salamanca narra la historia, en verso, de un estudiante jugador y mujeriego que causa la muerte por amor de una mujer. Esta se le aparece una noche por las calles con su cortejo de bodas. Él la sigue hasta una casa donde se revela su auténtica naturaleza: es un esqueleto. Os suena, ¿no? Pues aquí tenéis el texto que escribió el autor 200 años antes de que Tim Burton llevase al cine una historia parecida.
Destaca también Rosalía de Castro, quien vivió siempre al borde la miseria económica y personal. Hija ilegítima, nunca superó lo que eso significaba en aquella época. En sus Poemas refleja las condiciones de vida de las gentes humildes, a la par que ofrece esa desazón existencialista que la marca como iniciadora, junto con Gustavo Adolfo Bécquer de la poesía contemporánea española. Bécquer y Rosalía son autores románticos Modernismo que trajo Rubén Darío a España posteriormente.
Las rosas en sus troncos se
secaron,
los lirios blancos en su tallo erguidos
secáronse también,
y airado el viento arrebató sus hojas,
arrebató sus hojas perfumadas
que nunca más veré.
Otras rosas después y otros jardines
con lirios blancos en su tallo erguidos
he visto florecer;
más ya cansados de llorar mis ojos,
en vez de llanto en ellos, derramaron
gotas de amarga hiel.
Gustavo Adolfo Bécquer fue el otro gran autor postromántico junto con Rosalía de Castro.
Como muchos de los autores de su época escribe en varios periódicos, donde publica sus textos.
Escribe Rimas y leyendas, entre otras. En las primeras, canta al amor no alcanzado, fruto de su experiencia personal tras varios intentos de conseguirlo.
En las segundas aborda temas misteriosos en escenarios y momentos románticos.
Cecilia Böhl de Faber, Fernán Caballero.
Esta autora roza ya el siguiente movimiento de finales del S. XIX y principios del XX: el Realismo.
Este persigue reflejar la realidad como de verdad es, como si de una fotografía se tratase. Para ello busca ceñirse a todo con fidelidad; por ejemplo, mostrando el habla de las diferentes regiones españolas, las condiciones de vida tan distintas según la clase social a la que se pertenezca, las ropas, la manera de hablar, gesticular y comportarse...
En la obra anterior, la autora pone en el tablero de juego a dos personajes bien distintos: un médico alemán y una joven algo silvestre que vive en un pueblecito marinero. Lee el resumen de arriba.
Benito Pérez Galdós fue un maestro del Realismo. Escribió, entre otras, los Episodios Nacionales, en los que relata la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. En Fortunata y Jacinta realiza un fresco de la sociedad de su época, describiendo a dos mujeres de distinta clase social enamoradas del mismo hombre. Os dejo un enlace para que veáis el realismo en el lenguaje.
Las autoras anteriores no entran en el examen. Os dejo el artículo para que sepáis algo más de las condiciones en que escribía la mujer en el XIX.
Tradicionalmente, los autores de finales del siglo XIX y principios del XX han sido divididos en dos grupos: modernistas y noventayochistas. Hoy, tanto el Modernismo como la Generación del 98 se contemplan como dos aspectos de un mismo movimiento literario: la renovación poética de principios del siglo XX. El primero se iniciaría en América y el segundo en España, ambos a finales del siglo XIX.
Modernismo
El término Modernismo es anterior al de Generación del 98. Desde finales del siglo XIX se llamó modernistas a todos los autores que querían renovar el panorama literario anterior: se oponen al Realismo, agotado, y a la poesía de finales del siglo XIX (salvo Bécquer y Rosalía de Castro, que serán tomados como modelos). Este movimiento de renovación nace en América, teniendo como máximo representante a Rubén Darío. Busca un nuevo lenguaje basado en una nueva sensibilidad, se nutre de dos movimientos literarios franceses de la segunda mitad del siglo XIX: Parnasianismo, que tiene como lema: el Arte por el Arte, que es la búsqueda de la perfección poética desde un punto de vista formal y, el Simbolismo, el cual busca ir más allá de la realidad, de lo sensible, encontrar las significaciones profundas, lo que no vemos, los aspectos correspondientes a los estados de ánimo. Para ello recurren a los símbolos. Las características fundamentales del Modernismo son:
- El culto a la belleza sensorial: la luz, el color y los efectos sensoriales.
- El cuidado de la forma: sus poemas tienen una gran musicalidad.
- La expresión de lo subjetivo: el poeta desea alejarse del mundo que le rodea, quiere evadirse a través de paisajes, reyes o mujeres hermosas. Sienten una gran atracción por París. Por otra parte, vuelven su mirada hacia su intimidad sentimental.
- El tono exquisito: busca la belleza de lo excepcional.
- El arte por el arte: lo bello como fin fundamental.
Rubén Darío, fijó definitivamente este movimiento a partir de la publicación, en 1888, de Azul, que refleja todas las características del Modernismo. Los autores españoles, sobre todo los del 27, dejarán sentir su influencia en sus obras.
