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 CASA FERRERO DE ASO DE SOBREMONTE 

Ver:    Fotos antiguas de familia     y    texto  

Casa Ferrero fue construida en 1934/35, a falta de algunos detalles que se prolongaron hasta después de la guerra en 1939. Anteriormente estaba  en el centro del pueblo rodeada de  varios edificios, muchos de ellos  medianiles, pasaba por el terreno una sima que afectaba a su estructura y tenían que repararla cada cierto tiempo.


  Solían hacerlo los piqueros de Acumuer. Cuando esta vez el abuelo Francisco  llamo a Miguel para arreglarla, este le dijo: Francisco, aquí ya no te la vuelvo a reparar  ¿no tienes otro sitio para hacerla?, no lo tenia y empezó a  buscarlo cambiando terrenos o comprando, pero no lo encontraba. Insistió Miguel, pero ¿no tienes tu ningún terreno cerca del pueblo?, lo mas cerca estaba la era, pero no parecía ni cerca ni adecuado y se fueron a verlo. Pues si no hay otro sitio podemos hacerla aquí, aconsejó Miguel.

Así quedo decidida la ubicación. Por el cambio de obra y lo inesperada de la decisión, no había suficiente piedra, madera , arena  y demás materiales de construcción, que habría que buscar en el río, talar en el bosque y acarrear a lomo de mulos, También se tenía que  subir de igual modo desde Biescas los materiales que no procedían del entorno.

Era costumbre en la zona ayudarse entre pariente, amigos y vecinos para hacer los edificios y especialmente para las casas. Todos se volcaron, no solo de Aso, también ayudaron de Yosa y Betes y superando los inconvenientes lograron acopiar y transportar los  materiales. El Sr. Miguel, en función de los deseos de Francisco y su familia, con su amplia experiencia fue diseñando y construyendo el edificio, con sus hijos  de albañiles y toda la familia, con amigos y vecinos de ayudantes, consiguiendo entre todos en un tiempo récord, la nueva Casa del Herrero.

Como problema técnico a destacar sería, que al hacer los cimientos y tras picar una profunda zanja no se encontraba suelo firme, se decidió clavar estacas sobre un fondo inestable y húmedo y montar sobre ellas el edificio. Hoy tras 87 años podemos testificar del acierto. Es una de las 19 casas que había tradicionalmente en el pueblo. Como su nombre indica eran los herreros de Aso, Yosa y Betés que son los núcleos urbanos del Valle de Sobremonte, se complementaba esta actividad con algo de ganadería y agricultura.

Durante 4 generaciones, hasta 1970, ejercieron la profesión de herreros (antes fueron sastres). El apellido Susín, mantenido durante ese tiempo indica su ascendencia del cercano pueblo de Susín y conforma el mismo tronco familiar que los Susín de Acumuer, Huesca, Biescas etc. que hoy están esparcidos por medio mundo.

Las técnicas del oficio eran muy tradicionales, pues debido al deficiente suministro eléctrico no se podía usar maquinaria. El trabajo consistía en construir las herraduras y herrar las caballerías, arreglo de herramientas y aperos, sobre todo para la agricultura y construcción y reparación de todo lo relacionado con el hierro.

Hasta finales de la década de los cincuenta, se trabajaba por iguala, esto es que se cobraba el arreglo de la herramienta agrícola en trigo, teniendo cada casa estipulada la cantidad en función de su hacienda. El resto de los trabajos se cobraba en dinero.                                     Enlace con los 4 documentos de la iguala

  

La aportación agro ganadera consistía en una pequeña explotación, orientada al autoconsumo de personas y animales. Permitía tener  1 mulo, 3 vacas. 3 cabras, 40 a 50 ovejas (mientras pervivió la trashumancia), 2 cerdos y otros animales domésticos como gallinas y conejos. Solo se vendía al exterior, patatas, algunos terneros, corderos y huevos.

En aquellos tiempos en las casas se aprovechaba casi todo, hasta  los residuos (fundamentalmente  agrícolas). Perros, gatos, gallinas y sobre todo los cerdos se encargaban de reciclarlo. Hasta el estiércol era un bien escaso que había que cuidar y aprovechar para fertilizar mejor los campos y mejorar las cosechas.

 Los cambios de las  estaciones del año y la climatología del día a día marcaban los trabajos agrícolas y sus ritmos, modulaban los de herrería y condicionaban por tanto la vida de la familia.

Durante bastante tiempo, estuvieron alojados la maestra o el cura, esto abría ventanas al mundo y aportaba alguna ayuda a la economía familiar.

En la casa se convivía abuelos, padres e hijos y durante el verano era frecuente la llegada de tíos y primos,  todos colaboraban en las tareas  en función de sus posibilidades.

Los cambios socio económicos que trasformaron el mundo rural de la época, propiciaban la disminución de los trabajos de herrería y anunciaban  la insuficiencia de la hacienda, pero la muerte aun joven de Joaquín Susín  en 1970, determinó que la familia  se trasladara a Sabiñánigo en 1973. La tradición se corto, Sobremonte quedo sin herrero y los campos se arrendaron. La casa dejo de habitarse de forma permanente, pero dada la cercanía, la mejora de carreteras y las  nuevas posibilidades de comunicación, ha sido posible el cuidado y mejora de la casa, habitándola con mucha frecuencia pero en función de una nueva forma de vida.

También hemos mantenido para autoconsumo el cultivo  de un pequeño huerto familiar, algunos arboles frutales y frutos rojos.

La relación de la familia  con el pueblo ha continuado, participando en sus vivencias y costumbres de forma permanente.