Primeras Expediciones
Descripción de las islas de Plinio:
Cuenta Plinio que un general cartaginés llamado Hannón, atravesó el estrecho de Gibraltar y navegó costeando Africa, hasta un punto que algunos suponen el actual Senegal. Después de capturar varios esclavos, entre ellos algunas mujeres, regresaron a su patria, y que en su ruta divisaron una montaña blanca muy alta que se piensa fuese el Teide. Por otras fuentes se dice también que Sartorio, general romano proscrito en Hispania, proyectó aunque no lo realizó, viajar hasta las islas atlánticas, de cuya existencia se enteró por unos marinos. Plinio relata que el rey Juba de Mauritania envió una expedición a las Afortunadas. Al regreso, le llevaron dos grandes perros, de donde puede proceder el nombre de Canarias (del latín canis-canis: perro). Juba, con las noticias que le aportaron los marinos escribió una relación de la que Plinio extrajo:
"La primero llamada Ombrios, no ofrece vestigio alguno de edificios, tiene en sus montañas una laguna y árboles semejantes a cañahejas de los cuales se extrae un licor amargo en los que aparecen de color negro, y agradable al paladar en los que tienen de color blanco. Llámase otra isla Junonia, y en ella se ve un pequeño templo de piedra. Junto a ésta hay otra del mismo nombre, pero de menores dimensiones. Viene enseguida Capraria, poblada de grandes lagartos, y a la vista de ambas se alza Nivaria, que lleva este nombre por sus nieblas y perpetua nieve. Sigue luego Canaria, llamada así por sus perros de gran tamaño de los que fueron enviados dos a Juba"
Olvido medieval:
Poseemos poca información de las islas durante la Alta Edad Media. En esta época la cultura antigua sufre un retroceso y, en general, los descubrimientos geográficos se reducen al mínimo. Avanzada la Edad Media las embarcaciones no se aventuraban a penetrar en el océano Atlántico. Los marineros creían que las aguas se encontraban infestadas de enormes dragones, por lo que la navegación resultaba muy peligrosa; el Atlántico era entonces un mar tenebroso. El conocimiento que tenía el mundo antiguo de las Canarias se perdió en el olvido y sólo se volvió a tomar contacto con el archipiélago en la Baja Edad Media ya en transición al Renacimiento. Los primeros viajes a las islas Canarias debieron de realizarse hacia finales del siglo XIII o probablemente antes, y se hicieron más frecuentes a lo largo del siglo siguiente. Fueron organizados por comerciantes, en su mayor parte, procedentes del área mediterránea, entre los que destacaban genoveses, mallorquines y catalanes, además de castellanos y portugueses. Hacia el último tercio del siglo XIII. Los hermanos genoveses Vivaldi realizaron un viaje con fines comerciales.
Iniciativas de la Corona portuguesa:Probablemente entre 1320 y 1339, el genovés Lancelloto Malocello, por cuenta de los portugueses, arribó a las costas de Lanzarote, isla a la que seguramente dio su nombre. Aparece en documentos como Nossa Senhora de França. Tenía intención conquistadora, construyó un pequeño fuerte y permaneció varias décadas. La empresa fracasó debido a la agresividad de los nativos. En algunos mapas figuró la isla con el dibujo de una banderola genovesa. En 1341 Alfonso IV de Portugal envió una expedición al mando del florentino Angiolino del Teggia con el propósito de recoger información de las Canarias. Se ha conservado una interesante relación de este viaje que hizo uno de sus pilotos, llamado Nicolasso de Recco. Su heterogénea tripulación estaba compuesta por genoveses, florentinos, castellanos y portugueses. Llevaban pertrechos para conquistar una ciudad, planes que revelan el escaso conocimiento que tenían acerca de los pobladores. La expedición avistó todo el archipiélago y se decidió no establecer un asentamiento por falta de atractivos comerciales. Las islas Canarias se pusieron de moda en los círculos culturales europeos y, especialmente en Avignon. El mapa catalán de 1375 incluye una pequeña descripción legendaria. También figuraban en la carta de Dulcert y el atlas Mediceo, que alcanzaron una considerable difusión.
El príncipe Luis de la Cerda:Las incursiones depredatorias que siguieron eran expediciones clandestinas que terminaron con escaso éxito y rentabilidad. Hacia 1344 el infante Luis de la Cerda, conde de Clermont, pariente de los reyes de Castilla y Francia solicita del papa Clemente VI una bula por la que se le otorgase el señorío de las islas Afortunadas junto con el título de Príncipe de la Fortuna. La bula se expidió a 15 de noviembre de 1344 y la solemne investidura se ejecutó en el palacio apostólico de Aviñón. El papa entregó a Luis de la Cerda un gran cetro de oro, tomando por tema las palabras "Faciam principem super gentem magnam", y le concedió, con la facultad de batir moneda, todos los demás derechos reales y el patronato de las iglesias y monasterios que construyese. Los embajadores de Portugal que residían cerca del papa en Aviñón, creyendo agraviada su corona con la investidura hecha al príncipe de España, la protestaron diciendo que por la vecindad, comodidad y oportunidad debían conquistarla los portugueses. Es posible que la delicada situación de Francia ante los ataques ingleses fuera la causa de que el príncipe de la Fortuna acudiese con sus tropas a las provincias de Normandía, Picardía y Bretaña. Don Alfonso XI de Castilla contradijo la investidura de don Luis por pertenecer la conquista a su real corona como comprendidas en la diócesis de Marruecos. También causas económicas hicieron que no pudiera desplazarse hasta Canarias, que jamás pisó. Dejó una hija llamada Isabel, que casó con el conde de Fox, señor de Bearne, de quienes fue hijo don Bernal, conde de Medina Celi, en cuya casa entró el derecho del reino de las islas Canarias.
