En las cosmovisiones expuestas por las historietas hay un diálogo constante y productivo entre dos formas comunicativas: la palabra y el ícono. Se genera una intertextualidad interna propia del formato de la que carecen otros géneros.
Una de las dimensiones más interesantes de los cómics es que sirven para darnos cuenta de los valores que transmiten las diferentes sociedades y culturas, cuáles son los arquetipos que las representan, en otras palabras, construyen las variadas y posibles identidades de lo que somos, nos gustaría o no nos gustaría ser.
De ahí que sea un material a tener muy en cuenta en el momento de trabajar la interculturalidad y los valores. Pero justamente este maravilloso ensamble de textos e imágenes permite tratar con gran versatilidad un amplio abanico de temas
El cómic requiere del lector/espectador un proceso de lectura/visión simultáneo y este recorrido o itinerario a través de paisajes mixtos resulta un excelente ejercicio para desarrollar una mirada aguda y crítica sobre los “mundos” desplegados en la historieta. Cuando abordamos un cómic hacemos un doble trabajo de comprensión y elaboración: por un lado leemos el texto, y por otro también debemos interpretar y añadir a ese texto el mensaje que la secuencia de imágenes nos está transmitiendo. La historieta es un género narrativo producto de la hibridación, una especie de amalgama creativa del lenguaje escrito y el lenguaje visual.
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