Daños ambientales por cultivos ilícitos y procesamiento de drogas prohibidas en Colombia


Publicado en ACODAL 193, 7-16., María D. Álvarez  (published in 2001, citations updated 2007, figures updated 2024)


Resumen

Este artículo resume el estado del conocimiento sobre la deforestación, contaminación y efectos sobre la diversidad biológica de los cultivos ilícitos y la producción de drogas prohibidas en Colombia. A partir de cifras de producción se establece que los cultivos ilícitos y la erradicación aérea de los mismos generan buena parte de la deforestación del país, el procesamiento de drogas prohibidas puede tener efectos devastadores en las microcuencas afectadas y los riesgos de desaparición de ecosistemas y extinción de aves son graves, particularmente en la región andina.

Al mismo tiempo ignoramos gran parte de los efectos ambientales de estas actividades por falta de datos empíricos. Es imposible determinar la magnitud relativa de este impacto ambiental por la falta de un contexto que incluya los daños provenientes de actividades lícitas. En particular son necesarias las investigaciones en la evolución de la deforestación regional por cultivos ilícitos, el seguimiento de residuos sólidos y líquidos y las fracciones volátiles de los mismos, y los inventarios de especies en las regiones más afectadas. Las medidas de represión contra los cultivos y el procesamiento ilícito han contribuido a generar incentivos económicos para el tráfico, exacerbando los problemas ambientales. Los incentivos económicos para las actividades lícitas, con la debida reglamentación ambiental, podrían tener más éxito que la estrategia utilizada hasta ahora y al mismo tiempo disminuir los tremendos efectos ambientales que la industria ilícita ha tenido.

Introducción

Los hábitats naturales de Colombia, sus bosques, matorrales, ríos y llanuras, son prioridades de conservación global por la riqueza y endemismo de sus especies de plantas y animales (Olson y Dinerstein 1998, McNeely et al. 1990 Myers et al. 2000, Stattersfield et al. 1998). Al mismo tiempo, el funcionamiento de los ecosistemas naturales beneficia a millones de colombianos quienes dependen de estos para el suministro de agua, madera, carne de monte, plantas medicinales, etc. (Rodríguez y Ponce 1999). A través de los siglos el avance de la frontera agrícola ha fragmentado estos ecosistemas generando pérdidas locales de especies endémicas, desastres naturales y en general el descenso en la calidad del medio ambiente, principalmente en las regiones andina y Caribe (Cavelier y Etter 1995, Cavelier et al. 1998, Etter y van Wyngarden 2000).

En la última década, sin embargo, los incentivos a la producción agrícola en Colombia han disminuido hasta el punto que la producción agrícola ha perdido 4% de su importancia relativa en el producto interno bruto, mientras las importaciones de productos agrícolas han aumentado casi diez veces en este período (Robledo 1999, Vásquez 1997). La fragmentación de ecosistemas naturales, sin embargo, persiste en parte debido a la expansión de otras actividades económicas legales (ganadería, explotación minera, de maderas, etc.), y a la agricultura y procesamiento ilícito cuyo crecimiento ha sido paralelo a la disminución de otras actividades agrícolas (Álvarez y Álvarez en preparación).

Cuáles son los efectos ambientales de las actividades ilegales asociadas con los cultivos ilícitos y la producción de drogas prohibidas? Qué tan importantes son estos efectos en el contexto de la conservación de ecosistemas naturales y el desarrollo del país? Este artículo resume el estado del conocimiento sobre la deforestación, contaminación por desechos y efectos sobre la diversidad biológica de las actividades ilícitas, con miras a proponer nuevas áreas de trabajo y así avanzar hacia la mitigación de estos daños.