En este enlace podéis leer algunos de sus poemas. Prestad especial atención al llamado "Sonatina". ¿A que te suena?
Zenobia Camprubí, tristemente más conocida como la mujer de Juan Ramón Jiménez (sí, el de Platero). Ella era una señora muy culta que escribió numerosas cosas. Cuando JRJ recibe el premio Nobel, lo primero que hace es agradecer a su esposa agonizante su eterna ayuda:
“Mi esposa Zenobia es la verdadera ganadora de este premio. Su compañía, su ayuda, su inspiración hicieron, durante cuarenta años, mi trabajo posible. Hoy, sin ella, estoy desolado e indefenso.”
Leed algo más sobre su vida aquí. ¿Hay algo que os llame la atención?
Generación del 98
José Martínez Ruiz (Azorín), acuñó el término refiriéndose a autores como Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Valle-Inclán, Antonio Machado y él mismo. Algunos autores, como Antonio Machado o Valle-Inclán, participan igualmente de las características del Modernismo.
Tras el "Desastre del 98" el sentimiento que invade a los autores españoles es el de la decadencia de España. Analizan las causas e intentan buscar soluciones.
Temas fundamentales:
El paisaje español como reflejo de sus sentimientos, sobre todo Castilla.
La “intrahistoria” unamoniana. Es decir, la historia del pueblo, de las personas que trabajan día a día, la de “los millones de hombres sin historia”.
La literatura clásica como fuente de inspiración: el Poema de Mío Cid, Gonzalo de Berceo, el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Fray Luis de León, Cervantes, Góngora...
La preocupación existencial: vida y la muerte, el sentido de la vida, el paso del tiempo.
La postura ante la religión y Dios. Desde católicos fervorosos como Azorín o Maeztu, agnósticos como Baroja, o dubitativos, como Unamuno.
- Estilo:
Entre los autores del 98 predomina el uso de la prosa para expresarse. La mayoría de las obras más importantes son novelas o ensayos. El estilo es muy personal en lo que se refiere a los autores de los que estamos tratando. Aun así, podemos citar algunas características coincidentes: reaccionan contra la retórica, el prosaísmo y la grandilocuencia de la literatura anterior. Se convierten en auténticos renovadores del panorama literario de principios de siglo. El estilo es sobrio y directo. Importa el contenido e intentan que este llegue al lector de la manera más clara posible. Cuidan la forma de su prosa. Recogen palabras están en desuso y las incluyen en sus escritos. Las ven como una muestra del pasado que hay que conservar. Optan por el subjetivismo, entonación lírica y sentimental. Al igual que los autores románticos (Bécquer), asocian el paisaje al estado de ánimo, de ahí que el símbolo de la decadencia española sea la yerma meseta castellana.
Antonio Machado:
Sevillano, se educó en la Institución Libre de Enseñanza junto a su hermano Manuel en Madrid. Viajó a París, donde conoció a Rubén Darío. Se casó con Leonor, la cual murió tres años después. Muchos años después, entra otra mujer en su vida, a la que llamará Guiomar en sus poemas. Durante la Guerra Civil se puso del lado republicano, lo que le valió el exilio y muerte en Francia.
Concibe su obra como un “diálogo del hombre con su tiempo”. La poesía parte de la emoción de lo ya vivido. Sus temas giran en torno al tiempo, el sueño el amor.
Destacan sus obras Soledades. Galerías. Otros poemas, que recogen todos los temas como el paso del tiempo, los sueños, la juventud perdida. Es la más modernista. Expresa reacciones del yo poético frente a la naturaleza, con la que dialoga y la inevitable muerte. Campos de Castilla es más referencial que la anterior, tan simbólica; dirige su mirada hacia fuera, hacia la decadencia de España y sus habitantes, el enigma de la vida y dudas religiosas. Es más noventayochista. Nuevas canciones recuerda a la anterior, aparece el campo andaluz. Son poemas de inspiración folclórica, sentenciosos y aforísticos.
Mercedes Blesa explica sobre las mujeres del 98:
“He dicho en alguna ocasión que estas mujeres de las generaciones del 98, del 14 y del 27 representan el eslabón perdido de la continuidad de la historia femenina en España, porque todas las grandes libertades que ellas consiguieron durante la Segunda República, luego con el parón de Franco y del exilio, se perdieron para la tercera generación que somos nosotras, formadas ya en la democracia. Ocurre que no teníamos esa referencia, era como un eslabón perdido, donde no sabíamos enlazar la generación de nuestras madres con la generación justamente anterior, ausente en la cultura española”.
Distinguieron entre una España real miserable y otra España oficial falsa y aparente. Su preocupación por la identidad de lo español está en el origen del llamado debate sobre el ser de España, que continuó aún en las siguientes generaciones. Todas mostraron un interés por la realidad social de las gentes, en especial la situación de la mujer, de hecho la mayoría fueron fervientes sindicalistas y feministas, especialmente Carmen de Burgos, Regina de Lamo y Carmen Karr.
