Historia

Síntesis extraida del folleto "ORACIONES Y CANTOS. HISTORIA, ESTATUTOS Y NORMAS DE LA COFRADÍA", editado por la Cofradía el 8 de septiembre de 2011.

(Puede solicitar este folleto a la Cofradía)

ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA COFRADÍA.

Las “Constituciones de la Cofradía de la Madre de Dios de la Sierra” podrían constituir la prueba más antigua de su origen, pues “se hicieron e instituyeron por mandado de su Señoría Ilustrísima – el Obispo de Pamplona, Ilmo. Sr. D. Antonio Manrique y Valencia -, estando en visita en la villa de Uncastillo a los 12 de octubre de mil quinientos setenta y siete”, según consta en la copia que se conserva de las mismas. Debe destacarse que estas Constituciones fueron confirmadas y aprobadas, mediante un decreto judicial, dado en Uncastillo el 11 de abril de 1777.

Posteriormente, varios documentos confirman la existencia de la Cofradía desde la fecha de su constitución hasta nuestros días, entre los que destacan los siguientes:

- Las "Indulgencias concedidas por el Papa Gregorio XIII" a la Cofradía, constituyen una prueba contundente de su existencia a finales del siglo XVI, puesto que dicho Papa ejerció su pontificado entre los años 1572 y 1585.

- El "Libro de Mayordomía de la Casa de la Virgen Santísima de la Sierra", abierto a primeros del año 1692, según vemos en la foto de su asiento de apertura recogida a continuación, depositado en el Archivo Diocesano de Jaca. El contenido de este Libro refleja, fundamentalmente, las finanzas de la Cofradía, dedicadas principalmente al mantenimiento y cuidado de la Ermita, a lo largo de casi dos siglos y medio, pues su último asiento corresponde a las cuentas de 1940.


La "copia de las Letras Apostólicas del Papa Clemente XIII", con fecha primero de octubre de 1760 y el "Decreto de la Secretaría de la Sagrada Congregación de Indulgencias", de 10 de diciembre de 1760, también depositados en el citado Archivo, hacen referencia a la existencia de “la iglesia o capilla dedicada a la Virgen María bajo la advocación de “La Sierra”, en el término o a las afueras del Lugar o Villa de Biel, en la diócesis de Pamplona”, y establecen taxativamente que “existe una Cofradía canónicamente erigida”.


DÍA DE NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DE LA SIERRA Y DÍA DEL SITIO O DE LA COFRADÍA.

Según consta en la página 518 del libro “Aragón reino de Cristo y dote de María Santísima”, publicado por Fray Roque Alberto Faci, en 1739, en el año 1400 “el Gobierno Secular de Biel suplicó al Capítulo eclesiástico, y mandó a sus vecinos que anualmente concurriesen una vez a la ermita de la Santa Imagen, para venerarla”. De ello puede deducirse que la celebración del Día de Nuestra Señora la Virgen de la Sierra ya se efectuaba a principios del siglo XV, aunque no tuviese fecha fija.

El asiento correspondiente al año 1.718, del "Libro de Mayordomía", reflejado en la foto de la izquierda, recoge la “Disposición del Día de la Virgen y su fábrica”. En el mismo se expresa textualmente: “con atención a que la villa agradecida a los sumos favores que ha tenido y tiene de la Piedad Divina, por intersección de su Santísima Madre la Virgen Santísima de la Sierra, deseando mostrarse agradecido, con aprobación y aclamación de todo el pueblo, determinó que perpetuamente en cada año, se celebrase una fiesta y que esta fuese el segundo lunes de mayo y que en esa concurriese todo el pueblo”; estableciendo, finalmente, que este día debía celebrarse con la mayor solemnidad y con sermón. El Día de la Virgen se mantuvo en el segundo lunes de mayo hasta los años sesenta del pasado siglo, època en que se acordó trasladarlo al segundo domingo de mayo, donde se mantiene hasta la fecha. Las "Constituciones de la Cofradía" expresan en una de sus reglas “que el día de la Natividad de Ntra. Sra. – 8 de septiembre -, se junten los cofrades y coman una comida el día siguiente ó el domingo después de la Natividad y sea a costa de sus escotes”; reunión que en reglas posteriores denomina como el “Día del sitio o de la Cofradía”. Esta regla se mantuvo hasta el año 1879, posteriormente la fecha fue variando, pero siempre se ha mantenido en un día próximo al de la Natividad de Nuestra Señora. En la actualidad, el Día de Cofradía tiene lugar el segundo sábado de septiembre.