Métodos

Las cifras de extensión y localización de cultivos ilícitos de amapola y coca, rendimiento por hectárea y producción de hoja de coca y opio en Colombia desde 1986 se encuentran en documentos de la UN-ODCCP (1999, 2000, 2001) y UNDCP (2000). Para estimar la cantidad de reactivos utilizados en el procesamiento de drogas prohibidas utilicé los estimativos de 0.315 l de gasolina y 0.002 l de ácido sulfúrico/kg de hoja de coca para producir base de coca (PLANTE 1996) a un rendimiento de 0.0088 kg de base/kg de hoja, además del uso de 56.775 l de acetona o éter/kg de base de coca (Elsohly et al. 1984, Schlesinger 1985). Los reactivos para el procesamiento del opio se estiman a 0.5 l de alcohol, 0.5 l de éter etílico y 5 l de ácido clorhídrico o sulfúrico/kg de opio procesado a heroína (Narayanaswami 1985). Los análisis geográficos de distribución de bosques (Álvarez 2003) y diversidad de aves amenazadas y endémicas de Colombia (Álvarez 2002) ya han sido publicados.

Resultados

Deforestación

La Figura 1 muestra la extensión de los cultivos ilícitos en Colombia en el contexto de América Latina desde 1986. Según Cavelier y Etter (1995) el 85% de los cultivos de amapola ocurren en tierras recién deforestadas y por cada hectárea de cultivo hay 2.5-3.0 de deforestación adicional (pistas de aterrizaje, cultivos de pancoger, etc.) y según la Policía Antinarcóticos cada hectárea de coca implica la tala de cuatro hectáreas de bosque (El Tiempo 2001). Además de los daños por los cultivos ilícitos en sí, también existen daños por deforestación asociados a la erradicación química de los mismos, que ascienden a varias decenas de miles de hectáreas en Colombia (Figura 2). Finalmente, para poner la deforestación por cultivos ilícitos en el contexto global, la Figura 3 muestra la extensión total de coca y amapola en todos los países productores reportados desde 1986-2000.

Desechos líquidos

Es difícil estimar con precisión la cantidad de desechos líquidos que provienen del procesamiento de narcóticos: las condiciones varían de un laboratorio a otro y por lo tanto las cifras anecdóticas (e.g., Armstead 1992, Dávalos 2001) no pueden generalizarse a toda la producción. Adicionalmente, el uso de sustancias volátiles como el éter etílico, gasolina/kerosene y acetona complica el cálculo de efluentes. Tomando los estimativos descritos en la sección de métodos, el uso de reactivos (el cual sobrestima la cantidad de desechos líquidos) para procesamiento ilícito en el año 2000 está calculado en la Tabla 1. Por falta de cifras precisas no he incluido todos los reactivos asociados con el procesamiento de base de coca a cocaína (ácido clorhídrico o sulfúrico y amoníaco).

Diversidad biológica

Aunque numerosas publicaciones sobre los cultivos ilícitos se refieren a la diversidad biológica (e.g., USDS 2001), salvo Cavelier y Etter (1995), ningún análisis hasta ahora ha presentado ecosistemas o especies afectados por los cultivos ilícitos. La Figura 4 muestra los bosques en municipios donde se han encontrado cultivos ilícitos (Reyes 1999), utilizando una clasificación de tres tipos de bosque: Andinos, del Pacífico y de la Amazonia. La Figura 5 muestra el número de especies de aves amenazadas con relación a los bosques en municipios donde se han detectado cultivos ilícitos. Estos resultados no tienen en cuenta los daños a ecosistemas acuáticos donde se desechan los reactivos estimados en la sección anterior.

Discusión

Cuánta deforestación se debe a los cultivos ilícitos?

El crecimiento de los cultivos ilícitos (Figura 1) y la expansión de los programas de erradicación con herbicidas (Figura 2), las cuales se traducen en deforestación inmediata, son alarmantes. Más aún cuando se considera la deforestación adicional asociada a estos cultivos. Sin embargo tanto las cifras de cultivos ilícitos como los estimativos de deforestación asociada tienen márgenes de error importantes que pueden llevar a conclusiones erróneas.