Sofía Casanova
Autora casi de la quinta de Unamuno, que fue una poeta, novelista y periodista, la primera española que se convirtió en corresponsal permanente en un país extranjero y corresponsal de guerra. Fue una mujer culta, muy conocida en los ambientes literarios de la época. Fue corresponsal del diario ABC en Polonia y Rusia en las que narraba el sufrimiento de la población civil durante las guerras que cubrió, a las que se añadía el valor literario.
En 1925 su nombre se baraja entre los candidatos españoles al Premio Nobel de Literatura. Ese mismo año recibe la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia de Alfonso XIII por su colaboración con la Cruz Roja durante la 1ª Guerra Mundial. Publicó novelas, cuentos, una comedia y más de 1200 artículos en periódicos y revistas en Galicia (España) y Polonia.
En el primer tercio del siglo XX aparecen en Europa una gran cantidad de movimientos culturales (no solo literarios) y artísticos basados en la provocación, la ruptura con lo anterior y el intento de buscar caminos nuevos al arte. Son las vanguardias, también conocidas como los ismos: Futurismo, Expresionismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo, Creacionismo y Ultraísmo.
En España, proliferan las tertulias y revistas donde el vanguardismo halla acogida o comentario. Las más famosas son las del Café de Pombo , presidida por Gómez de la Serna, o la del Café Colonial , en torno a Cansinos-Assens. Surgen bastantes revistas, de corta vida, pero destacan tres: la Revista de Occidente (fundada por Ortega y Gasset en 1923) y La Gaceta Literaria (fundada, en 1927, por Giménez Caballero y Guillermo de Torre). En Málaga, Litoral (Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, en 1926).
La palabra vanguardia llega a España alternando con “ismos”, utilizada ya por Gómez de la Serna, o “arte nuevo”. Este sirvió de impulsor de todos estos movimientos, Creó la greguería hacia 1910. Se trata de frases breves que recogen una idea original o una metáfora insólita a través del humor, el lirismo y el juego verbal.
Las características comunes de todos estos movimientos serían las siguientes:
1. Oposición a la lógica, a la racionalidad y exaltación de la imaginación creadora sin trabas.
2. Experimentación continua en busca de la originalidad.
3. El Arte por el Arte, alejado de la realidad.
4. Rechazo del sentimentalismo y subjetividad en favor del vitalismo. Afán lúdico, rechazo de la lógica, expresión de la interioridad a través de los sueños y el inconsciente. Esto los lleva a hacer asociaciones arbitrarias, irracionales.
5. Voluntad de renovación y experimentación poética.
6. Tendencia a formar grupos, a declarar sus principios en manifiestos, y a publicar su obra en revistas literarias.
7. Entusiasmo por el mundo moderno y el uso de las máquinas. Fascinación por la ciudad y las máquinas, así como por el cine, el cual influirá sobremanera en los autores del 27.
Futurismo: Marinetti publica su manifiesto en 1909. Admira el riesgo, la violencia, la agresividad artística, la modernidad (velocidad, ciudades, industria).
Expresionismo: Así como el cubismo, surge en un primer momento vinculado a la pintura, en los países germánicos. Sus temas se refieren al miedo, la opresión, la angustia. Utiliza imágenes intensas y violentas, deformando a los personajes. El mayor exponente de esta corriente en España fue Ramón María del Valle-Inclán, con la creación del esperpento, en el que pone de manifiesto la “poética del grito”, que pone el acento en el acto de crear alarma.
Cubismo: Nace con Las señoritas de Avignon, de Picasso, en 1907. Guillaume Apollinaire incorpora a sus obras la superposición de imágenes, sin argumento, la técnica del collage, y la creación de poemas con forma de dibujo (caligramas).
Dadaísmo: Tiene su origen en Zurich en 1916, durante la Gran Guerra. Se uniría el rumano Tristan Tzara. Dadá pretendía ser diferente acabar con el arte, bueno o malo, y con la noción misma de literatura. Surgirían los famosos happennings, y la no menos famosa revista Dadá. Define su movimiento como "Abolición de la lógica, danza de los impotentes: La Vida”. Dadá incluía bastantes más actividades que obras, que formaban parte del espectáculo. A ello se añade toda suerte de recursos tipográficos y caligráficos, mezcla de tintas, etc.
Surrealismo: En la base de este movimiento están la teoría del subconsciente como fondo psíquico donde se acumulan los deseos frustrados o los impulsos reprimidos, descubierta por Freud, las teorías sociales de Marx, y el irracionalismo. Se pretende sacar al exterior todo lo que el poeta, como representante de los humanos, guarda en su subconsciente como medio de liberación para el ser humano. Como técnicas, el Surrealismo propugna la escritura automática, la transcripción de los sueños, o el uso de la metáfora como liberadora del lenguaje . Así, encontramos textos absolutamente ilógicos, libres, desprovistos de ataduras formales o sintácticas, contrarios a la razón, ya que proceden del subconsciente. Los surrealistas encuentran interés en los símbolos como llaves de lo “suprarreal”, y por los mitos y leyendas heredados del folclore.
