Jesús padeció por nosotros,
dándonos un ejemplo para seguir sus huellas.
1 Pedro 2:21
Había una vez un príncipe que tenía la espalda torcida, impidiéndole ser el tipo de príncipe que le gustaría ser. Un día, el rey mandó a un escultor que hiciera una estatua del príncipe con la espalda recta. Luego la puso en el jardín. Cuando el príncipe la vio se puso a contemplarla y deseó ser como ella. La gente pronto comenzó a decir: "¡La espalda del príncipe se está enderezando!". Cuando el príncipe, animado, escucho esos comentarios se pasó aún más horas estudiando esa estatua. Un día se puso en pie y vio que estaba tan recto como la estatua.
Esta pequeña historia también habla de nosotros. Todos tenemos deseos, seamos más o menos capaces de formularlos. También tenemos referentes, personas a las que miramos y nos gustaría parecernos más. Y con esfuerzo, tiempo y constancia, vamos poco a poco consiguiéndolo.
Para los cristianos, Dios envió a Jesús, para enseñarnos que podemos alcanzar una vida feliz para la cual hemos sido creados.
¿Qué significado le doy a esta historia en mi vida?
El mundo necesita testigos más que maestros
Papa Pablo VI
TODO ESTO DIOS LO PONEMOS EN TUS MANOS