L‘Associació de Suport al Disminuït Psíquic Mare de Déu de Bellvitge, amb 37 anys d'experiència, és una entitat sense ànim de lucre destinada a la integració laboral de persones amb discapacitat. Gestiona, d‘una banda, un centre ocupacional que atén més de 70 persones, i d‘altra banda, el centre especial de treball Tallers Bellvitge, amb un plantilla de 60 treballadors amb discapacitats físiques i psíquiques. En concret, el CET, a més del servei de distribució i missatgeria, també es dedica a la manipulació de components de l‘automoció, a les arts gràfiques, a l‘envasament i l‘embalatge i a serveis de jardineria.
L'Associació es va crear l'any 1968. Tres anys més tard, el 1971, comença les activitats als tallers i vint anys després obre el Centre Ocupacional, com a servei dependent de l'entitat i ubicat als mateixos edificis, però amb funcionament i equip tècnic propis. L'any 1994 es crea el Centre Especial de Treball, per oferir llocs de treball amb contracte laboral i dedicat fonamentalment a una activitat productiva en el sector de les arts gràfiques i del manipulat. Actualment també té un servei adreçat a potenciar les capacitats personals i laborals per tal que la persona usuària estigui en disposició d'integrar-se en un lloc de treball en el futur.
Ofereix:
Objectiu:
“Al fin todos felices”. Dins: ANDE, núm. 153, set. 2010, p. 6.
I premi en la modalitat de Conte del Concurso Cuento, poesia i redacción organitzat per la Fundación ANDE.
"Quique tenía una perra. Xira siempre quería estar en su regazo. No dejaba a Quique ni a sol ni a sombra. Cuando él se iba a la cama, Xira se le colaba entre las sábanas. Cuando iba al lavabo también le seguía. A la hora de almorzar siempre le pedía comida de su plato.
Cuando Quique tenía que ir a trabajar, Xira se le subía en el asiento delantero del coche y la faena era de él para sacarla y hacerle pasar otra vez a su rincón de la cocina.
Toda la jornada que Quique estaba trabajando, Xira lloriqueaba por todo el piso y molestaba a los vecinos, por lo que muchas veces el pobre Quique tuvo que aguantar las quejas de los mismos.
Un día que Quique iba paseando a Xira por el barrio se encontró a su sobrina Mireia, que levaba entre los brazos una mantita de la cual sobresalía la cabeza de un pequeño cachorro.
- OH! Por ahí viene mi sobrina favorita
- Mira que me ha regalado mi amiga Juana!
- Pero ¿es de verdad o de peluche?
- Es un cachorrito, pero ahora no se mueve, porque está dormido. De todas maneras no sé que voy a hacer con la Luna, porque mi madre no me deja tenerla en casa.
Mientras hablaban, Xira no paraba de dar vueltas alrededor de ellos, enredándolos con la correa y poniéndose de pie sobre Mireia para oler la manta que tenía entre sus brazos.
- Si quieres, ya que tengo sitio en casa tráela para allí unos días hasta ver qué solución encontramos y tú de paso puedes venir a cuidarla cuando salgas del cole.
Cuando dejaron a Luna en un cestito al lado del rincón de Xira, ésta enseguida la empezó a lamer y se la llevó a su sitio.
Los días siguientes, Xira dejó muy tranquilo a Quique pues estaba muy pendiente de lo que hacía el cachorro y cuando Mireia venía a ponerle un platito de leche o de pienso, Xira se mostraba muy recelosa.
Quique sí que agradecía poder moverse por casa sin irse tropezando con su perra, pero echaba de menos los ratos que viendo la tele se le encaramaba al regazo y hacía que le rascaba la cabeza.
Inés, la madre de Mireia, siguió negándose en redondo a que la Luna fuera a vivir a su casa pero consentía que estuviera en casa de su hermano y que su hija acudiera a visitarla cada tarde.
Quique valoró que si dejaba que ese cachorrito que había aparecido en sus vidas de repente, de quedara en su casa. Tanto su sobrina, él mismo y los dos perros iban a tener unos gramos más de felicidad en sus vidas."