Uno de los primeros fundadores, Louis Aragon, dio una conferencia en la Residencia de Estudiantes, donde habitaban Lorca, Buñuel, Dalí… José María Hinojosa trae muchas de sus ideas desde París y las difunde en Litoral. En Santa Cruz de Tenerife surge un grupo de artistas de alta calidad en torno a la revista Gaceta de arte, que en 1935 organizan la segunda Exposición Internacional del Surrealismo, a la que asiste Bréton, líder del movimiento y autor del Primer manifiesto surrealista. Destaca la figura de Domingo López Torres con su obra Lo imprevisto.
Mención aparte merece Juan Ramón Jiménez, quien publica Diario de un poeta recién casado (1917 ), en el que utiliza el verso libre y el poema en prosa, sorprendiendo agradablemente a la crítica. Él aspirará a encontrar la "poesía pura", alejada de la palabra en sí, emanada de tiempo, espacio o realidad. Es el arte en estado puro que busca la esencia de los objetos. Ortega y Gasset desarrollará lo preceptos de la poesía pura en su obra La deshumanización del arte en 1925, fecha considerada como clave en la renovación de la lírica moderna en España. La poesía de Juan Ramón se puede dividir en tres etapas:
En 1918, ya agotado el Modernismo, los poetas españoles buscan nuevas fórmulas expresivas. Juan Ramón abre el camino al Ultraísmo y Creacionismo sin saberlo. No se puede decir cuál de los dos se introduce antes en España, fue cuestión de semanas. El Creacionismo venía avalado por autores en Hispanoamérica y París. Huidobro viene en verano a España y publica cuatro libros de poemas. En El espejo del agua sienta las bases del movimiento : "Por qué cantáis la rosa, ¡Oh, poetas!/ Hacedla florecer en el poema". Es decir, dejad de contar cómo es la rosa y creadla. El Ultraísmo fue dado a conocer por Rafael Cansinos-Assens en Ultra: un manifiesto de la juventud literaria, en diciembre. El mismo Gerardo Diego comienza en el Ultraísmo, pasando luego a ser creacionista. Ejemplos de esto hallamos en su libro Evasión, publicado completo en 1958. Las obras plenamente creacionistas son Imagen (1922) y Manual de espumas (1922).
El acto organizado en 1927 en Sevilla para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora es determinante para agruparlos a todos ellos en torno a un hecho generacional. Góngora, convertido en el emblema de la renovación esteticista y neobarroca, fue recuperado y valorado en su justa medida. De hecho, hoy en día es uno de los principales poetas de la literatura española, lo cual se debe, en gran medida, a los autores del 27.
Todos los autores del 27 procedían de la alta burguesía y la mayoría se encontraron en la conocida Residencia de Estudiantes de Madrid. La colaboración de los autores del 27 en las mismas revistas literarias es otro hecho que debe ser tenido en cuenta.
Características de la poesía de la Generación del 27:
- Intentan la renovación estética de nuestra poesía. Para ello, toman las innovaciones que aportan las vanguardias, aunque sin olvidar la importancia de la tradición literaria española.
- En sus poemas, cuidan y renuevan la forma. La metáfora se convierte en el recurso literario más importante y adecuado para expresar los contenidos surrealistas.
- La libertad métrica es uno de los rasgos característicos de este grupo, aunque utilizan estrofas clásicas y nuevas (odas, églogas, romances, cuartetas, silvas, verso libre...).
- Evolucionan desde el punto de vista temático. Al principio la preocupación principal era la forma del poema, el arte por el arte, pero poco a poco (bajo la influencia de las vanguardias) los autores del 27 desarrollan una poesía humanizada, más preocupada por el dolor, la alegría o los recuerdos.
Los poetas españoles más influidos por el Surrealismo son los poetas del 27, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Luis Cernuda y Federico García Lorca.
La Guerra Civil acentúa esta visión humanizada de la poesía, hasta el punto de que muchos autores se decantan por los temas comprometidos.
Los principales autores que conforman esta Generación son: Pedro Salinas (1892-1951), Jorge Guillén (1893-1984), Gerardo Diego (1896-1987), Federico García Lorca (1898-1936), Vicente Aleixandre (1898-1985), Dámaso Alonso (1898-1990), Luis Cernuda (1902-1963), Rafael Alberti (1902-1999) y Miguel Hernández. Otros autores son Emilio Prados, ligado a la revista Litoral, y Manuel Altolaguirre, a la imprenta Sur. No podemos olvidar a las mujeres que colaboraban con ellos, llamadas ahora "las sin sombrero" (en la página principal de este blog tenéis un enlace a un vídeo explicativo): María Zambrano, Concha Méndez, Marga Gil Roësset, Ernestina de Champourcín, Maruja Mallo, Josefina de la Torre, María Teresa León, Rosa Chacel… y tantas otras que fueron borradas del panorama artístico-literario; por hombres, claro. Cuando en 1927 Gerardo Diego publica su libro Antología Poética del 27, no incorpora a ninguna de ellas, pasando posteriormente a nombrar a dos en la antología de 1934. Estas mujeres, conocidas internacionalmente, desafiaron las leyes y las normas machistas imperantes para hacer oír su voz. Pero cuanto más alto chillaban, más se las silenciaba.