FUNCIONAMIENTO DE LA COFRADÍA

ÓRGANOS DE GOBIERNO.

De las citadas Constituciones se deduce implícitamente la existencia de una “Junta”, compuesta por cinco miembros: Prior, Procurador – también denominado en distintas épocas como Mayordomo, Depositario o Administrador -, dos Ministros (recogían las limosnas) y Ejecutor (cobraba la “penas” impuestas), bajo la dirección del Prior, quien junto con el Procurador, no podían ser cambiados, salvo que concurriesen determinadas circunstancias, en cuyo caso los cofrades en capítulo designarían a sus sustitutos. El resto (Ministros y Ejecutor) se renovaba cada año.

En la actualidad, los órganos de Gobierno de la Cofradía están definidos en el Capítulo IV de los Estatutos que se concretan en los siguientes: el Capítulo – órgano supremo de gobierno -, y la Junta compuesta por el Prior, el Tesorero y los Vocales (como máximo cinco).

DE LOS COFRADES.

A lo largo de la dilatada historia de la Cofradía, sus reglas, recogidas en las Constituciones o Estatutos, han definido las condiciones que debían reunir las personas que podían acceder a la misma en calidad de cofrades. En sus orígenes, de acuerdo con lo establecido en las Constituciones citadas, el número de cofrades estaba limitado "a cincuenta hombres, mayores de 20 años o fuesen casados y que no se pudiese admitir alguna mujer". Todos debían de ser hidalgos. Para admitirlos, debía reunirse el Capítulo e informarse si el aspirante era “hidalgo, pacífico, quieto y buen cristiano”. Con posterioridad esta regla fue modificada, para permitir el acceso como cofrades a las mujeres, así como para que el número de cofrades fuese ilimitado. En la actualidad, según expresan los estatutos, artículo 8º, “podrán ser miembro de la Cofradía quienes reúnan el requisito de estar bautizado, no haber rechazado la fe católica ni estar apartados de la comunión eclesial voluntariamente o por excomunión impuesta, acepten los Estatutos, el espíritu y fines de la cofradía y se comprometan a su cumplimiento”; deben ser presentados ante la Junta por dos cofrades.

DEL ERMITAÑO.

Del cuidado de la ermita y sus aledaños, a lo largo de la dilatada historia de la Cofradía, se encargaba a una persona que ejecutaba dichas tareas. Es destacable lo relacionado con uno de ellos, Miguel Navarro, narrado en la página 519 del citado libro “Aragón reino de Cristo y dote de María Santísima”, cuya foto se recoge a la derecha, por las especiales características de su aparente milagrosa designación.

Narra que fue elegido, tras haber sido previamente rechazado para tal menester, “porque N. Sa. quería fignificar fu oculta idoneidad con públicos milagros: ellos fueron, que fiempre, que el tal Pastor iba a vifitar el Santuarios, eftando cerrado, fe le abrían milagrosamente las puertas del Templo”. Hasta tal punto debió trascender, que el octavo Gozo de Nuestra Señora la Virgen de la Sierra hace referencia a dicho Ermitaño. En la actualidad, el ermitaño es designado por la Junta. FINANZAS DE LA COFRADÍA.

A lo largo de la existencia de la Cofradía, los fondos necesarios para el cumplimiento de sus fines – culto a la Virgen de la Sierra y mantenimiento de su ermita -, se han conseguido mediante la “limosna”, que siempre ha sido la fuente principal de sus ingresos, las cuotas de sus cofrades – de entrada y mensuales o anuales -, en algunas ocasiones mediante la venta de algunos de sus bienes - donados o adquiridos - y organizando rifas para obtener fondos o vendiendo lotería de Navidad con recargo, como actualmente sucede.

