El Águila ha aterrizado

Desde que en 1961 el presidente Kennedy pronunció su famoso discurso, —"Creo que este país debería consagrarse a lograr antes de que termine la década el objetivo de poner un hombre en la Luna y hacerle volver sano y salvo a la Tierra"— hasta el primer paso dado por un ser humano en la luna, pasaron ocho largos años.  

Fue el 16 de julio 1969, desde Cabo Kennedy en Florida, cuando la nave Apolo 11 fue lanzada en dirección a nuestro satélite. En él viajaban los astronautas Neil Armstrong, Edwin Buzz Aldrin y Michael Collins. Tardaron cuatro días en entrar en la órbita lunar y situarse sobre la superficie. 

La zona elegida para el alunizaje fue el Mar de la Tranquilidad. Un fallo técnico estuvo a punto de no permitirlo en esta zona, con el peligro que esto podría suponer; de manera que Armstrong se hizo con los mandos y posó la nave de forma manual. Es entonces cuando comunican "Houston, aquí Base Tranquilidad. El Águila ha aterrizado". 

Unas horas después, Aldrin y Armstrong se prepararon para bajar mientras Collins se quedaba en el módulo de mando. Hicieron experimentos y recogieron muestras; colocaron una placa conmemorativa y una bandera de los EE.UU. Además, la huella de la primera pisada quedó allí para la posteridad: sin atmósfera ni erosión aún debe estar intacta. 

La misión estuvo controlada desde diversas estaciones en Estados Unidos, Australia y España (Robledo de Chavela y Fresnedillas en Madrid y Maspalomas, Gran Canaria). De hecho, el momento del alunizaje solo pudieron seguirlo desde Madrid, dado que únicamente las antenas de Robledo y Fresnedillas estaban alineadas en ese instante para seguir al módulo lunar.  

Aunque en la carrera espacial los primeros en llegar a la meta fueron los norteamericanos, indudablemente este acontecimiento involucró y afectó al mundo entero. De hecho, millones de espectadores, en todo el planeta, siguieron los primeros pasos de los astronautas en directo. Aldrin resumió así su gesta: "Un símbolo de la insaciable curiosidad del hombre para explorar lo desconocido".