El rey

Con el fin de buscar a un sucesor, un rey que no tenía descendientes hizo un llamado para invitar a jóvenes para una entrevista. Un muchacho muy pobre de una aldea lejana recibió la noticia e, ilusionado, decidió que se iba a presentar.

Trabajó día y noche para comprar las provisiones para el viaje y ropa para la entrevista. Después de muchas semanas de gran esfuerzo, se puso en camino para presentarse ante el rey.

Sentado frente a la entrada del palacio había un mendigo harapiento pidiendo limosna. "Ayúdame, hijo", le dijo con voz suplicante. Lleno de compasión, el joven le dio al mendigo su ropa nueva y el dinero que había ahorrado para el viaje.

Con pocas esperanzas y no pocas dudas por haberse dejado llevar por sus ganas de ayudar, entró al palacio. Cuando la escolta lo acerco al trono, el joven se quedó asombrado. Allí, sentado en el trono, estaba el mendigo vestido con las ropas que le había regalado.

El rey, con una gran sonrisa, le dijo: "Bienvenido, hijo".

¿Qué me impide responder de la misma forma que el joven? ¿Soy más "admirador" o "seguidor" de Jesús?

Los príncipes a nuestro alrededor

son aquellos que se olvidan de sí mismos

y sirven a otros

Woodrow Wilson

TODO ESTO DIOS LO PONEMOS EN TUS MANOS