Homilía de la misa jubilar

Para no ser soberbio, lo cual sería insensato, tomé la vacuna de la palabra del Señor en la Biblia.

- “Quid habes quod non accepisti?” (“Qué tienes que no recibiste?”)

¡Felicitaciones, Padre José, dirán Ustedes. Y está bien.

- “Non nobis, Domine, non nobis sed nomini tuo da gloriam.”

(“No a nosotros, Señor, sino a tu Nombre dale la gloria”)

- Ego elegi vos… sin mérito

(“Yo los elegí a ustedes”)

- “Videant (audiant) opera vestra bona et glorificent Patrem…”

(“Vean «oigan» sus obras buenas y glorifiquen al Padre)

- Dones, talentos… (“Parábola de las talentos”)

- Servi inútiles… (“somos siervos inútiles”)

- Recipientes de barro para llevar los tesoros del Señor.

Nadie alaba a la pared o a la tela que recibe la obra de arte del pintor.

Modelo, el cántico de María:

“Magnificat, anima mea Dominun,

Exultat spiritus meus in Deo

Repexit humilitatem

Fecit mihi”

“Magnificate Dominum mecum.” (“Glorifiquen conmigo al Señor”)

… gracias por venir; yo los necesitaba a todos Uds. … sacerdotes, Pueblo, laicos. Porque celebrar significa en latín: juntar gente.

Leit motiv (temática)

“sacerdocio real del bautizado”

Lo tenemos mencionado en el Prefacio de esta Misa, y lo cantaremos con fuerza enseguida, dentro de un ratito, en el hermoso canto del Padre Lucien Deiss “Pueblo Sacerdotal”:

- Porque sacerdocio es correlativo de “sacrificio”.

En el caso del bautizado, el ofrecerse a sí mismo, todos y cada uno, y permanentemente, como leemos en Rom 12,1… “los exhorto, por la misericordia de Dios, a que ofrezcan sus personas como víctima viviente, santa, agradable a Dios: tal será el culto espiritual de ustedes”…

“sacerdocio ministerial”

Está bien descripto en la última página de la hoja de canto, que Uds. tienen en sus manos:

“Con amor fraterno elige (Cristo) a algunos hombres, para hacerlos participar de su ministerio, mediante la imposición de las manos. Tus sacerdotes, Padre, renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención humana, preparan a tus hijos el banquete pascual, guían a la caridad a tu pueblo santo, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con tus sacramentos”.

A esta descripción del ministerio sagrado corresponde la bellísima tarea del sacerdote, que Dios me concedió realizar durante sesenta años:

- Predicar el Evangelio en la Misa, y en otras celebraciones.

- Celebrar los signos eficaces de la gracia en los sacramentos: Bautismos de niños y adultos, Confirmaciones ocasionales, Sacramento del perdón, de la confesión que amo tanto, donde intenté siempre reflejar con respeto la ternura de la misericordia del Señor. La unción de los enfermos, con la solicitud requerida. Preparaciones y celebraciones de matrimonios, tantísimas veces, compartiendo la alegría del amor humano, y acompañando así la fundación de tantas Iglesias domésticas. También, el orar y dar palabras de consuelo y de fe y esperanza en el acontecimiento de la muerte.

Les puedo comentar en confidencia que, después de intervenir así en las acciones sacramentales, en nombre de Jesús, y como canal de su gracia, uno siente que el Señor la deja algo así como el perfume de su paso, de gozo tan reconfortante….

Debo agradecer también particularmente el don de la música y el canto en la Liturgia, que pude cultivar desde niño, y que felizmente no es para mí sólo, sino que es para servir a la “gloria de Dios y a la edificación de los fieles” como escribía el gigante de la música, Juan Sebastián Bach.

En este sentido, además fue mucho lo realizado en miles de horas en el culto, en el canto y en el órgano, con otrora bellísimos coros. Actualmente tengo una alegría inmensa de compartir con todo el mundo (sic) a través de un sitio de Internet (www.canticanovaetvetera.org), muchísimo material para el canto en la Liturgia. En el día de hoy tengo allí registradas más de 1900 visitas.

No quiero olvidar de mencionar en esta celebración a mis amigos, con quienes compartí el sacerdocio y la música, ambos ya cantando en la casa de Dios: el padre Osvaldo Catena, con quien trabajamos dictando cursos de Música Litúrgica, y publicando el amplísimo cancionero “Cantemos Hermanos con Amor”. E igualmente el padre Jesús Gabriel Segade que tanto trabajó para irradiar la fe por la belleza de la música. Y por aquí debe andar otro cura músico valioso y compinche, el padre Néstor Gallego.

