Sigue echando las redes

En lugar de estar esperando. En lugar de vivir a medias. En lugar de ceder al desánimo. Porque tienes sueños, deseos, inquietudes. Porque crees en quien te invita a intentarlo. Echa las redes para ver si con la pesca se pueden alimentar las ilusiones y los días. Toma iniciativas. Acomete proyectos. Comparte ideales. Abraza y déjate abrazar. ¡¡¡Echa las redes!!!

A veces miro al mundo y me siento incapaz. No solucionamos los problemas y se multiplican los dramas, con ojos tristes, con heridas físicas y esas otras que no se ven… Me miro a mí y me descubro indiferente a ratos, insensible en otros…. Y se me ocurre que tu esperanza no termina de lanzarme. Y me aturde la sensación de fallarte. Señor ¿dónde estás?

Pero Tú lo haces posible. Porque siempre vuelves. También cuando más desmoralizado estoy, o quizás entonces especialmente. Y no me dejas refugiarme en la rendición. Me sigues llamando. Por mi nombre, conociendo cómo soy. Me susurras: «Echa las redes». Redes donde puedan agarrarse quienes no tienen otro apoyo. Redes de encuentro y de cariño, de acogida y aliento. Redes hechas de brazos entrelazados y el verbo «amar» conjugado en todas las lenguas y tiempos. Señor, aquí estás. Y vuelve la alegría. Porque así son tus cosas, Señor. Que lo que somos florece cuando Tú lo tocas. Que las redes somos nosotros mismos… soy yo. Y nací para vivirte, y por eso cuando te vivo florezco, cuando te sigo camino más ligero, cuando te oigo vibro y cuando te veo me invade la dicha, cuando te comprendo un poco me siento más hermano, más amigo, más humano con tantos otros… Señor Jesús, caminante de pasos y proyectos eternos, Gracias.

¿Cuáles pueden ser las redes que estoy llamado a echar?

¿A qué me invita Dios en mi vida?

TODO ESTO DIOS, LO PONEMOS EN TUS MANOS