Se puede dividir en dos secciones: novelas históricas y narraciones contemporáneas. Hay algunas, de todas formas, que al propio tiempo tienen lugar durante las épocas pasadas y las actuales.
Un personaje ficticio –Ramón el calatravo– narra su existencia entera, que se cumplió a caballo de los siglos XII y XIII. Aprendiz de cantero, agricultor, herrero, siervo, soldado, señor de la guerra y constructor de catedrales góticas, desde el cenobio que habitó en las postrimerías de su vida rememora los lances que el albur le llevó a contemplar, entre los que descuellan la batalla de Alarcos y la de La Nava de la Losa, episodios que han pasado a la historia con letras mayúsculas.
Bereberes, traficantes, castellanos, reyes, ángeles y demonios, bailarinas y juglares, nobles y siervos, caballeros y labradores, gente de armas y de letras, dromedarios, sabuesos, simios, alanos, mulos y corceles y otros muchos animales que sería excesivo citar, componen la multitud que poblaba el mundo que le tocó vivir...
Crucita, niña rizosa, poetisa, trigueña, ojizarca..., y lo que es más, chavala espectacular, parlanchina a más no poder y señalada por el dedo del Cosmos, que no es cosa que se vea todos los días. Ser privilegiado, en suma, cuyas andanzas son largas y enrevesadas, sí, muy aparatosas y teatrales, y movidas...
Crucita, a quien también se conoció como Maricruz (pero eso no se dice porque es nombre de gallina), o como rubia, bella durmiente, niña pequeña, especie de maciza y otros muchos adjetivos del mismo tenor, nació de unos seres que se querían; vivió a cuerpo de rey toda la vida; se reprodujo, aunque no sin dificultades, y enfiló el camino hacia adelante con la satisfacción del deber cumplido.
¿Aún me escuchan...? Pues les voy a decir más. Palabras acabadas en culo hay muchísimas, casi todas de cuatro sílabas, y las principales son: báculo, cenáculo, pináculo y tabernáculo; vernáculo, espiráculo y oráculo; o bien, espectáculo, habitáculo, tentáculo y obstáculo... (&c.)
Los hombres prehistóricos, los cazadores de las llanuras, los primeros agricultores; los sumerios, fenicios, romanos y bárbaros de los que nos habla la historia; y también los hombres medievales, los que conquistaron continentes y aquellos otros que durante el barroco pusieron en marcha la actual era de las máquinas.
Ellos fueron nuestros antepasados, y en el presente libro se habla de muchos de ellos, y de los trabajos que conformaron sus vidas y han dado origen al mundo que conocemos.
Este, aunque por el título no lo parezca, es una novela, y además una novela en la que la mayor parte de los personajes están locos, lo que no es raro… ―no sé si se han fijado ustedes en lo que tienen alrededor. Es, por lo tanto, una novela tan real como la vida misma.
A Patricia, a la mulata Patricia, le olía el culo a jaramugo, que era un rosal que había en la parte de atrás, al lado de la puerta de la cocina, y tenía flores todo el año, se lo oí al tío Mary una vez que se lo dijo a mamá y no me veían, no sabían que estaba allí, y entonces ella le dijo, ¡qué cosas dices!, ¿y así quieres tú ligar?, pues como te oiga, ya sabes lo que te va a contestar..., y el tío Mary se fue riendo por el pasillo y canturreando por lo bajo, que no sé qué cantaba, pero debía de ser algo muy divertido porque iba dando saltos y golpes en las paredes. [...]