El libro nos habla de las creencias dominantes en la sociedad de hoy, su falta de fundamentos y sus efectos perversos.Son prejuicios colectivos que se usan de forma ordinaria y que nos aportan la seguridad del pensamiento uniforme del grupo

A base de amontonar esos lugares comunes, construimos nuestra comunicación más impersonal y automática. Repitiendo automáticamente lo que dicen los demás nos evitamos el esfuerzo de pensar por nosotros mismos.

Un buen moralista es la persona a la que no le abandona la conciencia de constituir ante todo un ser moral. Es decir, que sabe que no debe limitarse a sobrevivir como los bichos, sino a vivir como un ser consciente y libre. Y eso significa que le incumbe la constante reflexión para distinguir y elegir —con argumentos, no con creencias— lo bueno frente a lo malo y hasta lo mejor más allá de lo bueno. Sabe asimismo cuánto les debe a las mores o costumbres de su tiempo y lugar, pero no es reacio a criticarlas, si falta hiciera, desde el ideal de ser humano que le anima. Le repugna esa solemne insensatez de que cualesquiera opiniones morales valen lo mismo o que lo diferente, tan sólo por diferente, sea ya valioso. No le avergüenza ni juzgar en voz alta cuando parece preciso, ni hablar de virtud ni mucho menos admirar a los virtuosos. Considera grave desidia dejar esos quehaceres al cuidado exclusivo de las autoridades religiosas.

Por Miguel Moreno Muñoz, Profesor de Filosofía

El libro es una crítica al totalitarismo y al abuso de poder enmarcado en el enfrentamiento histórico que se dio en la ciudad de Ginebra, en el S.XVII, entre Calvino, líder religioso que mandó ajusticiar al médico español Miguel Servet, que se había refugiado en la ciudad de Ginebra huyendo de la Inquisición, y Castellio, humanista defensor del librepensamiento y la tolerancia.

Precisamente cuando ya consideramos la libertad como algo habitual y no como el don más sagrado, de la oscuridad del mundo de los instintos surge un misterioso deseo de violentarla. Siempre que la humanidad ha disfrutado de la paz durante demasiado tiempo, le sobreviene una peligrosa curiosidad por la embriaguez de la fuerza y un apetito criminal por la guerra. En esos espantosos momentos, la humanidad parece recaer en la saña sanguinaria de la horda y en la docilidad esclavista del rebaño. Pero todos los despotismos envejecen o se enfrían en poco tiempo. Solo la idea de la libertad individual resurge eternamente. Si exteriormente y durante un tiempo se le quita la palabra, se refugia en lo más profundo de las conciencias, inalcanzable para cualquier opresión. Por eso es inútil que los gobernantes crean que han vencido al espíritu libre por haberle sellado los labios, pues con cada hombre nace una nueva conciencia y siempre habrá quien te recordará la obligación espiritual de retomar la vieja lucha por los inalienables derechos del humanismo y de la tolerancia. Siempre habrá un Castellio que se alce contra cualquier Calvino, defendiendo la independencia soberana de la opinión frente a toda violencia ejercida desde el poder.

Por Miguel Moreno Muñoz. Profesors de Filosofía

El libro contiene tres relatos que se desarrollan en la Europa del Barroco. En ellos, como en todas las obras de Marguerite Yourcenar, se reflexiona sobre la vida, la muerte, el amor, el miedo la amistad y todos los temas universales de la existencia humana con una una narración que se caracteriza por una enorme profundidad y sutileza a la vez.

Nathanael se maravillaba de que aquellas gentes, de las que nada sabía un mes atrás, ocuparan ahora tanto lugar en su vida, hasta el día en que salieran de ella, igual que lo habían hecho su familia y los vecinos de Greenwich, como los compañeros de a bordo, como los habitantes de la Isla Perdida, como los empleados del Elie y las mujeres de Judenstraat. ¿Por qué estos y no otros?

