Para este momento en el que estáis terminando una etapa de vuestra vida os proponemos una pequeña meditación.

Había una vez tres personas. Las tres recibieron muchos dones y realmente querían ser grandes personas: conscientes de la realidad, comprometidas con los más vulnerables, compasivos con los que sufren y competentes para ser capaces de hacerlo todo con gran calidad. Deseaban hacer grandes cosas por los demás. Además, eran creyentes, y querían hacerlo todo de manera coherente a su fe.

La primera persona deseaba muchísimo todo esto. Pero nunca pasaba de ahí. Querría comerse el mundo, pero siempre anteponía la fiesta, ver series o dormir un poco más.

La segunda no sólo deseaba, sino que hacía cosas. Se ponía en camino. Pero sólo si le venía bien. Hacía voluntariado si no tenía examen al día siguiente, iba al grupo de pastoral si no estaba muy cansado o estudiaba muchísimo solo si le gustaba la asignatura.

La tercera tiene claro que se siente llamado por Dios a hacer grandes cosas. Por eso es capaz de no distraerse demasiado. Se compromete siempre con lo que hace y cuando tiene dudas no se paraliza. Es capaz de elegir entre lo bueno lo mejor.

La mayor parte del tiempo, ¿con qué persona me identifico más? ¿Qué persona me gustaría ser?

Lánzate a las profundidades sin miedo

y con alegría en tu corazón.

R. Tagore