Fecha de publicación: Aug 01, 2012 5:56:6 PM
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Esta es una de mis obras de la que me siento más orgulloso de su realización por lo costosa de la misma. Podría escribir muchas líneas para describir mis sentimientos hacia ella cada vez que la observo, pero prefiero que sea otro y no yo, el que detalle con su mejor conocimiento de las letras, esta obra fundamental en mi trabajo.
Por Sergio Calvo González
En “la esfera y la cruz”, Chesterton utiliza al “profesor Lucifer” para definir la Cruz, a la vista de la que remata la cúpula de la catedral de San Pablo. como: “un animal de cuatro patas, con una pata más larga que las otras”; “dos líneas hostiles, de dirección irreconciliable”, y entre otros argumentos, la inestabilidad de la cruz sobre la esfera, para demostrar lo irracional de la misma, en contraposición con la esfera.
En relación con este último argumento, creo que a nuestro profesor le es lo mismo, un palillo en equilibrio sobre una aceituna, que un palillo pinchado en una aceituna.
Con respecto a los otros argumentos yo diría que esas mal llamadas patas o líneas hostiles son en realidad, cuatro líneas, que no vectores, engendradas por el movimiento de un punto, vértice o alma; dos en horizontal como brazos abiertos en súplica por la paz: otro en proyección ascendente en busca de las alturas, del infinito, símbolo de hacia donde debemos de alzar nuestra mirada y la última proyéctase a la tierra, para asirse y proclamar su vínculo indisoluble con ella. Cristo desde su centro, centro de la propia cruz tuvo sus brazos abiertos en súplica por la paz; alzó su mirada a las alturas, y pidió perdón, y sus pies dejaron huella indeleble en la tierra. Esta un tanto informal reflexión la reseño por desear referirme en esta ocasión precisamente a una obra escultórica de Cristo en la Cruz. Filósofos han negado el hecho histórico de la existencia de Cristo, entre otros A. Drews, pero la realidad es que el cristianismo surgido de Cristo, por crearse en la Época helenística y romana, asimilando esta cultura, pasaría a ser la base de la cultura occidental. En uno de mis recorridos por tierras de Castilla, llegué al pueblo toledano de Illescas, cuna de la Cofradía de los Infantones, para visitar el Templo hospital, Santuario de Nuestra Señora de la Caridad cuya segunda fase de su construcción dirigió el Greco, del cual se guardan celosamente sus obras la Coronación de la Virgen, Natividad, La Anunciación, La Virgen de la Caridad y la tenida como una de las obras más importantes del genial pintor, San Idelfonso. Dióse en esta ocasión la circunstancia de que me hablasen de un escultor granadino que se habla establecido en un pueblo cercano, llamado Pantoja.
No lo dudé un instante, y pronto estaba estrechando la mano del maestro Camero Fernández, José, que ése es su nombre.
Ya en su estudio, me impactó una extensa y extraordinaria obra, de gran calidad, en la que dominaba como principal característica, independientemente del mensaje que transmite, profesionalidad, pues ejecutada con gran dominio de gubias y formones, logra transformar la madera en algo vivo.
Su acabado es la perfección y el culto a la belleza priva sobre cualquier otro concepto de la obra de arte, recordándonos a los grandes maestros renacentistas. Su magistral obra, Desnudo, es buena prueba de ello.
En esta colección figura un Cristo en la Cruz, fuertemente simbólico, en la que Camero se expresa con connotaciones marcadamente surrealistas. La cultura cristiana desde sus comienzos hasta nuestros días, nos ha dado copiosa producción de Cristo y la Cruz, no olvidemos que la cruz, originariamente patíbulo, se transforma para los cristianos en objeto de culto y veneración, mas habría de ser en los períodos románico y gótico donde la aparente intencionalidad en la deformación de la figura, daría a ésta, una mayor divinidad, sin que por ello dejásemos de ver al hombre.
Son deformaciones que tratan de expresar la hipóstasis de Cristo, por lo que no comparto el criterio de los que consideran tal propósito de deformación, motivado para expresar un mayor dolor y sufrimiento.
Pues bien, Camero nos da un Cristo crucificado en un tronco de árbol. Para Camero el árbol es “el ser más puro de la naturaleza”, y a Cristo transmutado en raíces que se aferran fuertemente a él, con lo que quiere darnos su versión simbólica del significado de Cristo y Cruz como un todo indisoluble.
Dice Freud, en besa a la filología comparada, que madera es un derivado de materia, mater, y mater, madre, lo que constituye un elemento significativo más, en la obra de Camero. Con esta obra nos dice que Cristo hombre, quedó en la tierra enraizado a ella por estarlo en la Cruz.
En su ejecución, nos parece un autentico orfebre, por el primor con que esta realizado todo el entramado de raíces y tronco.
En esta versión de Cristo la humanidad del tema queda perfectamente transmitida y evidencia cómo Camero recoge la maestría de la mística escuela granadina y la enriquece con imaginación, saber y gran profesionalidad.