Dejarse querer

¿No te parece que muchas personas parecen ser superfelices en clase, en las redes sociales... pero, en realidad, muchas veces lo pasan mal?

¿Y a ti te ocurre que a veces crees que puedes con todo (con los problemas, las decepciones, el mal humor de alguien de la familia, los estudios, amigos que no se han portado muy bien contigo...) pero verdaderamente no es así?

Uno (o una) a veces necesita dejarse apoyar, dejarse acoger, dejarse sostener. No es señal de debilidad, ni de flaqueza. No es motivo de vergüenza pedir ni aceptar ayuda. No indica ninguna forma de fracaso descubrir que uno no es autosuficiente, o reconocer que no es necesario (en realidad, es un error) ir siempre con la actitud de quien todo lo puede.

A veces, hay que confiar en el gesto amable, en la palabra sincera, en la mirada que se vuelve hogar.

Y, a veces (y esto es lo más valiente de todo), necesitamos pedir ese apoyo y estar dispuestos a recibirlo. O no. Porque el amor no se exige.

Todo esto, Dios, lo ponemos en tus manos.