2012. Entrevista " La Republica " expo en Lima-Peru

Multifacético artista organiza muestra de sus obras en setiembre, en el Centro Empresarial de San Isidro. (Septembre 2012)

Un caballo blanco pintado sobre una trabajada tela de lino no es solo un caballo, es una esencia del universo que se extiende sobre nosotros como una conexión inevitable. Esta idea de la de la creación artística, como consecuencia de una fuerza externa, pertenece a Jan Goris, pintor y artística plástico belga, quien ha adquirido una propiedad en el Valle del Urubamba junto a su esposa e hijo. Ha venido a quedarse.

Por Giancarlo Ramírez (@gianraflo)

En Urubamba hay energía. Los cerros verdes, los Apus, adquieren una significación especial para Goris, un sujeto alto, delgado, amable y sensible, capaz de construir sobre su universo, que también es el nuestro, una representación de la vida.

El artista proviene huyendo de un país construido con “ciudades de piedras” que “destruyen” la ecología, basado en un sistema de convivencia insoportable: la gente tiene dos carros y las calles son grandes.

“En Bélgica no hay mucho sol. Y la naturaleza está desapareciendo. Hay mucho control en las cosas. Acá estamos muchos más libres de trabajar y de vivir”, afirma.

Su presencia en Perú, tierra de libertad-asegura-, se la debe a su esposa Cori, quien es doctora y artista. Él la siguió: “He estado interesado por la naturaleza del Perú. Pero he llegado aquí para seguir a mi esposa, quien cura a campesinos de la zona”.

DE LO SAGRADO A LAS VIBRACIONES

Instalados en una acogedora casa con su familia desde hace dos años y medio, Jan encontró en la inmensidad del Urubamba una fuente de energía que lo vincula al lugar. Y lo motiva a crear. “Mi opción es trabajar de manera positiva. El sol, la luz, la transparencia es muy importante en mi obra; los colores, las vibraciones. Todo esto se encuentra en el valle”, dice.

“Cuando estás alrededor de una persona que está radiante y te atrae, tienes una energía más que normal. Sucede lo mismo con la naturaleza. Cuando trabajas cerca de animales y flores, de cerros con nieves y mucho sol, pasa en el trabajo”, sentencia: “He venido a quedarme”.

Jan define su estilo como un trabajo de transparencia usando como elemento base el óleo y empleando la “trementina” para la transparencia de los colores que le da vibración a las obras, como si fueran del agua sobre el suelo seco, como las venas de la piel, o como los vínculos que unen a los bebes con el vientre de sus progenitoras: “Esto da seguridad, da confianza a una cosa que conoces”.

Vivir entre la naturaleza es para el artista el mejor lugar de inspiración, que da “intenciones” a sus obras, con grandes cuotas de “alegría y felicidad, de amor, y quiero que le pase a todos esta alegría, que es confianza en la vida, confianza en el universo, en Dios”.

FELICIDAD EN LAS ALTURAS

La exposición que presentará en setiembre, en el Centro Empresarial de San Isidro, reúne obras realizadas en Perú. Dos de ellas retratan a la gente de pueblo que, asegura, vive orgullosa, pese a las carencias.

En ella aparecerá Luciano, un hombre que vive “arriba” en una casa de piedra sin electricidad, que piensa que todos deben vivir así, pero “no se puede”: “Lo he pintado sobre su cabello en la tela, pero que está desapareciendo. Su hijo no quiere vivir en ese lugar como su padre. Estamos en una transición muy fuerte en Perú”.

También ha pintado la cara de un tipo viejo, casi derrotado por el tiempo, “con ojos que parecen felices”. Una vez, lo vio caminando al lado de sus hijas que cargaban a sus bebes sobre las espaldas. También se veían alegres.

Y también ha dado viva a los caballos, animales que considera los más bellos del mundo, por su sentido libertad, que “recibe” y contagia a su alrededor. Al pie de los Apus, Goris, insiste, sigue comprometido con alabar la creación, celebrar la fuerza, meditar sobre la naturaleza y la intensidad. Las huellas son sus obras.