El 4 de noviembre de 2006, Londres, un exagente del servicio secreto ruso Aleksandr Válterovich Litvinenko ingresa en el hospital porque lleva tres días agotado y vomitando sin parar los médicos inicialmente atribuían estos síntomas a una simple infección intestinal, pero para su sorpresa los antibióticos no le hacen ningún efecto, al contrario durante los siguientes días la salud de Litvinenko empeora a pasos agigantados, el pelo se le cae y sus recuentos de plaquetas y glóbulos rojos y blancos se desploman.
Mientras el equipo médico valora si Litvinenko está padeciendo un efecto adverso inusual del antibiótico, su mujer le está dando vueltas a otra explicación mucho más inquietante. Su marido había huido de Rusia tras destapar una trama de corrupción en la que estaban implicados oficiales del Servicio Secreto y si alguno de los muchos enemigos que se había ganado en las altas esferas rusas, le había envenenado, pero solo una persona se toma en serio esta hipótesis.
El mismísimo House, espera eso no puede ser. Ah, un tal Iván House, de la unidad de toxicología del hospital, perdón el señor House propuso que Litvinenko había sido envenenado con talio, un elemento con una oscura trayectoria criminal a su espaldas y en cuanto los médicos le administraron el antídoto a Litvinenko por primera vez mejoró. Parecía que House había resuelto el caso.
Pero no, porque poco después Litvinenko empezó a vomitar sangre. Su ritmo cardíaco se volvió irregular, sus riñones fallaron y llegados a este punto, lo único que podía explicar, los inusuales síntomas de Litvinenko era la exposición a una dosis descomunal de radiación.
Sin embargo las pruebas del hospital no habían encontrado ni rastro de sustancias radiactivas en su cuerpo, eso dejaba una posibilidad inquietante y si Litvinenko había sido envenenado con un isótopo radiactivo tan poco común que no se podía detectar con medios convencionales.
El 21 de noviembre el hospital envió muestras de orina y sangre de Litvinenko a la organización británica de armamento atómico y a la mañana siguiente los análisis confirmaron sus temores, por las venas de Litvinenko corrían 25 microgramos de un metal súper escaso y altamente radiactivo, el polonio 210.
Pero por desgracia ya era demasiado tarde, el día 23 de noviembre, solo 3 semanas después de ser envenenado Litvinenko sucumbia a un ataque cardíaco, el tercero que sufría en 48 horas y todo este daño lo causó, el equivalente a un grano de polonio el ancho de un pelo humano. Pero eso no es nada, quiero decir es muchísimo, aunque parezca poco, porque la dosis letal media de polonio 210 es de sólo un microgramo. Una cantidad de un millón de veces inferior a la de algunos de los venenos más conocidos, o sea que desde el momento en que Litvinenko ingirió 25 microgramos de polonio, nada le pudo haber salvado.
La pregunta es qué diablos hace que el polonio sea tan mortífero, los venenos ordinarios como el cianuro o el arsénico se dedican a entorpecer los procesos químicos que nos mantienen vivos, pero el polonio mata de una manera mucho menos sutil, destruye los órganos vitales con su inmensa radiactividad, como pasa con todos los elementos radioactivos. Los átomos de polonio son inestables y en este caso ganan estabilidad expulsando de su núcleo un grupo de dos protones y dos neutrones, una partícula alfa. Que es una forma de lo que llamamos radiación nuclear porque irradia del núcleo atómico, las partículas alfa pueden ser muy peligrosas, porque son como pequeñas balas que son capaces de dañar y matar las células con las que chocan. Por tanto, si ingieres polonio, sus átomos empiezan a bombardear tus órganos vitales desde dentro, con partículas alfa. Y si matan suficientes células, sus órganos dejarán de funcionar y sufrirás la misma suerte que el pobre Litvinenko, afortunadamente las partículas alfa tienen un poder de penetración tan bajo, buen meme, que no son capaces de atravesar nuestra piel y os lo puedo demostrar con este mineral radiactivo y con un poco de piel.
