Con Ferrera, Doimeadiós, Vilma y Renecito
Con Ferrera, Doimeadiós, Vilma y Renecito
publicado abril 21, 2024
CON DOIMEADIOS Y FERRERA
(crónica algo extensa)
Pedro Luis Ferrer Montes
Anoche, nuestra entrañable amiga Alina Grados nos convidó a visitar un sitio llamado «Zorra peluda», donde se presentaría un actor y humorista que —ella sabe— disfrutamos mucho: el maestro Osvaldo Doimeadiós. Estaría presentándose en compañía de Rigoberto Ferrera, excelente actor que también cultiva con talento el humor.
Como es de suponer, nos divertimos
«in crescendo» con el chorro imparable de ocurrencias que logran fundir la risa y la reflexión, pulsando constantemente el ámbito neurálgico de la vida nacional. Dos estilos diferentes, enlazados por la chispa criolla y el dominio del decir.
El recinto es privado (no lo conocía), y se desenvuelve dentro de la lógica económica que establece su existencia como proyecto independiente, donde, además de pagar impuesto, debe costear hasta la última tuerca necesaria para funcionar, en un contexto nacional donde todo es cada vez más caro. Uno de los múltiples lugares que hoy dan trabajo a músicos y actores que, de otra manera, tendrían más difícil la supervivencia, si tenemos en cuenta los salarios insuficientes que devengan en las instituciones estatales, cuyo vínculo, por demás, resulta obligatorio para fungir como profesionales en el país. Tengo entendido que, sin este vínculo con una institución oficial, tampoco podrían presentarse en locaciones privadas. Lo cierto es que resulta alentador cuando las iniciativas particulares se muestran interesadas en promover la cultura, contratando lo mejor de lo que acontece. Aunque resulta obvio que no son lugares de fácil acceso para el bolsillo medio, tal y como ocurre con las denominadas Mipymes. Pero ese es otro tema.
Como contraste compensador, días atrás
—invitados por los amigos Ederlys y Mayito— habíamos asistido (Lena y yo) a la sede de «Comunidad creativa» que dirige Doimeadiós, situada en la Avenida del Puerto de La Habana Vieja, donde exhibirían «La vida es vieja », obra escrita por Miguel Moreno y dirigida por el propio Doime. Había muchísimo público, con entradas a precio muy módico: treinta pesos criollos, que vienen a ser nueve centavos de dólar. Un espectáculo supersimpático, con un elenco muy profesional, desafiando constantemente —sin alarde, ni transgresiones innecesarias— el límite de las restricciones censurantes. Un público ávido, que captaba con agudeza cada disparo metafórico del mensaje humorístico.
Y volviendo a nuestra visita a la «Zorra»... Estuvimos allí temprano, mucho antes de que llegaran los artistas, por lo que nos sobró tiempo para ver detalladamente el recinto, hacerme una foto con alguien que me lo solicitó cariñosamente; saludar a algún que otro colega del gremio, como el actor Renecito de la Cruz; y disfrutar un sabroso intercambio de anécdotas y reflexiones de índole diversa. Alina, que pertenece al mundo de la filosofía, es dada —como pocos— a la conversación enjundiosa. Nos acompañaba también otra amiga de los años, Baby, igualmente devota de la charla y el pensamiento. Un dúo muy ameno, que sabe mezclar lo denso con el buen humor criollo. Sí, porque para abordar cosas complejas entre colegas que intentan divertirse, hay que saber matizar con la gracia y la risa, para evitar caer en eso que se conoce como «metatranca». Nada mejor que compartir con amigos cultos y con gran sentido del humor.
Antes y después del espectáculo, pudimos volver a abrazar a Doimeadiós y su esposa Vilma, y conocer personalmente a Ferrera. Nos prometimos coordinar un encuentro íntimo para compartir entre amigos y familia. Será un enorme disfrute.
La Habana, febrero 24, 2024.
Con Alina y Baby