Propósito para este año: ENCONTRAR a Dios en lo cotidiano

¿Soy de los que disfrutan solo cuando me encuentro algo sorprendente o tengo experiencias extraordinarias?.

 A lo mejor me he ido acostumbrando a lo cotidiano, y si no hay algo que lo rompe, que sobresale, parece que no soy capaz de percibir que "lo normal", lo cotidiano, también es un regalo de Dios.

A veces, en los "exámenes ignacianos" pienso que "no ha pasado nada"; que "no hay nada destacable", como si las vivencias más cercanas ya no tuviesen valor.

¿Conozco alguna persona que sea apática, desmotivada, a la que pocas cosas le parece que merecen la pena? ¿Tal vez soy yo una de ellas muchas veces?

Este año voy a prestar más atención a la bondad y bien de tantas personas que no salen en las redes ni en las noticias; voy a dar importancia a tanta gente que 'solo' trabaja, 'solo' estudia y piensa, que 'sólo' ama o trata de ser sincera, honrada y tal como es… Voy a disfrutar de tantos momentos felices y encuentros que nunca saldrán en los periódicos ni se harán virales.


¿Acaso no está Dios en todo? ¿Acaso no está tanto detrás de lo que brilla como de lo que parece apagado?

Esta es una de las claves para huir de la amargura y avanzar hacia la felicidad: no dejarse llevar por lo que más ruido hace y ver cómo Dios está presente no sólo en lo que triunfa, sino también –y quizá con más fuerza– en lo que parece no destacar. Aquella sonrisa, aquella mirada, aquel tono de voz agradable, aquella palabra de ánimo, el trabajo o el pan de cada día…

Repaso ahora algún gesto amable que he recibido esta mañana, desde que me he levantado, de algún compañero o compañera, o de algún profesor/a, de alguien de mi familia...  Se lo cuento en 10 segundos a quien esté sentado junto a mí y viceversa.

Puedo pensar también alguna experiencia agradable, como lavarme con agua calentita, el canto de algunos pájaros que escuché por el camino...

Si no recuerdo nada amable, es que debo andar por la vida con más ATENCIÓN para saborear los detalles de amor y de belleza que Dios me ofrece. La vida, así, será más hermosa.

Todo esto, Dios, lo ponemos en tus manos