El día 9 de julio de 1942 amaneció lluvioso.
Esa mañana Ana conoció su nuevo “hogar”.
Al principio la pareció perfecto aunque nada les hacia sospechar el tiempo que iban ha estar.
La casa tenía dos pisos y la familia de Ana ocupaba el piso de abajo porque los Van Pels iban a ocupar el piso de arriba. Enseguida decoro las paredes de su habitación con sus fotos preferidas.
Margot y Ana estaban ansiosas con la llegada de los Van Pels. Al llegar, ha Ana les parecío una familia bastante habladora, y Peter…Le parecía un chico silencioso, aburrido, y que no le gustaba mucho llamar la atención.
En los primeros días todo fue bastante bien pero pasados unos días la señora Van Pels estaba a todas horas protestando, al señor Van Pels le encantaba gastar bromas, aunque tenía mucho genio, Peter era muy muy aburrido… La convivencia en un lugar cerrado no tiene que ser nada fácil y Ana no se sentía ni aceptada, ni comprendida, sobre todo porque su madre continuamente la comparaba con su hermana.
Al poco tiempo llegó el señor Pfeffer y le tocó compartir habitación con Ana.
La vida en “la casa de atrás” era muy monótona, muy aburrida y muy complicada ; hasta las 8 de la noche no se podían sentir “libres “ pasaban a la fabrica y escuchaban la radio, la única conexión que tenían con el mundo.
Lo más increíble de todo es que encima tenían que dar gracias porque podían estar todos juntos y seguían vivos, muchos judíos no podían decir lo mismo, perseguidos, separados de sus familias, temiendo por su vida cada instante…