En particular, las cifras de cultivos de coca han sido aumentadas por agencias de los Estados Unidos a partir de un análisis de fotos de satélite para los años 1999 y 2000 (Colombia coca 2 desde 1986-1998 en la Figura 1 es una extrapolación). Por otra parte, los factores de multiplicación de deforestación para cada cultivo ilícito en realidad no han sido estudiados de manera crítica o actualizada: el estimativo de Cavelier y Etter (1995) data de 1992 y los factores de multiplicación de coca se han repetido una y otra vez, e.g., Nyholm (1998), El Tiempo (2001), sin que existan informes científicos que los respalden.

Para ilustrar cómo estos estimativos pueden llevar a conclusiones absurdas, hay que considerar las cifras de deforestación total en Colombia. Entre los años de 1990 y 1995 según la FAO (1999) se talaron 1 311000 hectáreas de bosque en Colombia. Si los factores mencionados son correctos el 79.0% de la deforestación durante ese período se debió a los cultivos ilícitos. Es decir que todos los demás cultivos, el avance de la ganadería, la industria maderera, etc. representan solamente el 21% de la deforestación del país. Ahora bien, si los cultivos de coca han sido subestimados de manera consistente por las autoridades colombianas, entonces el 97.6% de la deforestación del período 1990-1995 se debió a los cultivos ilícitos. Esto es poco plausible: o las cifras de deforestación son incorrectas (lo cual, dadas las limitaciones de estos sondeos globales, es posible), o los factores son incorrectos o una combinación de ambos.

Más interesante aún es el hallazgo del Instituto de Estudios Ambientales (IDEAM) según el cual la cubierta forestal neta aumentó 3 300000 hectáreas entre 1986 y 1996 (Rodríguez y Ponce 1999). De acuerdo con este informe cada año sólo se perdieron 145000 hectáreas de bosque durante esa década. Por supuesto el uso de este estimativo de deforestación en vez del de la FAO haría más difícil todavía la interpretación de las cifras de cultivos ilícitos y sus daños asociados.

Para concluir, los cultivos ilícitos son uno de los elementos principales, actualmente tal vez el principal, conducentes a la deforestación en Colombia. Sin embargo es imposible establecer cuán importantes son sin conocer cuánta es deforestación total, incluyendo aquella causada por actividades legales. Además de los sondeos básicos midiendo los cambios en cubierta forestal locales y regionales, es necesario indagar sobre los sistemas de producción predominantes para poder entender cuál es la contribución de los cultivos ilícitos a la deforestación en general. Es indispensable hacer un seguimiento temporal a la evolución de estos cultivos porque la expansión ilícita, como cualquier expansión agrícola, no ocurre al azar: los suelos, la disponibilidad de tierras y el acceso a comunicaciones son fundamentales a la hora de entender dónde y cómo se cultiva.

Es posible que los sistemas de producción ilícitos, al reemplazar otras actividades menos rentables, produzcan menos deforestación que sus contrapartes legales (Henkel 1995, Kaimowitz 1997, Young 1996). Al mismo tiempo, es posible que los cultivos ilícitos porque son muy rentables atraigan a la agricultura a personas que no la practicaban, en regiones donde otras actividades económicas son imposibles, aumentando así la deforestación (Victor Tafur comunicación personal). Cuál de estos modelos describe mejor la situación colombiana? En qué regiones se están dando? Estas son preguntas que permanecerán abiertas hasta tanto se generen los datos sugeridos aquí.

Porqué se necesitan estudios sobre desechos lícitos e ilícitos?

Los efectos ambientales de los desechos provenientes del procesamiento de drogas ilícitas no han sido estudiados con datos empíricos. Los datos presentados aquí (Tabla 1), como aquellos en varios ejercicios anteriores (Armstead 1992, Dourojeanni 1992, USDS 2001), son calculados de manera somera a partir de información obsoleta y no pretenden reemplazar los estudios de campo, más bien intentan llamar la atención al problema.