Estos cristales negros son torianita un mineral de torio que como podéis escuchar es radiactivo. Su superficie emite unos 40 microsivers por hora o lo que es lo mismo unas 400 veces la radiación ambiental. Ahora bien si coloco un trozo de piel muerta sobre el mineral, la lectura del Geiger cae a la mitad y el motivo es que igual que el polonio, el torio emite partículas alfa que no atraviesan la piel, por cierto si os estáis preguntando por qué la lectura no baja a cero, el motivo es que este mineral también contiene más elementos radiactivos aparte del torio, y os lo puedo demostrar con mi nuevo juguete favorito el radiacode 103. Un espectrómetro de rayos gamma portátil que nos indica que el mineral también contiene actinio 228, bismuto 212, plomo 212, y talio 208. Unos isótopos que emiten rayos gamma, que atraviesan la piel con facilidad, si os interesa el radiacode 103 os diré cómo conseguirlo con un descuento al final. La moraleja es que mientras una fuente de partículas alfa esté fuera de tu cuerpo, tu piel y tu ropa detienen sus proyectiles subatómicos e impiden que alcancen tus órganos internos.
Ahora bien, si por lo que sea ingieres o inhalas esa misma fuente de partículas alfa, la cosa cambia bastante y más si se trata de polonio 210, existen varios isótopos del polonio y todos son radiactivos pero al polonio 210 se le da especialmente bien destruir células, porque dispara partículas alfa como un loco. Una consecuencia de su cortísimo período de semidesintegración o PDS, he hablado de este concepto con mucho más detalle. Por ahora nos basta con una simple comparación el PDS del uranio 238 es de 4.500 millones de años, así que un gramo de este isótopo emite unas 9.000 partículas alfa cada segundo y cuántas pensáis que dispara un gramo de polonio 210 con un PDS de solo 138 días, un millón, 100 millones.
Pues no, 120 billones, 13 mil millones de veces más que el uranio 238 y además las partículas alfa que emite el polonio son más energéticas, se podría decir, que si el uranio fuese una pistola de partículas alfa, el polonio sería una ametralladora y por eso el polonio que es tan letal dispara partículas alfa a un ritmo tan frenético que incluso una dosis minúscula destruye muchísimas células en un santiamén, pero claro, eso lo sabemos ahora. Las primeras personas que investigaron el polonio no tenían esa ventaja, y a algunas les costó la vida. Entre las víctimas del polonio esta Irene Joliot Curie, la hija de Marie Curie, a quien le estalló un vial de este elemento en su escritorio y murió de leucemia al cabo de 10 años, su marido Frederick murió dos años después en 1958 probablemente debido a una cirrosis provocada por la acumulación de polonio en su hígado. Por si esto fuera poco los investigadores del mismo instituto que también trabajaban con polonio Nobuo Yamada y Sonia Cotelle fallecieron tras haber presentado síntomas de exposición a altas dosis de radiación. Por otro lado, en 1957 se descubrió una fuga de polonio en el Instituto Weizmann de Israel que probablemente fue la causa de que un alumno y tres investigadores muriesen de cáncer. Unos años después a esta lista hay que sumar un trabajador ruso que en 2001 inhaló un aerosol que contenía polonio y seguramente muchos más casos que no se han podido confirmar, como veis, el polonio es un elemento radiactivo al que hay que tener especial respeto pero aquí viene el giro de guión.
La tremenda radiactividad del polonio no solo acabó con la vida de Litvinenko, también delató a sus asesinos. En el hospital, Litvinenko informó la Policía que creía saber quienes le habían envenenado, Andrey Lugovoy y Dimitri Kovtun, supuestos empresarios rusos con los que se había reunido por última vez el día 1 de noviembre, solo unas horas antes de que empezase sus síntomas según Litvinenko cuando llegó al bar en el que habían quedado Lugovoy y Kovtun ya estaban allí y le dijeron que como la reunión sería corta, se podía terminar el té que les había sobrado, en lugar de pedir una consumición nueva. Litvinenko accedió y se sirvió una taza, pero solo le dio varios sorbos, porque por algún motivo no le gustó, algo que, en ese momento atribuyó a que el té estaba frío y sin endulzar. La realidad era que el té seguramente contenía suficiente polonio disuelto como para matar a cientos de personas.
