Existe una leyenda acerca de un niño que se encontró un huevo de águila. Cogió el huevo, se lo llevo a casa y lo puso en el nido de una gallina. Al romperse los cascarones, nacieron un águila chiquitita y muchos pollitos.  Como el águila se crió con los pollitos, también ella se creía un pollito y hacía lo que los otros hacían. Rascaba la tierra, piaba como un pollo y batía sus alas con torpeza, levantándose tan solo unos pocos centímetros del suelo. 

Un día, la pequeña águila vio un ave muy bella y elegante que se elevaba por los cielos. Esta se deslizaba en el viento haciendo grandes círculos. "¡Qué ave más preciosa!", dijo el águila a una gallina que estaba cerca de ella. "Esa es un águila", le dijo ella. "Es la reina de las aves. Pero no te hagas ilusiones. Tú nunca podrías ser como ella, ni hacer las cosas que ella hace".

¿De qué puede hablar de mí esta historia y de quién soy yo en realidad?

Y comentaban: ¡Ahí viene el soñador!

Vamos a matarlo y echarlo en un pozo...

veremos en qué terminan sus sueños.

Génesis 37:19-20