Las cuentas debían ser rendidas anualmente por el Mayordomo, ante el Vicario parroquial (Prior), el Alcalde y regidores de la Villa, en el caso de las reflejadas en el Libro de Mayordomía, y ante el Prior, el Procurador y los dos o cuatro Cofrades nombrados anualmente en el capítulo – Ministros -, en el caso del Libro de Indulgencias. Posteriormente, en las visitas del Obispo de la Diócesis, dichas cuentas eran supervisadas.

CELEBRACIONES Y DEVOCIONES.

Como ya se ha expresado, el objeto principal de la Cofradía era el fomentar la devoción a Nuestra Señora, objeto que ha sido mantenido a lo largo de toda su historia, traducido en reglas que fijaban la celebración de misas en la Ermita - en las seis festividades de Nuestra Señora y en las tres Pascuas, Navidad, Resurrección y Pentecostés, como se establecía en las Constituciones de la Cofradía ya citadas -, y en la obligada asistencia de los Cofrades a las mismas, fijándose una “pena” - multa - a los incumplidores.Pero, aparte de lo que las reglas determinaran, lo que se deduce del análisis de los documentos consultados, es que la devoción por Nuestra Señora la Virgen de la Sierra ha sido siempre constante y palpable, no solo por parte de los cofrades, sino – lo que es aún más importante -, por los habitantes de Biel y pueblos aledaños.

La imagen de Nuestra Señora de la Sierra, con una periodicidad que no se puede precisar en los documentos analizados, era trasladada por unos días a la Iglesia Parroquial de Biel – “Día de la traslación de la Santa Imagen” -, para ser venerada por sus habitantes. También se tiene constancia de haberse efectuado rogativas, con la imagen de la Virgen de la Sierra, para paliar sequías tanto en Biel como en los pueblos cercanos. Existía también la tradición – hace bastantes años extinguida -, de que entre los meses de mayo y septiembre, especialmente en el tiempo dedicado a la recolección de las mieses, en los días festivos se celebraba misa en la Ermita, para facilitar la asistencia de los labradores de la zona. Así mismo, su patrocinio también se manifiesta comunicando salud a los enfermos de ciertas enfermedades, para lo cual “constantemente se están pidiendo de varias partes los manticos de Nuestra Señora, y en falta de ellos alhajas que hayan tenido o tengan contacto con su imagen”.

Es necesario destacar - según consta en el “Expediente de exención de cargas eclesiásticas”, de 20 de noviembre de 1877, obrante en el citado Archivo Diocesano de Jaca -, la existencia de dos Capellanías que contribuían, en gran manera, a fomentar la devoción por Nuestra Señora: la Capellanía de Nuestra Señora la Virgen de la Sierra y la de San Antonio de Padua.

La gran devoción demostrada por los habitantes de Biel y, especialmente, por sus cofrades, ha sido causa importante de las múltiples indulgencias que les han sido concedidas a lo largo de la dilatada existencia de la Cofradía. De las primeras de las que se tiene información son las concedidas por el Papa Gregorio XIII (pontificado de 1572 a 1585). También el Papa Clemente XIII (1758 al 1769), concedió indulgencias a los Cofrades, que ampliaban las concedidas por Gregorio XIII. Así mismo, el Papa Clemente XIII, concedió “que todas y cada una de las misas que, según el Estatuto o según laudable costumbre, se celebren por las almas de los cofrades de uno u otro sexo que unidos a Dios por el amor dejaron ya este mundo, en cualquiera de los altares de esta Iglesia que fueran celebradas, serán consideradas como sufragios celebrados en Altar Privilegiado”. En consecuencia, los dos altares de la Ermita de Nuestra Señora tienen el caracter de privilegiados. Se dice que un altar es privilegiado cuando, además de los frutos del Sacrificio Eucarístico, se le otorgan plenamente indulgencias en las celebraciones de las misas que se aplican a las almas individuales por quienes la misa es ofrecida.