Marga Gil Roësset se nos presentó como una joven entusiasta dibujante, Maruja Mallo como pintora y rompedora de reglas, Ernestina de Champourcín aparece como joven poeta, publicando su primer poemario con 21 años. Es el primer nombre de mujer que recoge Gerardo Diego en su antología del 34. Con más de noventa años seguía publicando. En 1992 fue candidata al premio Príncipe de Asturias. Eso, candidata. Josefina de la Torre se nos revela poeta y actriz, aunque fue más conocida como actriz y concertista que como poetisa; fue la segunda mujer a la que Gerardo Diego incluyó en su Antología Poética de 1934. Fundó, junto a su hermano Claudio de la Torre, miembro reconocido de la Generación del 27, su primera compañía de teatro. María Zambrano, universal malagueña, se evidencia como pensadora y la gran desconocida en su tierra. Rosa Chacel comienza como escultora, abandonando esta disciplina para convertirse en novelista, ensayista y articulista. María Teresa León fue una de las mujeres más creativas y comprometidas durante la República y tras esta, de las más activas en dar su testimonio en el exilio. Primera española en conseguir un doctorado en Filosofía y Letras, con más de veinte libros publicados, también fue muy activa en el teatro, como actriz, autora, directora de escena y ensayista. Junto a su compañero sentimental Rafael Alberti publican la revista “Octubre”. Concha Méndez formó, junto a Maruja Mallo y Margarita Manso, el grupo de mujeres más afín, intelectual y anímicamente, a los hombres de la Generación del 27, siendo amigas y compañeras de viajes de todos ellos y socialmente muy adelantadas a su época. Poetisa y autora teatral, funda con su marido, Manuel Altolaguirre una imprenta, en cuya revista escriben muchos conocidos de la época. Ya en el exilio vuelven a abrir una imprenta desde donde editaron textos de sus colegas en el exilio.
Juan Ramón Jiménez ya había dejado claro su propósito de renovación del lenguaje y la forma poética basándose primero en el Modernismo y, posteriormente, en la experimentación y la poesía pura. Por ello, fue tomado como un maestro-modelo por los autores del 27. Además, no debemos olvidar la influencia que reciben asimismo de las vanguardias y de los autores clásicos.
Federico García Lorca
Estudia Filosofía y Letras y reside desde 1919 en la Residencia de Estudiantes, donde conoce a diferentes artistas pertenecientes a todas las artes (Buñuel, Pepín Bello, Dalí...). Su obra poética es variada, pero a la vez tiene un punto de unión en la temática. Su transmisión plantea problemas debido a los numerosos libros inéditos e incompletos publicados tras su muerte, como Odas o Tierra y Luna.
Su evolución poética:
Primera etapa: hasta 1927. Comienza inspirándose en el Modernismo (Libro de poemas), para añadir a sus poemas rasgos de la poesía tradicional (Poema del cante jondo o Romancero gitano).
La segunda etapa abarca los libros de tendencia surrealista, como Poeta en Nueva York.
En la tercera etapa se incluyen los poemas de sus últimos años, de tendencias diversas (El diván del Tamarit o Sonetos del amor oscuro).
La temática lorquiana es variada pero constante. Aparece el amor homosexual o heterosexual, a veces reflejado como la pérdida. La frustración, el destino trágico debido a la infancia perdida, el amor imposible, la mujer sin hijos, los marginados... La esterilidad de la mujer y del amor homosexual. La muerte, vinculada al amor y al sufrimiento. Los marginados, las víctimas de la sociedad deshumanizada. Los perseguidos. El estilo se basa en la personificación y la metáfora, predominando lo sensorial. En cuanto a la métrica, utiliza los metros de la poesía popular y culta (romances, coplas…), destacando versos octosílabos y endecasílabos, así como el verso libre. Su poesía está plagada de símbolos, que a veces cambian de significado según su contexto; entre los principales destacamos.
Ernestina de Champourcín
Su infancia transcurrió en Madrid donde además de cursar sus estudios se inició en la poesía y contrajo matrimonio. Fue discípula de Juan Ramón Jiménez y estuvo unida por estilo y amistad a los poetas de la Generación del 27. Solo a partir de 1989 se inició el reconocimiento de su obra, con galardones tan importantes como el premio Euskadi de Poesía, el Premio Mujer Progresista y la nominación al Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1992, y la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid en 1997.
