Una profesora preguntó a sus alumnos: "¿Qué es más importante el Sol o la Luna?"

"¡La Luna!", dijo una de sus alumnas sin dudar.

"¿Por qué dices eso?", preguntó su profesora.

"Porque la Luna nos da luz de noche, que es cuando realmente la necesitamos, mientras que el Sol nos la da de día, cuando no la necesitamos." Dijo la pequeña, orgullosa de su audacia.

A veces, nuestra actitud hacia Dios y hacia las cosas más importantes de nuestra vida se parece a esta respuesta. La alumna da por hecho que por el día hay luz, olvidándose que la luz viene del Sol. De igual manera nosotros damos por hecho tantas cosas de la vida... olvidándonos que vienen de Dios.

La gratitud es señal de un alma noble

Esopo