Las lagunas en el conocimiento del procesamiento y manejo de desechos de productos ilícitos son muy grandes, no sabemos: 1) qué adaptaciones regionales hay en los sistemas de procesamiento, 2) qué fracción de los reactivos volátiles y solubles de hecho llega a los cursos de agua 3) cuál es la persistencia de los contaminantes una vez en las aguas o en la tierra, y 4) cuáles son sus efectos sobre la fauna y la flora. Tampoco conocemos el contexto de estos desechos: verter 50 litros de químicos al río Putumayo no tiene el mismo efecto que verterlos en una quebrada de montaña. Más aún, qué tan importantes son estos desechos en comparación a la contaminación legal en las regiones productoras? En otras regiones? A nivel nacional?

Los estudios citados arriba pretenden adjudicar un impacto desmesurado a los productos ilícitos, sin presentar evidencia de que este impacto es mayor, menor o igual a aquél proveniente de actividades legales. Este tipo de trabajo invita a la crítica porque la deforestación (Cavelier et al. 1998, Etter y van Wyngarden, 2000), erosión de los suelos (Sarmiento 2000) y contaminación de los cursos de agua ni son exclusivamente recientes, ni ocurren solamente por actividades ilegales. Cuántos de los derrumbes, inundaciones y demás desastres naturales mencionados en Armstead (1992), Dourojeanni (1992) o USDS (2001) pueden atribuirse directamente a los cultivos ilícitos? Esto no se sabe.

Efectos sobre la diversidad biológica

Todos los tipos de bosque considerados aquí (a partir de Etter 1998), del Pacífico, andinos y amazónicos, han sido afectados por los cultivos ilícitos y la mayor parte de estos cultivos se encuentran en los bosques amazónicos (Figura 4, Tabla 2). Los riesgos de deforestación (sobre todo por amapola) más inminentes están en la región andina, en la cual sólo queda el 27% de los bosques originales (Cavelier y Etter 1995). Los bosques andinos de Colombia han sido señalados como la región del mundo con mayor número de plantas y vertebrados endémicos (Myers et al. 2000), y todos los estudios de diversidad biológica global los listan como altamente amenazados y con necesidad de acción inmediata (Olson y Dinerstein 1998, Stattersfield et al. 1998). Estos mismos estudios también señalan a los bosques húmedos del Pacífico colombiano, afectados por los cultivos de coca (Figura 4, Tabla 1) como otra prioridad global de conservación.

Sin embargo, la propuesta de inversión para desarrollo sostenible en áreas frágiles del Plan Colombia (Presidencia de la República 2000) solamente menciona a la Amazonía, y no a los bosque andinos o del Pacífico, como prioridad de manejo. Sin restarle importancia a la conservación de los bosques amazónicos, la falta de consideración de la riqueza biológica a la hora de plantear la estrategia ambiental del Plan es alarmante. Las decisiones de desarrollo ligadas a los recursos del Plan cambiarán la explotación de los recursos forestales (y por ende de la diversidad biológica) en todos los departamentos del sur de Colombia. El desconocimiento de los valores de conservación de las diferentes regiones pueden llevar a repetir las experiencias de los últimos dos siglos durante los cuales se terminaron de talar los bosques del Caribe, la mayor parte de la región andina y se comenzó a avanzar hacia el Pacífico y la Amazonía. Las consecuencias en pérdida de calidad de vida y desastres ambientales deberían alertar a todos los colombianos para evitar que este mal llamado desarrollo continúe en este siglo.

Las regiones prioritarias para la conservación de aves más importantes afectadas por cultivos ilícitos son el sur de los Andes, el norte de la Cordillera Occidental, las tierras bajas del Darién, la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía del Perijá y la Serranía de San Lucas (Figura 5). Los bosques con mayor área amenazada por cultivos ilícitos están en la Amazonía y el piedemonte amazónico de la Cordillera Oriental (Tabla 1), con prioridad relativamente baja para la conservación de aves, pero importantes para numerosas especies de mamíferos (Voss y Emmons 1997).

