Lo que pasó después...
Bueno, después se dieron las cosas y ellos se volvieron novios. Por un par de días (literalmente) las cosas fueron tiernas y buenas. Todo era color rosa. Sin embargo, una semana más tarde se dieron los problemas. Ellos en verdad eran muy diferentes. Ella casi no hablaba ni se expresaba, lo que llevaba a muchos problemas de comunicación. Cuando hablaba era para quejarse con él de algo. Esto solo llevó a más problemas. ¿Es que todo era malo en la relación?
Aunque cada pelea daba paso a una reconciliación y a un aprendizaje, fue difícil adaptarse. Pero es un proceso normal por el que tuvieron que pasar. No se puede esperar tener novio y seguir con lo mismo de siempre; algo tiene que cambiar. Y no es que ellos hayan cambiado por la otra persona. Cambiaron para ser mejores personas. Pasa un año. ¡Un año! Y pueden darse cuenta de cuánto ha cambiado la relación, pero también se dan cuenta de lo mucho que han aprendido. El ser tan diferentes les ha permitido conocer y adaptarse a la otra persona, y ser un poco más como la otra.
Sus diferencias han hecho que cada experiencia que tienen juntos sea toda una aventura. Tampoco se aburren nunca. Saben que existen todos los tipos de días, desde los tranquilos de quedarse en casa, pasando por los de estar con la familia y los días de fiesta. Siempre tratan de adaptarse a algo que quieran los dos.
¿Tienen conflictos? Sí. Pero también tienen buenos momentos, porque él la admira y ella a él, y siempre se sorprenden de lo mucho que pueden ver en la otra persona, y de lo que les gustaría aprender a ser.