IMPRECISIONES

publicado noviembre 22, 2022


IMPRECISIONES

Pedro Luis Ferrer Montes


«Quien calla, otorga» —alerta el viejo refrán.


Luis Cino, periodista de Cubanet, me felicita por mi cumpleaños setenta en un artículo que titula "Pedro Luis Ferrer y el derecho natural a cantar”.


Bueno, le doy las gracias por la cariñosa felicitación; y por los elogios y relevancia que por momentos me concede en su artículo; pero es obvio que su percepción no ha tenido en cuenta mis comentarios respecto a algunos tópicos de mi bregar. Quizás no los ha visto. Por tal motivo, con todo el afecto y respeto que él se merece, le apunto algunos detalles.

Luis comienza diciendo:


«Se cansó el cantor del ninguneo y la proscripción en su patria, donde no le graban discos, no ponen sus canciones en la radio y donde solo podía cantar en patios y azoteas de amigos, jamás en un teatro».

Aunque tengo setenta septiembres, no me siento cansado de nada. El pueblo de Cuba, que es quien me importa, jamás me ha ninguneado. Por lo demás, aunque he tenido (y tengo) serias discrepancias con la gobernación de la isla, es inexacto insinuar que las instituciones culturales de la música me han ignorado. A pesar de todo, no ha sido así. Sépase que si no he estado en el pedestal que alguien supone yo debía ocupar, es fundamentalmente porque no me ha interesado. Más aún, porque lo he rechazado. Lo peor que puede ocurrirle a un artista es convertirse en representante del oficialismo.


Como decía mi tío Raúl:


«Mientras me quede una palabra,

una sonrisa, una mirada, un gesto,

de ninguno me voy a descuidar,

porque quiero caer hacia mi pueblo

y no quiero

y no puedo fallar».


En múltiples ocasiones he comentado que —independientemente de los problemas de la isla— mi residencia en España y EEUU son consecuencia, básicamente, de mi apetito de mundo. Y eso no significa que intente disminuir la situación económica terrible que se vive en la isla, ni las acciones represivas que se cometen injustamente contra el pueblo inconforme, razones que empujan al éxodo creciente. Tengo familia que vive a diario esa realidad y, aunque llevo muchos años residiendo por largas temporadas en Europa, conservo mi residencia legal en Cuba. Conocer el mundo ha sido decisivo para mi formación personal y profesional, y me ha permitido ayudar a mis allegados.


Hace muchos años que soy un productor discográfico independiente. Y aunque este camino lo inicié en Cuba debido a una circunstancia adversa, hoy por hoy no cambiaría por nada esta suerte. Desde entonces mi modesta producción independiente ha cristalizado mediante el interés de discográficas norteamericanas que, por múltiples razones, no comercian con Cuba. Actualmente, trabajo en dos libriscos (libros con discos), en sintonía con Media Vaca, una pequeña pero prestigiosa editora española.


Que me he ido al mundo porque no ponen mis canciones en la radio... La verdad es que eso nunca me importó. En el mundo las ponen muy poco. Ante la crudeza de la realidad nacional, tal cosa resulta insignificante. Hubo un tiempo en que difundieron bastante algunas de mis canciones, las más festivas y de amor, y alguna patriótica; luego hubo un lapso de prohibición, ciertamente, pero recuerdo que ese accionar adverso poco a poco fue diluyéndose. Entonces me invitaron a varios programas dedicados a mi obra, en diversas emisoras del país, donde pusieron incluso temas que considero incómodos para la burocracia gobernante.


Decliné algunos convites para la TV porque no me motivaron los proyectos. Y acepté la invitación de Edit Masola, un programa que dedicó al día del idioma español. No sé cómo sería ahora, no estoy al tanto, pues llevo años sin presentarme en la isla. Aclaro estos detalles porque para decir que no comulgo con el diseño político del Estado cubano, no necesito mentir sobre estas cosas. De cualquier manera —tal y como hice siempre— jamás admitiría ningún tipo de interferencia dogmática sobre mis presentaciones públicas. Preferiría no hacerlas.


Tuve la modesta iniciativa de actuar en patios y azoteas de La Habana cuando me prohibieron presentarme públicamente. Y fue una experiencia formidable que repetiría, aunque tenga acceso a todos los escenarios de la isla. Porque la cultura del pueblo se forja, sobre todo, en el pequeño espacio íntimo. Con el tiempo volví a presentarme en muchos teatros de la isla. La lista es extensa. Así que tampoco me fui al mundo por esa razón.


Tanto en EEUU como en Europa, suelo presentarme en salas-teatros y cafés-concierto... Es lo que hago. Acabo de presentarme en el James L Knight Center de Miami. En Europa, además de los conciertos públicos, también he realizado algunas presentaciones privadas que han sido estupendas. En Miami, solo un par, pero me gustaría incrementarlas, pues resultan muy singulares y relajadas, como en familia.


Según Luis, últimamente evito las canciones «contestatarias». No sé de dónde saca eso. Actualmente, en mis programas nunca faltan 100% cubano, El tiene delirio de amar varones, Todos por lo mismo, Amigo palero y otras. Y en Cuba nunca dejé de cantarlas: conservo los programas de todos mis conciertos.


Después de afirmar que estoy acostumbrado a las marchas y contramarchas para sugerir que mi estatus residencial es inestable, se pregunta si debe llamar «exilio» a mi situación actual. ¿Acaso existe un esquema para la conducta migratoria? Mientras residí solamente en Europa no se hizo la pregunta. En cuanto puse un pie en EEUU, le surge la duda. Pues la respuesta es muy sencilla: mi residencia natural, la que Dios me concedió al nacer, y a la que jamás renunciaré ni aunque me desterraran, siempre estará en Cuba; y, además, tengo residencias de trabajo en España y EEUU. Mi estado migratorio es «terrícola».


Del cariñoso artículo de Luis Cino, podría seguir comentando, pero ya me he extendido bastante. Le sugiero de todo corazón que eche un vistazo a los comentarios que he venido publicando, así estará mejor orientado en su percepción.


Un abrazo fraterno.