Y pasamos ahora a los textos de esta Liturgia.

Escuchamos en primer término el relato más antiguo de la Institución de la Eucaristía, que escribió Pablo a los Corintios. Sabemos que este Sacramento es el centro de toda la vida de la Iglesia Católica. Es el Don maravilloso del amor de Cristo. Indecible inefable, Sacramento de nuestra fe,

- para ser creído,

- para ser celebrado, comulgado y adorado,

- pero sobretodo para ser vivido.

En esta homilía me limito a presentar el significado comprometedor de la comunión eucarística, tal como actualmente lo ponen de relieve distinguidos teólogos, por ejemplo el padre Xavier Leon Dufour, jesuita, excelente biblista, Mons. Mariano Magrassi, benedictino, que fue Arzobispo de Bari, Anselmo Grün, ahora de moda, benedictino y, especialmente, el padre Rainiero Cantalamessa, capuchino, predicador del Papa. De este último leo los siguientes párrafos que nos amplían la comprensión de las palabras de Jesús en la Cena:

“Cuando Jesucristo, al instituir la eucaristía dio el mandato: hagan esto en memoria mía, (que Pablo repite), no sólo quería decir: hagan exactamente los gestos que yo he hecho, repitan el rito que he realizado; sino que con aquellas palabras quería expresar también lo más importante: hagan la esencia de lo que yo he realizado; ofrezcan su cuerpo (su persona) en sacrificio como han visto que yo lo he hecho”…. “entonces comprendo que para “hacer” también yo lo que hizo Jesús aquella noche, debo, ante todo, “partirme” a mí mismo, es decir, deponer todo tipo de resistencia ante Dios, toda rebelión hacia él o hacia los hermanos; debo doblegar mi orgullo, doblegarme y decir “sí” hasta el final, sí a todo lo que Dios me pide; debo repetir también yo aquellas palabras: ¡He aquí que vengo a hacer tu voluntad! Tú no quieres muchas cosas de mí; me quieres a mí mismo, y yo te digo “sí”. Ser eucaristía como Jesús significa estar totalmente abandonado a la voluntad del Padre.

Por eso, dirá el Prefacio de esta Misa: “Ellos, (los sacerdotes) al entregar su vida por ti, Padre, y por la salvación de los hermanos, deben configurarse a Cristo y dar testimonio constante de fidelidad y de amor….

Salmo

Justamente esa felicidad de habitar en la “casa del Señor”, alabándolo siempre, la acabamos de cantar en el salmo 83. Precioso poema que nos renueva en la alegría de estar con el Señor y esperar en Él.

Evangelio

El texto que nos leyó el Diácono, está tomado del Evangelio de Juan, de las palabras de despedida, que Jesús pronuncia en la última Cena. Es muy profundo, porque el amor del Padre, dándose totalmente al Hijo es infinito, sin limitación. Con esa misma totalidad e infinitud ama Cristo a sus discípulos, los bautizados de todos los tiempos y lugares, es decir, a cada uno de nosotros. Cumplir así los mandamientos del Señor, darse siempre a Él y al prójimo es la fuente del “gozo completo”.

La elección de Dios de cada bautizado está desde antes de la creación del mundo, según Ef. 1,4. Maravillosa, fundacional. Y ésta elección, de que Jesús habla en la Cena, igualmente vale para todo cristiano, pero más especialmente para los consagrados a Él en el ministerio, o aún en la vida religiosa.

“Dar fruto abundante y duradero”, yo lo explicaría en la “verdad y el amor”.

Felizmente, en esta santa misa jubilar, el Señor nos ha recordado que todos y cada uno de los bautizados somos sacerdotes, para ofrecernos nosotros mismos a Dios. Y que para ayudarnos en esta entrega tenemos el ministerio de los sacerdotes consagrados en el sacramento del orden, que deben precedernos con el ejemplo.

Justamente este ofrecimiento lo renovamos cada vez que participamos de la Comunión eucarística, que es el “Sagrado banquete en el que se recibe al mismo Jesucristo. Se renueva la memoria de su Pasión. El alma se llena de gracia. Y nos es dada una prenda de la gloria futura”.