Las tendencias actuales de crecimiento de cultivos ilícitos unidas a la distribución restringida de algunas especies podrían resultar en varias extinciones locales y dada la tendencia al crecimiento exponencial de los cultivos (Figura 1), a la extinción global de especies endémicas de las zonas más afectadas. Los riesgos de pérdida de especies son particularmente agudos para las aves que viven en la franja de bosques de montaña afectados por cultivos de amapola en la Serranía del Perijá, el Macizo colombiano y la Cordillera Occidental en Cauca y Nariño, así como los bosques húmedos afectados por cultivos de coca de la vertiente del Pacífico en Valle, Cauca y Nariño.

Es necesario enfatizar que los riesgos de extinción por pérdida de hábitat no discriminan entre causas legales e ilegales. La deforestación causada por la erradicación con glifosato, por la substitución con cultivos alternativos de menor valor que requieren mayor área sembrada o por la construcción de obras de infraestructura (carreteras, represas, etc.) como parte de los planes de desarrollo alternativo, tiene los mismos efectos que aquella causada por los cultivos ilícitos.

Los elementos que más influyen en el riesgo de extinción son: el tamaño del área deforestada, por lo cual los cultivos de menor valor representan un riesgo enorme; la permanencia de la tala, por lo cual el aumento en la colonización debido a la construcción de vías es preocupante, y el grado de deforestación (total versus parcial, con parches de bosque) por lo cual la ganadería, por ejemplo, es una de las actividades más destructivas. De manera secundaria, el uso de químicos para la preparación de la tierra, el manejo de plagas, procesamiento ilícito y la misma erradicación pueden afectar a la fauna y la flora susceptibles, exacerbando los efectos de la deforestación causada por la agricultura hasta llevar a la extinción (American Bird Conservancy 2001).

Conclusiones

Los daños ambientales por cultivos ilícitos y procesamiento de drogas prohibidas son aterradores. Estos alcanzan cientos de miles (a lo sumo un par de millones en los últimos 20 años) de hectáreas de deforestación por cultivos y erradicación con glifosato; millones de litros de reactivos químicos vertidos a las microcuencas de todas las regiones afectadas, además de la pérdida de especies endémicas y amenazadas en los hábitats terrestres y acuáticos alterados. Sin embargo la magnitud absoluta y relativa de estos daños es desconocida por falta de datos empíricos sobre las actividades ilícitas y la ausencia de análisis comparables sobre el impacto ambiental de actividades lícitas. Sin este contexto la retórica sobre daños ambientales por actividades ilícitas no puede suministrar una escala de daños ambientales con la cual medir estos efectos y justificar la acción inmediata en su contra. Esto es particularmente importante en Colombia, donde la sociedad ya tolera la degradación ambiental de manera común, y los organismos de control ambiental carecen del respaldo político y económico para cumplir cabalmente su mandato.

Hasta el momento las medidas nacionales e internacionales contra la producción de drogas prohibidas en Colombia han generado enormes incentivos económicos para el tráfico (Thoumi 1995, Miron 2000) y exacerbado los daños ambientales mediante la fumigación y la presión de colonización a nuevas tierras como respuesta a la persecución de las autoridades. Ignorando los costos sociales y políticos de la prohibición (Thoumi 1995, Miron 1999, 2001), los intereses ambientales de Colombia estarían mejor servidos mediante la búsqueda de soluciones económicas que aumenten la rentabilidad y generación de empleo de las actividades lícitas. Dadas las condiciones de depresión crónica y desempleo que cunden en el sector agrario colombiano (Robledo 1999, Vásquez 1997) estas alternativas productivas deben buscarse no solamente en áreas rurales, sino también en las ciudades. En todo caso, para conservar los ecosistemas que suministran agua y otros beneficios ambientales a Colombia, esta búsqueda de alternativas económicas debe tener en cuenta los riesgos ambientales por deforestación, contaminación y pérdida de especies producidos por las actividades económicas lícitas e ilícitas.