Todo sucedía en la vida como si, por un camino que no conduce a ninguna parte, fuera uno tropezando sucesivamente con diversos grupo de viajeros, ignorantes ellos también de su objetivo, y con los que uno se cruzara por un espacio de tiempo tan corto como un abrir y cerrar de ojos. Otros, al contrario, nos acompañan por el camino durante más tiempo, para terminar desapareciendo sin razón alguna a la vuelta del próximo recodo, volatilizándose como si de sombras se tratara.

No era fácil entender por qué esas gentes se imponían a nuestra mente, ocupaban nuestra imaginación y, en ocasiones, podían incluso devorarnos el corazón, antes de revelarse como lo que eran: unos fantasmas. Por su parte, puede que pensarán lo mismo de nosotros, a suponer que fuesen capaces de pensar algo. Todo aquello pertenecía al mundo de la fantasmagoría y del ensueño.

Por Miguel Moreno Muñoz, Profesor de Filosofía

El libro, ambientado en el Caribe, narra la historia de la inocente Eréndira, explotada por su pérfida abuela. Es un relato de la opresión que sufren algunos seres humanos debido a la maldad de otros, pero también de amor, inocencia y libertad.

La llamó a gritos, pero no recibió ninguna respuesta. Se arrastró hasta la entrada de la carpa, y vio que Eréndira empezaba a correr por la orilla del mar en dirección opuesta a la de la ciudad. Entonces hizo un último esfuerzo para perseguirla, llamándola con unos gritos desgarrados que ya no eran de amante sino de hijo, pero lo venció el terrible agotamiento de haber matado a una mujer sin ayuda de nadie. Los indios de la abuela lo alcanzaron tirado boca abajo en la playa, llorando de soledad y de miedo.

Eréndida no lo había oído. Iba corriendo contra el viento, más veloz que un venado, y ninguna voz de este mundo la podía detener. Pasó corriendo sin volver la cabeza por el vapor ardiente de los charcos de salitre, por los cráteres de talco, por el sopor de los palafitos, hasta que se acabaron las ciencias naturales del mar y empezó el desierto, pero todavía siguió corriendo con el chaleco de oro más allá de los vientos áridos y los atardeceres de nunca acabar, y jamás se volvió a tener la menor noticia de ella y se encontró el vestigio más ínfimo de su desgracia.

Por Miguel Moreno Muñoz, Profesor de Filosofía

Ramón Mª del Valle Inclán escribe cuatro novelas cortas en las que desarrolla las aventuras amorosas del Marqués de Bradomín. Este es un donjuán, un hombre frío, egoísta que nos narra sus recuerdos de sus aventuras amorosas centrándose en diferentes etapas de su vida, para ello agrupa sus recuerdos y sentimientos y los relaciona con las estaciones del año.

En la Sonata de primavera nos cuenta sus aventuras amorosas durante su etapa de juventud, esta parte está ambientada en Italia y en ella destaca la arrogancia del protagonista.

La Sonata de estío representa la etapa de la edad adulta en la que vive sus aventuras más pasionales en Méjico. En la Sonata de otoño, el marqué acude a su tierra natal, Galicia, por requerimiento de una de sus amantes que está a punto de morir, esto no les impide retomar su pasión del pasado.La Sonata de invierno transcurre en Navarra y refleja su vejez.

Emily Brontë ambienta esta historia en los páramos de Yorkshire, en ella el paisaje y el clima tienen tanta importancia en el desarrollo de la historia como el carácter de los personajes. La autora defiende la idea de que para desarrollarse como persona y convertirse en un ser deseable es necesaria la educación que en aquella época no estaba al alcance de todos.

Además plantea un triángulo amoroso: Catherine se siente atraída por Edgar debido a su educación, su trato amable, la situación económica que le ofrece, su elegancia; pero sus sentimientos están en consonancia con los de Heatchcliff, un joven privado de educación y por ello más brusco en el trato, más violento.

Esta obra ha tenido mucho éxito en diferentes época, de hecho, se han hecho doce versiones cinematográficas, la más antigua es de 1939 y la más reciente de 2011.