En 1393 se asociaron en Sevilla algunos andaluces y otros aventureros de las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa, quienes, con licencia del rey Enrique III, aprestaron una escuadra de cinco navíos, a las órdenes de Gonzalo Peraza Martel, señor de Almonaster. Después de haber recorrido las costas de Africa y varias islas saquearon las humildes poblaciones de Lanzarote robando sus ganados y apresando al rey Tinguafaya con la reina su esposa y otros 170 isleños que nunca cobraron la libertad. Tuvieron lugar otros viajes históricamente documentados de mallorquines y catalanes de menor importancia. Las Canarias eran ya bien conocidas en la segunda mitad del siglo XIV ya que aparecen representadas en los portulanos o cartas náuticas de la escuela cartográfica mallorquina-catalana. La principal razón de estas expediciones era la captura de aborígenes isleños, actividad que continuó en los años de la conquista, constituyendo una de las principales fuentes de ingresos de los conquistadores. Otra razón de las expediciones era la recolección de la orchilla, empleada para la fabricación de tintes.
Enrique III de Castilla y León (1379-1406):
Rey de la dinastía de los Trastámaras. Tuvo que defender su corona (1393) de las revueltas nobiliarias en su contra. Activo en política exterior. Organizó una marina ante los perjuicios que el corso causaba al comercio tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo. Mantuvo una considerable presencia en el comercio francés y en Flandes. Sus barcos llegaron a las costas inglesas. Su pacto con el normando Bethencourt para la conquista de Canarias permitió que terminaran quedando bajo el poder de Castilla. Del control marítimo estuvo encargado el destacado militar Pero Niño, cuya primera expedición comenzó con un desembarco en Berbería (cerca de Orán). Las expediciones militares que se prepararon tuvieron numerosas incursiones en lejanas plazas del Mediterráneo y el Atlántico. En 1389 accede al sultanato otomano Bayaceto (Beyazid I) que extendió los dominios turcos por territorios europeos como Tracia, Hungría y Bulgaria. Levantó el cerco de Constantinopla a cambio de un elevado tributo. Su enfrentamiento con Tamerlán libró a Europa de la amenaza de su poderoso ejército. Enrique III envió una delegación diplomática a establecer relaciones con Tamerlán y a la vez a recabar información sobre el poderoso emperador. Ruy González Clavijo dejó un interesante relato de viajes de aquella misión con destino a la lejana Samarcanda.
Enrique III de Castilla y León (1379-1406):Rey de la dinastía de los Trastámaras. Tuvo que defender su corona (1393) de las revueltas nobiliarias en su contra. Activo en política exterior. Organizó una marina ante los perjuicios que el corso causaba al comercio tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo. Mantuvo una considerable presencia en el comercio francés y en Flandes. Sus barcos llegaron a las costas inglesas. Su pacto con el normando Bethencourt para la conquista de Canarias permitió que terminaran quedando bajo el poder de Castilla. Del control marítimo estuvo encargado el destacado militar Pero Niño, cuya primera expedición comenzó con un desembarco en Berbería (cerca de Orán). Las expediciones militares que se prepararon tuvieron numerosas incursiones en lejanas plazas del Mediterráneo y el Atlántico. En 1389 accede al sultanato otomano Bayaceto (Beyazid I) que extendió los dominios turcos por territorios europeos como Tracia, Hungría y Bulgaria. Levantó el cerco de Constantinopla a cambio de un elevado tributo. Su enfrentamiento con Tamerlán libró a Europa de la amenaza de su poderoso ejército. Enrique III envió una delegación diplomática a establecer relaciones con Tamerlán y a la vez a recabar información sobre el poderoso emperador. Ruy González Clavijo dejó un interesante relato de viajes de aquella misión con destino a la lejana Samarcanda.
Expedición de Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle (1402):
En 1402 partió de La Rochela la expedición de Jean de Bethencourt, formada por unos 250 hombres, aunque a lo largo del viaje se redujeron a menos de la mitad. Gadifer de la Salle aportó los hombres, los navíos y la organización. Después de tocar La Coruña y el Puerto de Santa María arribaron al islote de la Alegranza. Días más tarde pasaron a Lanzarote donde fueron bien acogidos y realizaron varias incursiones a la isla de Fuerteventura. Bethencourt parte en busca de refuerzos y regresa año y medio después con seis medidas de trigo y cuatro hombres escasos. Sus gestiones le llevaron a conseguir el título de rey feudatario del de Castilla pero no los medios necesarios. Gadifier abandona la empresa inmediatamente y marcha a Francia. El resto de expedicionarios permaneció en condiciones muy precarias causando gran daño a los nativos. El impulso ultramarino del reinado de Enrique IV es muy inferior al de la activa corona portuguesa. En 1418 la Corona de Castilla adquiere el derecho sobre las islas mediante compra. Un viejo tratado firmado en Soria en 1291 atribuía las tierras al oeste del río Muluya a Castilla. La disputa por la titularidad de las islas continuó hasta la promulgación de la bulaRomanus Pontifex por el papa Nicolás V. El reparto establecido en el tratado de Alcaçovas (1479) concedía a Portugal Guinea, el reino de Fez y las islas de Cabo Verde y Madeira. El valor estratégico que las Canarias suponían para Castilla se multiplicó con el descubrimiento del Nuevo Mundo.