El periodo comprendido entre 1898 y 1936 se denomina Edad de Plata, debido a la cantidad y calidad de la literatura escrita durante esa época. Especialmente brillante es la novela, sobre todo la escrita por la Generación del 98. En este momento, se afirma la crisis del realismo, y se buscan nuevas vías narrativas. Posteriormente verá la luz la novela novecentista.
Con el término Generación del 98 nos referimos a cuatro escritores especialmente: Azorín, Baroja, Unamuno y Valle-Inclán; se incluye también a Antonio Machado y Maeztu y se considera a Ángel Ganivet precursor del grupo.
Angel Ganivet, considerado como precursor del grupo, escribió dos obras destacadas en las que ataca los vicios de nuestra monarquía, la corrupción del gobierno y los delirios de grandeza del ejército. A medio camino entre el ensayo y la narrativa está Azorín, cuyas obras más interesantes son La Voluntad, Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo, Los pueblos y Castilla. En ellos aparecen sus temas recurrentes: la microhistoria, el tiempo suspendido y el detallismo formal. Dentro de los autores del 98, Unamuno se acerca con su narrativa al ensayo y destaca por una nueva concepción de novela “nivola” en la que brilla por ausencia la acción en favor del diálogo. Citamos entre sus obras Niebla, Abel Sánchez, la Tía Tula o San Manuel Bueno, mártir. Valle Inclán inicia su producción narrativa en el Modernismo, con las Sonatas, más tarde se acerca a las preocupaciones y críticas del 98 con La guerra carlista y, por último, desarrolla una técnica denominada esperpento que refleja en obras teatrales como Luces de bohemia.
Destacamos a Pío Baroja, que escribe una narrativa representada por la inadaptación social de sus personajes.
Poco después con la llegada a España de las vanguardias, aparece una novela con rasgos novedosos, intelectuales o líricos, es la novela novecentista, en torno a 1914. Los autores son todos universitarios, normalmente de letras; son profesores, historiadores, filólogos o políticos. Su carácter es liberal y europeísta, contraponiéndose a la búqueda de la solución a los problemas en la España profunda del 98 en el paisaje castellano.
El principal autor es José Ortega y Gasset, y Gómez de la Serna, que además de ser el creador de las greguerías, tuvo una importante producción novelística. Sobresale también el grupo lanzado por la Revista de Occidente y la novelista y poeta Concha Espina que se preocupa por la misión de la mujer en la sociedad.
Tras la dictadura de Primo de Rivera aparece la novela social, en la que se tiende a una presentación realista de las situaciones y personajes alejada del estilo metafórico de los vanguardistas. Los temas son temas cotidianos y el estilo sencillo. El novelista más destacado es Ramón J. Sender.
Conviven prácticamente dos tipos de teatro: el tradicional y el renovador. Al primero pertenecen autores que tienen miedo a la censura, y al fracaso, es comercial. Se distinguen tres tendencias: modernista, con los hermanos Machado; cómico y burgués, con el Nobel Jacinto Benavente. Destaca Echegaray, permio Nobel también, aunque un poco anterior en el tiempo.
Al segundo, los del 98, novecentismo y vanguardias, con afán de renovación. Autores como Valle- Inclán o Lorca, o como el no catalogado Alejandro Casona.
La Guerra Civil supuso una ruptura con la evolución de la cultura española, con el exilio, encarcelamiento y muerte de muchos de los escritores. Destacamos la figura de Miguel Hernández, epígono del 27, el que evolucionará desde la estética de este grupo hasta la poesía social. Destacan títulos como “El rayo que no cesa”. Durante la época franquista hubo numerosos autores que sufrieron el exilio, todos ellos tienen en común el tema preferido de inspiración: España.
En los años 40, la poesía se divide en dos grandes grupos: la arraigada y la desarraigada. La primera es afín al régimen y destaca los temas relacionados con Dios, la patria o la familia. Los autores (Rosales, Panero, Vivanco, entre otros) se agrupan en torno a la revista Garcilaso.
La segunda es todo lo contrario; presenta al hombre en un mar de angustia, rodeado del caos que le ha tocado vivir, que se rebela contra Dios. Surge la revista Espadaña, con dos poetas del 27, Dámaso Alonso con Hijos de la Ira y Aleixandre con Sombra del paraíso. Esta poesía desembocará en la poesía social de los 50.
Hay otros autores que plantean una estética diferente, son lo vanguardistas.
En los años 50 encontramos la poesía social, que denuncia las injusticias sociales y propugna la lucha por el cambio social y político. Los dos autores más representativos son Blas de Otero (Pido la paz y la palabra) y Gabriel Celaya (Cantos iberos).
A finales de los 50 y principios de los 60, se empieza a superar la poesía social con la llamada “generación del medio siglo”. Estos autores conciben la poesía como proceso de conocimiento. Dudan de la capacidad de la poesía para transformar el mundo.
