Me has llamado por mi nombre 

No somos un número, ni una oveja más en un rebaño. A los ojos de Dios tenemos nuestro propio nombre, nuestra propia huella dactilar… nuestra identidad. Cada uno tenemos nuestras peculiaridades, nuestra forma única de ser, de vivir, de amar, de compartir, de dar… Él nos conoce desde lo profundo, y cuenta con cada uno de nosotros de una manera única, distinta, siempre nueva....


¿Qué me hace especial a los ojos de Dios? 

TODO ESTO DIOS, LO PONEMOS EN TUS MANOS