La forma de relacionarnos ha cambiado tanto en los últimos años que quizá no somos conscientes, especialmente los que ya habéis tenido un smartphone desde pequeñitos. Desde luego, son muchas las ventajas:
La instantaneidad. No hace falta esperar horas, días o incluso semanas... con un botón ya hemos mandado un mensaje y esperamos ansiosos la respuesta. Y si no me responde rápido... ¿qué le pasará conmigo?
Constante conexión. Que nos permite estar todo el rato comunicados con nuestros amigos, familiares... y también atentos a Instagram, Tik Tok, whatsapp... ¡Nada se nos escapa!
Las redes sociales, con su apertura al mundo -digital-, que nos permite conocer infinidad de cosas que antes no sabíamos. ¡Muchas de ellas de gran utilidad!
Pese a estas ventajas, y muchas más, conviene tener ciertas precauciones:
Ante creer que todo es instantáneo, CUIDAR las cosas valiosas que se construyen con lentitud: la amistad, las buenas notas, el orden mantenido en mi habitación... , muchas veces con esfuerzo, levantándome cuando tropiezo, con mucha paciencia y constancia. No hay nada que sea más agradable que disfrutar los logros tras haber dado lo mejor de nosotros mismos.
Ante la constante conexión con las personas con las que no estoy en este instante... ¿cómo me relaciono con las personas con las que sí estoy? ¿Tengo relaciones de amistad en las que comparto cómo estoy y en las que me cuentan cómo están? ¿O mis conversaciones más profundas las tengo por el móvil o ni las tengo?
En las Redes Sociales hay de todo: humor, peligros, violencia, información, influencers,... ¿soy capaz de distinguir qué hay de verdad en lo que veo en la pantalla?
Pedimos a Dios que nos ayude a saber manejarnos en ese complejo mundo virtual.
TODO ESTO, DIOS, LO PONEMOS EN TUS MANOS