A finales de los 60 se intuye una renovación poética (basada en la admiración de la poesía anglosajona y de las vanguardias) que recoge José Mª Castellet en Nueve Poetas Novísimos; de ahí que se nombren como “promoción del 68” o “novísimos”. Estos serían Leopoldo María Panero, Vázquez Montalbán, y Ana Mª Moix, entre otros. Gustarán de experimentar con diversas técnicas como el pastiche o el collage.
A partir de esta generación, podemos distinguir varias tendencias en la poesía española más contemporánea:
Poesía de la experiencia, Decadentismo y culturalismo, Poesía de la reflexión y Poesía neosurrealista: pretende recuperar la tradición simbolista y surrealista del 27 y continúa la línea de algunos novísimos. Destacan Blanca Andreu, y la poesía sensual y erótica de Ana Rossetti.
En la década de los noventa y principios del siglo XXI se enfrentan la poesía de la experiencia y la poesía del silencio, aunque domina la primera. A finales de los 90, surge la “poesía mediática”, que sostiene que la libertad creativa individual. Por último, hay que destacar el grupo valenciano Alicia bajo cero y las llamadas Voces del Extremo, un grupo de poetas que reivindican una poesía comprometida y crítica. En las primeras décadas del s. XXI la variedad es amplísima, destacando Elvira Sastre.
La evolución del teatro español, estuvo determinada por la Guerra Civil y sus consecuencias.
Por un lado en los años cuarenta:
Tras la Guerra Civil, continuó la dramaturgia anterior a la contienda y predominó un teatro de evasión. El teatro de posguerra consistía en el entretenimiento al público y trasmitía ideología. Este, censuró el Estado y la Iglesia y por consiguiente desarrolló la autocensura en los dramaturgos; destaca también por su producción abundante y mediocre.
También se formó el llamado teatro en el exilio, que presenta diferencias estéticas con el cultivado en España. Dos grandes autores fueron Rafael Alberti y Max Aub.
El teatro realista se caracteriza por la complejidad de los espacios escénicos y la profundización en los caracteres de los personajes. Destaca Buero Vallejo.
Por otro, en los cincuenta surgió el teatro de vanguardia. Los vanguardistas son herederos del teatro del absurdo y del teatro de la crueldad. Destacan dos autores españoles, Fernando Arrabal y Francisco Nieva.
Los simbolistas se caracterizan por un acentuado carácter vanguardista, un marcado pesimismo y el uso frecuente de la simbología animal. Su tema principal es el poder opresor. Miguel romero Esteo.
Triunfó en los años sesenta la nueva comedia burguesa. Esta nueva comedia es un teatro inmovilista, que repite esquemas del pasado, con personajes alejados de las circunstancias sociales del momento. Es un teatro de evasión. Vuelve a España Casona, con arrollador éxito.
En los años de transición democrática los cambios producidos especialmente al mundo teatral, siendo uno de los acontecimientos más relevantes el surgimiento de un teatro neorrealista y el teatro en la transición, aunque también brillan los vanguardistas, los realistas continúan estrenando, se crean y destruyen muchos grupos de teatro independiente y se recuperan autores clásicos como Valle o Lorca. Aparece una nueva promoción de dramaturgos denominada “generación del 82” o “generación de la transición”.
Hacia fines de los años 80 surge una nueva promoción de escritores con formación universitaria (Paloma Pedrero) que expresan el desencanto ocasionado por un fracaso.
En los años 90 surge otro grupo de escritores que reflexionan sobre algunos problemas sociales contemporáneos.
La Guerra Civil supuso una ruptura con la evolución de la cultura española. Esta queda sumida en un profundo aislamiento cultural y político. Se cierran todas las fronteras y se instaura un férreo aparato de control y censura en las publicaciones. Los autores de novela se van a caracterizar por su maniqueísmo (posturas extremas), la combatividad y el ataque al contrario. Unos escritores mueren, otros deben exiliarse y el resto se queda en el país, tomando generalmente una estas dos posturas: escapismo o temática de guerra.
En la narrativa española, en los años cuarenta, el paisaje no es muy alentador. Se abandonan las tendencias renovadoras y experimentales de Unamuno y Valle-Inclán, así como el Novecentismo. Los años cuarenta están marcados por las consecuencias del conflicto, conviven el realismo tradicional y surge el tremendismo. Por otra parte, se desarrolla la novela existencial cuyo tema fundamental es la soledad a causa de la falta de comunicación y cuyos protagonistas se enfrentan a un futuro incierto. Destacan Miguel Delibes, Camilo José Cela (premio Nobel) Carmen Laforet (ganadora del Premio Nadal con su novela Nada) y Ana Mª Matute, entre otros.
En los años cincuenta se observa un ligero aperturismo exterior (acuerdo con EEUU e ingreso en la ONU), así como una relajación en la censura de ciertas editoriales, que coinciden con el éxodo rural, las protestas universitarias y obreras y la consolidación de la clase media burguesa. El realismo tradicional da paso a un realismo crítico, que se refleja en dos tendencias: neorrealismo y realismo social, aunque también se escribe novela de fantasía o de lo mágico, y novela metafísica de motivos simbólicos, que se desarrollarán en los años siguientes. Destacan Ramón J. Sender o Rosa Chacel .