A la policía científica no le costó mucho confirmar la versión de los hechos de Litvinenko, básicamente porque en el bar en cuestión, encontraron una tetera tan contaminada con polonio que saturaba sus contadores Geiger. Ya no había ninguna duda, Litvinenko había sido víctima de un crimen premeditado. Pero no fue ni de lejos el crimen perfecto que sus asesinos habían imaginado, vaya por delante, que nunca se supo, en qué forma exacta transportaron el polonio Lugovoy y Kovtun, pero lo que está claro, es que no eran conscientes de que tanto el polonio metálico como su soluciones se evaporan continuamente, debido a su propia radiación. Más que nada, porque fueron dejando un rastro radiactivo por allá donde pasaron, los asientos de su vuelo de Moscú a Londres, las mesas de los restaurantes y bares en los que comieron, los taxis que tomaron, todo lo que tocaron acabó manchado con polonio.
Como resultado, a la policía no le costó mucho reconstruir sus pasos, el mayor foco de radiación se encontró en la habitación en la que los asesinos se alojaron el día que envenenaron a Litvinenko, concretamente en la tubería del lavamanos, lo que sugiere que, o bien prepararon la solución letal bajo el grifo, o que tiraron la que le sobró por el desagüe. Y a juzgar por el hallazgo de dos toallas de Hotel altamente radiactivas, parte del polonio se les debió derramar y lo limpiaron con lo primero que pillaron. La aparente dejadez con la que Lugovoy y Kovtun manejaron el polonio, sugiere que no sabían lo peligroso que era. Y eso solo podía significar una cosa, la idea de usar polonio no había sido suya, alguien le suministró el veneno y les ocultó su naturaleza radiactiva.
Pero entonces quién era el verdadero cerebro tras el crimen, pues no había muchos candidatos, porque el polonio es tan escaso y peligroso, que muy pocas personas barra organizaciones tienen acceso a él. La única fuente natural de polonios son los minerales de uranio, como este, sí en serio esta roca contiene uranio. El radiacode 103 lo confirma, sin embargo este tipo de minerales solo contienen alrededor de 100 miligramos de polonio por tonelada de roca, algo que dificultó bastante el descubrimiento de este elemento.
En 1898 Marie y Pierre Curie notaron que el bismuto concentrado que extraían de los minerales de uranio era mucho más radiactivo que el propio uranio, es más su intensa radiación alfa llevó a Marie Curie a deducir que ese bismuto escondía un elemento radiactivo a un desconocido, que bautizó como polonio en honor a su país natal y tenía toda la razón del mundo, sin embargo la pareja nunca logró aislar el elemento que María había predicho. El mundo no vería una muestra de polonio puro hasta 1902, el año en el que el químico Willy Marckwald consiguió depositar este metal radiactivo sobre láminas de plata y bismuto, pero no fue un trabajo sencillo tras arriesgar su salud procesando dos toneladas de minerales de uranio, obtuvo la friolera de tres miligramos de Polonio. Ya mucho trabajo para tan poca cosa, así que el cerebro que estaba tras el asesinato de Litvinenko, seguramente no extrajo el polonio de las rocas, eso dejaba una segunda posibilidad mucho más inquietante, que comprase el polonio en una tienda de fotos o una ferretería, porque por sorprendente que parezca este elemento letal, tiene una aplicación más o menos cotidiana. La intensa radiación alfa del polonio es capaz de arrancar electrones a las moléculas de nitrógeno y oxígeno del aire que lo rodea, así que las muestras de este elemento siempre están envueltas en una nube de iones positivos y negativos, una propiedad que resultó ser muy útil para eliminar la electricidad estática, por ejemplo estos cepillos fotográficos contaban con una ranura recubierta de esferas cerámicas minúsculas dopadas con polonio, cuando el cepillo se pasaba sobre una cinta polvorienta, el aire ionizado por el polonio neutralizaba la carga estática que mantenía el polvo pegado y el cepillo lo podía retirar con facilidad, estos cepillos con polonio ya no se comercializan al público, por bueno, por motivos obvios, pero parece que este elemento radiactivo sigue teniendo algunas aplicaciones especializadas, como estas tiras de plástico dopadas con polonio que valen 250 ñapos, si lo he entendido bien, estos dispositivos se usan en algunos laboratorios para eliminar la electricidad estática de los filtros más finos antes de instalarlos.