Agradecimientos

La siguiente es una lista de quienes han contribuido a esta investigación: el hombre de las botas de caucho, W. Álvarez, G. Andrade, L.G. Baptiste, J. Bates, S. Carrizosa, ADR, EDA, J. Fjedså, D. Kwan, M.V. Llorente, C. McIlwaine, G. Martin, C. Padoch, N. Peluso, M. Pinedo, A.L. Porzecanski, A. Reyes, M. Rodríguez, K. Redford, E. Sanderson, V. Tafur, K. Willett, y R. Voss. Columbia University patrocina a MDA.

Bibliografía

Álvarez, M.D. 2003. Forests in the time of violence: conservation implications of the Colombian war. Journal of Sustainable Forestry 16, 49-70.

Álvarez, M.D. 2002. Illicit crops and bird conservation priorities in Colombia. Conservation Biology 16, 1086-1096.

Álvarez, M.D., y E. Álvarez. en preparación. It's the economy, stupid! Explaining the growth of illicit crops in environmentally sensitive areas.

American Bird Conservancy. 2001. Position statement on glyphosate spraying in Colombia for the eradication of illicit crops. American Bird Conservancy, Washington, D.C.

Armstead, L. 1992. Illicit narcotics cultivation and processing: the ignored environmental drama. UN-ODCCP Bulletin on Narcotics 1992 (2), 9-20.

Brooks, T., D. Mehlman, R. Roca, A. Jahn, F. Limp, K. Smith, y P. Williams. 1999. Worldmap for birds at risk in Latin America. The Nature Conservancy, Washington, D.C.

Cavelier, J., T.M. Aide, C. Santos, A.M. Eusse, y J.M. Dupuy. 1998. The savannization of moist forests in the Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia. Journal of Biogeography 25, 901-912.

Cavelier, J., y A. Etter. 1995. Deforestation of montane forest in Colombia as a result of illegal plantations of opium (Papaver somniferum). Pp. 541-549 en Biodiversity and conservation of neotropical montane forests. P. Churchill, H. Baslev, E. Forero & J.L Luteyn (eds.). New York Botanical Garden, Bronx, New York.

Crossette, B. 2001. Taliban's eradication of poppies is convulsing opium market. New York Times 13 de junio de 2001, A15.

Dávalos, L.M. 2001. The San Lucas mountain range in Colombia: how much conservation is owed to the violence?. Biodiversity and Conservation 10, 69-78.

Dourojeanni, M. 1992. Environmental impact of coca cultivation and cocaine production in the amazon region of Peru. UN-ODCCP Bulletin on Narcotics 1992 (2), 37-53.

El Tiempo. 2001. Colombia pierde reserva forestal por tala de cocaleros: cultivos ilícitos arrasan selvas y bosques. El Tiempo (Bogotá) 21 de mayo de 2001.

Elsohly, M.A., E.S. Arafat, A.B. Jones, B.F. Engelke, J.L. Histon y W.A. Gentner. 1984. Study of the concentration of the herbicide (2,4-dichlorophenoxy)-acetic acid in coca leaves and paste obtained from plants treated with this herbicide. UN-ODCCP Bulletin on Narcotics 1984 (2), 65-77.

Etter, A. 1998. Mapa general de ecosistemas de Colombia. En: Informe nacional sobre el estado de la biodiversidad 1997 Colombia. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alejandro von Humboldt, PNUMA, Ministerio del Medio Ambiente, Bogotá.

Etter, A. y W. van Wyngarden. 2000. Patterns of landscape transformation in Colombia, with emphasis in the Andean region. Ambio 27 (7), 432-439.

Food and Agriculture Organisation (FAO). 1999. The state of the world's forests 1999 . FAO, Rome.