Los años sesenta representan el comienzo de cambios sustanciales en el país: desarrollo económico, aperturismo, crecimiento del turismo. Hay una clara influencia de la literatura extranjera con obras como Ulises, de Joyce, o autores como Faulkner o Kafka.
Las características principales de esta novela son la ruptura del orden cronológico, el perspectivismo (uso indistinto de la primera y tercera persona y la segunda autorreflexiva , el monólogo interior o el empleo expresivo de la tipografía, con ruptura de líneas, páginas en blanco, etc. Se considera 1962, fecha de inicio de una nueva narrativa, coincidiendo con la publicación de Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos. Esta narra las experiencias de Pedro, un joven médico que se ve inmerso en un asunto turbio al ser llevado a unas chabolas para solucionar un aborto mal practicado. Cinco horas con Mario de Delibes, refleja la evolución que sufre la narrativa con el paso de los años.
En los años setenta aparece la novela experimental, superada rápidamente con una nueva generación de narradores, de los cuales la mayoría siguen escribiendo hoy en día y muchos de ellos tienen una labor paralela como articulistas y columnistas en los periódicos más importantes del país (J.J Millás, Muñoz Molina o Rosa Montero).
Se considera que desde 1975 surge una nueva etapa en la narrativa española. Las condiciones sociopolíticas y culturales cambian radicalmente, reflejándose en la producción literaria. Ya asistimos al nacimiento de una democracia, el país empieza a desarrollarse y se puede aplicar el término bienestar económico y social. En esta coyuntura abundan las nuevas creaciones, en detrimento de estéticas colectivas.
La novela de esta época vuelve a la forma tradicional de contar y a la historia interesante en sí misma, en la que predomina una visión irónica y distante de los problemas colectivos en beneficio de temas más personales o íntimos como la soledad, el amor, la infancia, etc. Es una vuelta al estilo realista, de frase corta y más fácil de leer.
En las décadas de los ochenta y noventa surge un gran número de novelistas nuevos. Al igual que en el resto del mundo, no existe ahora una tendencia dominante. Comparten el panorama literario novelas muy diferentes en estilo, temas y calidad. Destacan la novela experimentalista y discursiva de Luis Goytisolo; la novela histórica, con la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro o La voz dormida (2002), de Dulce Chacón, sobre la Guerra Civil; la metanovela: también llamada novela especular, que consiste en incluir la narración misma como centro de atención del relato y reflexionar sobre la creación novelística; la novela intimista: se vuelve a lo privado con el análisis psicológico de los personajes femeninos. Te trataré como una reina, de Rosa Montero (conocida novelista y articulista) o Malena es un nombre de tango, de Almudena Grandes; la novela lírica o poemática, de claro tono subjetivo, con abundancia de mitos y símbolos; la novela de acción: influida por la novela negra americana. Se incluyen narraciones de aventuras, policíacas o negras y de espionaje. Destacan las obras de Vázquez Montalbán y su detective Carvalho, o El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza; la novela de crítica política: refleja la desilusión en las décadas de los 80 y 90. Días contados de Juan Madrid; novela de la memoria: con gran subjetividad y autobiográfica. Evoca el pasado para recuperar la identidad del personaje. Mujeres de negro, de Josefina Aldecoa. Otros tipos serían la novela psicológica, la alegórica o la expresionista.
También destaca un grupo de escritores jóvenes conocidos por ofrecer una visión desencantada de la vida, con protagonistas muy jóvenes y presencia de la violencia y continuas referencias musicales y cinematográficas. Destaca Lucía Etxebarría, ganadora del Premio Nadal, autora de Amor, curiosidad, Prozac y dudas, o Ray Loriga.
En la primera década del siglo XXI siguen las tendencias anteriores; pero se observa un auge del cuento en consonancia con los ajetreados tiempos. Uno de los autores más destacados en la narrativa en esta década es Alberto Méndez, quien en Los girasoles ciegos engarza cuatro historias de posguerra. Espido Freyre, con su novela Melocotones helados se convirtió en la autora más joven en conseguir el Premio Planeta.
Se supera la llamada modernidad con el término “posmodernidad”, refiriéndose al cambio de mentalidad sufrido en las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI. Esta se halla gobernada por la tecnología y los medios de comunicación. Rechaza el pensamiento anterior y los discursos trascendentes. Defiende la desideologización, el escepticismo, hedonismo, individualismo y el consumo. Predomina, por lo tanto, la subjetividad, y prefiere la novela histórica. En los últimos tiempos volvemos a ver el auge de la novela de intriga o policíaca con autores como Dolores Redondo, ganadora del Premio Planeta, cuya Trilogía del Baztán ha sido también llevada al cine con éxito.