RELATOS MATEMÁTICOS

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RELATO CORTO GANADOR CURSO 2015-16. AUTORA: ESTELA GARCÍA MONSONÍS. 4ºA ESO.

"LA FUNCIÓN"

Todo empezó en aquella función de teatro tan esperada por todos, eran muchas actrices: Logarítmica, Exponencial, Afín, Cuadrática…Todas estaban pendientes de las indicaciones del director, ya que habían realizado un trabajo constante durante muchos meses y querían que todo saliera bien, querían llegar al vértice de la parábola. En los ensayos aprendieron que tenían una relación de dependencia, es decir, que sin la X no había Y.

La función ya había empezado, estaban en el primer grado de la función, querían que terminara, querían llegar al segundo grado para ver la reacción del público, no sabían que opinarían de su dominio ni de su recorrido, solo querían que las ramas de las parábolas de sus sonrisas estuvieran orientadas hacia arriba.

La función fue lineal, no tuvo ninguna discontinuidad y todo salió como ellas esperaban. El equipo de actrices logró representar la función de forma brillante. El público despejó todas las incógnitas que se plantearon. Se quedaron asombrados al ver el recorrido que las actrices habían realizado. Todos aplaudieron con mucho entusiasmo de forma exponencial y ellas lograron su objetivo: efectivamente, las ramas de las parábolas de sus sonrisas estaban orientadas hacia arriba.

RELATO CORTO 2016-17. AUTOR: PEPE LLOPIS. 1º A BAT

" La matemática del amor"

<<Me quiere… No me quiere. Me quiere… No me quiere>>. Él deshojó la margarita, restándole uno a uno sus pétalos, hasta dejar solo cinco como formando una geométrica estrella circunscrita en un pentágono modélico. Soltó la flor. Sus lágrimas caían de forma simétrica y continua, dejando una estela seca y salina que creaba dos perpendiculares al cruzarse con sus labios. Se le había trucando el amor. Ahora era igual a cero, totalmente nulo, del todo finito según lo pudo comprobar.

El árbol que le resguardaba, a la izquierda del camino, era algo viejo. No constituía con el suelo el ángulo recto de antaño, pues se había deformando, curvándose casi en una parábola total. Sus incontables hojas, sin embargo, cubrían cual manto al joven de los centenares de rayos de sol que atenazaban la mañana.

Bajo ese mismo sol se apresuraba ella a alcanzar la posición del amado. Corría alternando los pies rítmicamente, en paralelo a la acequia que delimitaba un borde de la carretera. Al vislumbrarla acercarse, el joven quedó patidifuso; el corazón comenzó a acelerársele exponencialmente y el brillo de sus ojos aumentó, siempre inversamente proporcional a la lejanía de ella. Cuando la tuvo delante, se levantó y ambos quedaron callados, fijos, contemplándose tan extrañados como si fueran primos en un mar inundado de números usuales y simples. Él rompió el silencio:

—¿Te llegó mi carta?

—Sí —le respondió ella.

—¿El resultado?

—Positivo.

Los dos sonrieron, sabían al dedillo qué significaba aquel cruce de palabras.

—¿Entonces, me quieres?

—Bueno, es que yo…

—No me hagas esperar más, por favor: ¡despeja la incógnita!

—Sí —repitió—. Te quiero. Desde que sé contar.

—¿Cuánto me quieres?

—Tanto como cifras hay tras la coma en un decimal periódico.

Se fundieron en un largo beso, hermanando sus bocas como pares y dividiendo sus almas, para entregar un pequeño trozo al otro. Su felicidad se multiplicó y creció hasta el infinito.

Y así, los amantes rindieron culto a la matemática, ciencia tan perfecta como su propio amor.

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