Henkel, R. 1995. Coca (Erythroxylum coca) cultivation, cocaine production, and biodiversity loss in the Chapare region of Bolivia. Pp. 551-560 en Biodiversity and conservation of neotropical montane forests. Churchill, S.P., H. Balslev, E. Forero, and J.L. Luteyn (eds.). The New York Botanical Garden, Bronx, New York.

Kaimowitz, D. 1997. Factors determining low deforestation: the Bolivian Amazon. Ambio 26 (8), 536-540.

McNeely, J.A., K.R. Miller, W.V. Reid, R.A. Mittermeier, y T.B. Werner. 1990. Conserving the worldís biological diversity. The World Conservation Union, World Resources Institute, Conservation International, World Wildlife Fund y The World Bank, Gland, Switzerland.

Miron, J.A. 1999. Violence and the U.S. prohibitions of drugs and alcohol . American Law and Economics Review 1, 78-114.

Miron, J.A. 2000. Prohibitions and the prices of prohibited drugs: evidence from markets of heroin and cocaine . Sin publicar.

Miron, J.A. 2001. Violence, guns, and drugs: a cross-country analysis . Sin publicar.

Myers, N., R.A. Mittermeier, C.G. Mittermeier, G.A.B.da Fonseca, y J. Kent. 2000. Biodiversity hotspots for conservation priorities. Nature 403, 853-858.

Narayanaswami, K. 1985. Parameters for determining the origin of illicit heroin samples. UN-ODCCP Bulletin on Narcotics 1985 (1), 49-62.

Nyholm, K. 1998. Narcotráfico, medio ambiente y paz. Pp. 147-148 en Ambiente para la paz. Fonseca, C.H., A. González Posso y E. Falla Duarte (eds.). Ministerio del Medio Ambiente y Cormagdalena, Bogotá.

Olson, D. & E. Dinerstein. 1998. The Global 200: A representation approach to conserving the Earthís most biologically valuable ecoregions. Conservation Biology 12: 502-515.

Plan Nacional de Desarrollo Alternativo (PLANTE). 1996. Porqué son un problema los cultivos ilícitos?. El Espectador (Bogotá) 20 de agosto 1996.

Presidencia de la República. 2000. Plan Colombia . Presidencia de la República de Colombia, Bogotá.

Reyes, A. 1999. Especial: 35 años de conflicto. Lecturas Dominicales-El Tiempo (Bogotá) 17 October: 2-11.

Robledo, J.E. 1999. Neoliberalismo y desastre agropecuario. Deslinde 25, 32-49.

Rodríguez, M., y E. Ponce. 1999. Financing the green plan ('Plan Verde') in Colombia: challenges and opportunities. Presentation at the Workshop on financing of sustainable forest management. UNDP Programme on Forests, Bureau for Development Policy, and SEED, Londres.

Sarmiento, F.O. 2000. Breaking mountain paradigms: ecological effects on human impacts in man-aged tropandean landscapes. Ambio 29 (7), 423-431.

Schlesinger, H.L. 1985. Topics in the chemistry of cocaine. UN-ODCCP Bulletin on Narcotics 1985 (1), 63-78.

Stattersfield, A.J., M.J. Crosby, A.J. Long, and D.C. Wege. 1998. Endemic bird areas of the world: priorities for biodiversity conservation. Conservation series 7. BirdLife International, Cambridge, Reino Unido.

Thoumi, F.E. 1995. Political economy and illegal drugs in Colombia. Lynne Rienner Publishers, Boulder.

U.N. Drug Control Programme (UNDCP). 2000. Mapa localización de cultivos ilícitos en Colombia, censo 2000. Escala 1:3´000.000. División Nacional de Estupefacientes, Dirección General Antinarcóticos de la Policía Nacional y UNDCP, Bogotá.

U.N. Office for Drug Control and Crime Prevention (UN-ODCCP). 1999. Global illicit drug trends 1999 . United Nations Publication E 99 XI 15. United Nations, Nueva York.