Era posible que el polonio con el que asesinaron a Litvinenko saliese de este tipo de productos, pues tampoco tiene pinta, porque cada dispositivo contiene tan poco polonio, que habría que procesar cientos de unidades para obtener una dosis letal y una extracción a esta escala es muy peligrosa, por no hablar de que el polonio obtenido sería muy impuro, de hecho ahí estaba la clave. Solo unos pocos laboratorios son capaces de producir polonio con una pureza tan alta, como el que corría por las venas de Litvinenko y no lo sacan ni de las rocas, ni de trastos radiactivos, sino de reactores nucleares.
Los alrededor de 100 gramos de polonio que se producen anualmente en todo el mundo, se obtienen de manera artificial irradiando muestras de bismuto con neutrones dentro de reactores nucleares. Durante el proceso algunos átomos de bismuto 209 absorben un neutrón y se convierten en bismuto 210, que a su vez convierte uno de sus neutrones en un protón, pasando a ser polonio 210 y tras días de irradiación cada kilo de bismuto, desarrolla unos pocos microgramos de polonio, que se separan en laboratorios especializados. Eso sí, no os penséis que el polonio extraído se junta en una única masa de metal, porque se vaporizaría debido al calor generado por su propia radiación. En su lugar el polonio se suele depositar químicamente sobre láminas de otros metales y por fin, llegamos a la conclusión del caso, al ser Rusia el mayor productor de polonio del mundo.
La investigación oficial del gobierno británico concluyó, que el gobierno ruso tenía tanto los motivos como los medios para mandar a Lugovoy y Kovtun a envenenar a Litvinenko, por su parte el gobierno ruso dice que todo es mentira y que fue un montaje de los servicios de inteligencia británicos. Quién está lo cierto, bueno yo no me quiero meter en fregados, pero sí que me parece, que una de las dos versiones se sostiene mucho mejor que la otra, y esa versión es la de... Uf por poco, menos mal que tenía a mano el radiacode 103. Aunque la radiación nuclear tiene mala fama por motivos obvios, lo cierto es que estamos rodeados de ella en nuestro día a día. De hecho, seguro que de vez en cuando os topáis con cosas un poco radiactivas sin saberlo y ahora es más fácil que nunca encontrarlas, gracias al radiacode 103. Os lo demuestro estos tres objetos, los he comprado en tiendas de segunda mano y mercadillos y parecen un reloj despertador, una lente antigua y una copa de vino, normales sí y corrientes, pero como nos muestra el radiacode 103 todos son radiactivos y no solo eso, la app de radiacode nos dice que elementos radiactivos contiene cada uno, a partir de la energía de los rayos gamma que emiten, en este caso radio, torio y uranio.
Aquí tenéis otro ejemplo curioso que me ha enviado la buena gente de radiacode dos bolsas de bayas y setas. Pero no me las han mandado para que me las coma, eso no sería muy buena idea, porque como nos muestra radiacode 103, contienen cesio 137, un isótopo radiactivo que se forma durante la fisión del uranio y no es de extrañar porque estas bayas y setas vienen de Chernóbyl, si os gustaría adquirir este interesantísimo gadget científico que además también es un dosímetro, con el que puedes cartografiar la radiación allá por dónde vas.