U.N. Office for Drug Control and Crime Prevention (UN-ODCCP). 2000. World drug report 2000 . Oxford University Press, Oxford.

U.N. Office for Drug Control and Crime Prevention (UN-ODCCP). 2001. Global illicit drug trends 2001 . United Nations Publication E 01 X 11. United Nations, Nueva York.

United States Department of State (USDS). 2001. The Andes under siege: environmental consequences of the drug trade .

Vásquez, R. (1997) La agricultura colombiana en 1996. Agronomía Colombiana 14 (2), 158-181.

Voss, R.S. y L.H. Emmons. 1996. Mammalian diversity in neotropical lowland rainforests: a preliminary assessment. Bulletin of the American Museum of Natural History 230, 1-115.

Young, K.R. 1996. Threats to biological diversity caused by coca/cocaine deforestation. Environmental Conservation 23 (1), 7-15.

Tablas y Figuras 

Tabla 1. Estimación de la cantidad de reactivos químicos utilizados en el procesamiento de los cultivos ilícitos del año 2000 (ver Métodos para fuentes bibliográficas).

Tabla 2. Ecosistemas y regiones afectados por cultivos ilícitos en 1998, según cifras de cultivos la UNDCP (2000) y el Mapa general de ecosistemas de Colombia (Etter 1998).

Figura 1. Extensión de los cultivos ilícitos en Colombia con respecto a América Latina desde 1986 (UN-ODCCP 2001). La escala vertical es logarítmica, por lo cual el aumento en cultivos ilícitos en Colombia durante el período de estudio es de un orden de magnitud. Nótese el reemplazo de cultivos en Bolivia y Perú por cultivos en Colombia en los años 1990s. Para estimar las cifras de deforestación a partir de los cultivos es necesario utilizar un factor de multiplicación apropiado según el caso (amapola o coca), ver "Discusión." Figura 3. Extensión total de coca y amapola en todos los países productores reportados desde 1986-2000. La escala vertical es logarítmica. Nótese que Colombia es el país productor con mayor área sembrada en todo el mundo, aunque el área global sembrada se ha mantenido estable después de un solo pico en 1990. Con la erradicación de toda la producción de amapola en Afganistán este año es probable que las presiones económicas para sembrar este cultivo aumenten en todos los países productores (Crossette 2001). Colombia debe prepararse para defender los bosques andinos tanto de los agricultores ilícitos como de las fumigaciones.

Figura 2. Extensión de la erradicación química de los cultivos ilícitos en Colombia con respecto a la erradicación en todo el mundo. La escala vertical es logarítmica, por lo cual el aumento en la fumigación en Colombia durante el período de estudio es de más de un orden de magnitud. De acuerdo con estas cifras, Colombia lleva a cabo la mayor parte de la erradicación en todo el mundo, aumentado 80 veces el área fumigada en este período, mientras que los cultivos ilícitos han aumentada como mínimo 4.5 veces. La mayor parte de los daños ambientales causados por la fumigación ocurren por pérdida de la cubierta vegetal, aunque las características toxicológicas de los químicos empleados (objeto de gran controversia) también podrían contribuir a la intoxicación de organismos endémicos de las regiones afectadas (Linda Farley comunicación personal).

Figura 4. Bosques en municipios dónde se han encontrado cultivos ilícitos (parches amarillos). Principales regiones mencionadas en el texto: A, Sierra Nevada de Santa Marta; B, Serranía del Perijá y de los Motilones; C, Serranía de San Lucas (Cordillera Central); D, selvas del Darién; E, Nudo del Paramillo (Cordillera Occidental); F, selvas del Pacífico; Cordilleras de los Andes: G, Occidental; H, Central; I, Oriental; y J, Amazonía.

Figura 5. Número de especies de aves amenazadas (según Brooks et al. 1999) con relación a los bosques en municipios donde se han detectado cultivos ilícitos (en amarillo).